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martes, 7 de marzo de 2017

MEDIOS DE DESINFORMACIÓN MUNDIAL



El nuevo Orden Mediático Mundial

En sólo meses, el contenido de los medios de difusión nacionales e internacionales ha sufrido un profundo cambio en Occidente. Estamos siendo testigos del nacimiento de una “Entente” cuyos verdaderos iniciadores y objetivos reales aún se desconocen pero cuyas consecuencias directas contra la democracia ya son palpables.
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Occidente está atravesando una crisis sistémica sin precedente: poderosas fuerzas están orientando poco a poco a todos los medios de difusión en una dirección única. Simultáneamente, el contenido de los medios se transforma. El año pasado todavía mostraban cierta lógica y tendencia a la objetividad. Y se aportaban mutuamente la contradicción en una sana emulación. Ahora actúan como manada, basan su coherencia en la manipulación de emociones y arremeten con saña contra las personas a las que denuncian.

La idea de una Entente de los medios de difusión es la prolongación del experimento del International Consortium for Investigative Journalism (ICIJ) («Consorcio Internacional para el Periodismo de Investigación»), un ente que no reúne medios de difusión sino sólo periodistas a título individual y que se hizo célebre publicando información robada en la contabilidad de dos oficinas de abogados de las Islas Vírgenes Británicas, el gabinete PricewaterhouseCoopers (PwC), el banco HSBC y la oficina panameña Mossack Fonseca.

Si bien algunas sacaron a la luz verdaderos delitos de alguna que otra personalidad occidental, esas revelaciones fueron utilizadas principalmente para desacreditar a dirigentes chinos y rusos. Lo más importante es que, con el pretexto de contribuir a la lucha contra la corrupción, la violación de la confidencialidad de abogados y bancos perjudicó gravemente a miles de clientes honestos sin suscitar reacción alguna de parte de la opinión pública.

Desde hace alrededor de 40 años puede verse un reagrupamiento paulatino de los medios de difusión en trusts internacionales. Hoy en día, más de dos terceras partes de la prensa occidental pertenece a sólo 14 grupos (21st Century Fox, Bertelsmann, CBS Corporation, Comcast, Hearst Corporation, Lagardère Group, News Corp, Organizações Globo, Sony, Televisa, The Walt Disney Company, Time Warner, Viacom y Vivendi). En este momento, la alianza montada entre Google Media Lab y First Draft está creando vínculos entre esos grupos, que ya se hallaban en posición dominante.

En esa Entente mediática están además las 3 principales agencias de prensa del planeta –Associated Press (AP), la Agence France-Presse (AFP) y Reuters–, lo cual le garantiza una posición hegemónica en materia de información. Es evidente que se trata de un caso de «entendimiento ilícito» [1]. Pero su objetivo no es uniformizar precios sino uniformizar las mentes, imponer un pensamiento ya dominante.

Puede observarse que todos los miembros –sin excepción– de la Entente de Google ya han venido presentando, durante los últimos 6 años, una visión unívoca de lo que sucede en el Medio Oriente ampliado. Pero no existía entre ellos ninguna forma de concertación previa… o no se conocía. Es interesante ver que en esa Entente también se encuentran 5 de las 6 televisiones internacionales que participaron en el equipo de propaganda de la OTAN (Al-Jazeera, BBC, CNN, France24, Sky, sólo parece faltar Al-Arabiya).

En Estados Unidos, Francia y Alemania, Google y First Draft (expresión del inglés que significa «primer borrador» o «version uno») han reunido bajo su tutela medios localmente presentes en esos países y medios de alcance internacional, supuestamente para “verificar” la veracidad de ciertos argumentos. Además de que se desconoce quién se esconde detrás de First Draft y qué intereses han llevado una firme comercial especializada en informática a asumir el financiamiento de esta iniciativa, lo cierto es que el resultado no tiene mucho que ver con un regreso a la objetividad.

En primer lugar porque las imputaciones que esos entes “verifican” no se seleccionan en función de su importancia en el debate: se seleccionan porque las mencionan individuos a quienes esta Entente quiere denunciar. Esas verificaciones supuestamente deberían acercarnos a la verdad, pero no es así: lo que hacen es tratar de convencer al ciudadano de que los medios de la Entente son honestos y que las personas que los denuncian no lo son. El objetivo no es una mejor comprensión del mundo sino destruir la reputación de los individuos “incómodos”.

En segundo lugar porque una regla no escrita de esta Entente de medios es que se verifican solamente las afirmaciones de fuentes exteriores a esa Entente… pero sus miembros no se critican entre sí. Lo que buscan es reforzar la idea de que el mundo se divide en dos bandos: «nosotros», –que decimos la verdad– y «los otros» –obligatoriamente mentirosos. Esta manera de proceder viola el principio del pluralismo, elemento básico de la democracia, y abre el camino a la imposición de una sociedad totalitaria. Pero no es nada nuevo porque ya vimos su aplicación en la cobertura de las primaveras árabes y de las guerras contra Libia y Siria. La diferencia es que ahora se aplica, por vez primera, a una corriente occidental de pensamiento.

