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jueves, 18 de julio de 2013

HABLANDO DE LO COTIDIANO

LA ARQUEOLOGIA DE LO COTIDIANO
Fuente: Internet


«… la cotidianidad es una “categoría”, un modo de ser de un ser que, viviendo, se reitera silenciosamente y día a día ahonda en sí mismo.»

En cierta manera, la filosofía es un ‘saber del no saber’, un saber que se comprende desde la negación, desde un no tener respuestas frente a lo insignificante, a la banalidad del mundo que se construye a diario.
La dificultad de pensar la filosofía se debe a que el trabajo de pensar se desprenda más y más de la vida concreta del ser humano, es por eso que resulta extraño encontarnos con alguién que busca retornar  al movimiento re-flexivo de pensarse en el aquí y ahora de la cotidianidad; de "lo que pasa cuando no pasa nada"(Humberto Gianini)
Lo cotidiano , en si mismo es algo comprensible para todos; puesto que de este mismo es  de donde extraemos sus respuestas y se esconden o disimulan sus honduras. Un lugar donde los instrascendente  se adueña de nuestra existencia "sin pena ni gloria", recubierta en la rutina y lo insignificante.
Quizás es nuestro propio tránsito el que hace que lo habitual se vea como pasajero, y que en su constante fluir, la particular transitoriedad de  ' lo que nos pasa' , no deje huellas.La calle es un ejemplo de esa transitoriedad que no tomamos en cuenta.
Afinar la mirada en el espacio que culturalmente pasa inadvertido, la relación que tiene un sujeto con otro, o el simple contemplar la vida del territorio que se extiende en las calles de una ciudad, son causa suficiente para hacer de dicho lugar, sea el espacio de convivencia común más importante en la vida de un ser humano; pero que, sin embargo, goza de una impronta banalidad.
En la casa, en el calor de hogar compartimos nuestra intimidad, en la convivencia laboral somos otros personajes que distan de lo que somos en la intimidad cumpliendo un rol social.
Del domicilio a la calle, de la calle al trabajo, del trabajo a la calle, para retornar finalmente, nuevamente, al domicilio. El domicilio es el tiempo de ensimismamiento, el trabajo «representa el lugar de mi disponibilidad para lo Otro: disponibilidad para la máquina que debo hacer producir para el patrón, para el jefe, para la clientela, disponibilidad para el auditorio, para el consumidor.» La calle, es la media que se extiende entre estos dos cabos: «el lugar del ser para sí (domicilio) con el lugar del ser para los otros (trabajo).»
Mas la calle no es sólo el medio entre dos extremidades; es también el lugar de transgresión, la posibilidad de desvío, el territorio abierto del transeúnte; la posibilidad de perdernos en el anonimato; así como también de desprendernos de la responsabilidad, del cuidado, del ser domiciliado o del personaje que solemos representar en el trabajo. Es el espacio público por excelencia donde es patente la vida en comunidad, la convivencia humana en su desnudez.
La calle se torna entonces en un movimiento re-flexivo de convivencia con los demás, donde cada uno de nosotros, ‘a través de las cosas que nos pasan’ orientemos una nueva política del convivir, la democratización del «subsuelo de una experiencia común», un espacio abierto a la hospitalidad de lo distinto, sino también a lo distinto de la hospitalidad que nos moviliza en nuestra constante relación con los demás.

Fuente de Referencia:
Humberto Gianini "Arqueología de lo cotidiano"

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