Y, finalmente, porque las imputaciones que esa Entente califica de «falsas» nunca serán vistas como errores, siempre serán consideradas como mentiras. O sea, se trata a priori de atribuir a «los otros» intenciones maquiavélicas, para desacreditarlos. Con ello se viola la presunción de inocencia, principio básico de la justicia.

Por todas esas razones, el funcionamiento del Consorcio Internacional para el Periodismo de Investigación y el de la Entente creada por Google y First Draft contradicen la Carta de Munich de la Organización Internacional de Periodistas (OIP), concretamente los artículos 2, 4, 5 y 9, de su título II.

No por casualidad vemos como avanzan acciones judiciales descabelladas precisamente contra los mismos que ya son blanco de la Entente de medios de difusión. En Estados Unidos desenterraron la ley Logan para utilizarla contra el equipo de Donald Trump, un texto que nunca llegó a aplicarse desde su adopción, hace 2 siglos. En Francia, han recurrido a la ley Jolibois contra los tweets políticos de Marine Le Pen, un texto que la jurisprudencia había limitado a la difusión (por demás posible bajo ciertas condiciones) de algunas revistas ultrapornográficas. La erradicación del principio de presunción de inocencia, en los casos de los individuos a eliminar, permite ponerlos en el banquillo de acusados con cualquier pretexto jurídico. Es importante que observar que las acusaciones que se esgrimen recurriendo a esas leyes contra el equipo de Trump (en Estados Unidos) y contra Marine Le Pen (en Francia), podrían servir también contra muchas otras personalidades… pero nadie lo hace.

Por otro lado, la ciudadanía ya no reacciona cuando es la Entente mediática quien divulga acusaciones falsas. Por ejemplo, en Estados Unidos ese ente inventó que los servicios secretos rusos tenían un expediente comprometedor sobre Donald Trump y que lo estaban chantajeando. En Francia, esa misma Entente inventó que es posible emplear ficticiamente a una asistente parlamentaria, delito que atribuyó a Francois Fillon… candidato “incómodo” a la presidencia.

En Estados Unidos, los miembros, grandes o pequeños, de la Entente mediática están arremetiendo contra el presidente. Sus informaciones provienen de las intercepciones telefónicas que la administración Obama ordenó indebidamente contra el equipo de Trump. Todo eso demuestra que existe una coordinación entre la Entente mediática y los magistrados que utilizan las alegaciones que esta divulga para bloquear la acción gubernamental de la actual administración. Se trata, indiscutiblemente, de un sistema mafioso.

Los medios estadounidenses y franceses están atacando implacablemente a dos candidatos a la presidencia de Francia: Francois Fillon y Marine Le Pen. Al problema general de la Entente mediática se agrega en este caso la impresión errónea que ambos blancos son víctimas de una conjura franco-francesa, cuando en realidad las órdenes vienen de Estados Unidos. Los franceses están comprobando que sus medios emiten información sesgada, creen –erróneamente– que se trata de una campaña contra la derecha y buscan –también erróneamente– a los manipuladores en su propio país.

En Alemania, esta Entente todavía no resulta efectiva, sólo debería serlo durante las elecciones legislativas.

En tiempos del Watergate, ciertos medios dijeron ser un «Cuarto Poder», después del poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. Afirmaron que la prensa ejercía sobre el gobierno una función de control en nombre del Pueblo. Ni siquiera entraremos a mencionar aquí el hecho que lo que en aquel se imputó al presidente Nixon fue haber ordenado interceptar los teléfonos del partido de oposición, lo mismo que ha hecho Obama. Hoy se sabe que «Garganta Profunda», la fuente del escándalo del Watergate, lejos de ser un denunciante ciudadano –los españoles dirían un “alertador”– era nada más y nada menos que Mark Felt, alto responsable del FBI que incluso se había convertido en número 2 de esa agencia federal a finales de los años 1960. El manejo de aquel escándalo en realidad fue parte de la lucha entre una parte de la administración y la Casa Blanca y los electores fueron simplemente manipulados por ambos bandos a la vez.

Aceptar la idea del «Cuarto Poder» sería reconocer a los 14 trusts que poseen la gran mayoría de los medios de prensa occidentales la misma legitimidad que al conjunto de la ciudadanía. Sería confirmar el reemplazo de la democracia por una oligarquía.

Queda un punto por aclarar. ¿Cómo elije la Entente mediática los blancos de sus ataques? Lo único que Donald Trump, Francois Fillon y Marine Le Pen tienen en común es que quieren reanudar los contactos con Rusia y luchar a su lado contra la matriz del yihadismo, que es la Hermandad Musulmana. Aunque Francois Fillon ya fue primer ministro de un gobierno que estuvo implicado en esos acontecimientos, los tres encarnan la corriente de pensamiento que contradice la versión dominante sobre las primaveras árabes y sobre las guerras contra Libia y Siria.
Fuente: red voltaire

lunes, 13 de febrero de 2017

QUE DICE LA PRENSA ATLANTISTA SOBRE DONALD TRUMP?



Contra Donald Trump, la propaganda de guerra
por Thierry Meyssan

Nuestros artículos anteriores sobre el presidente Trump han suscitado vivas reacciones entre nuestros lectores. Algunos se preguntan si, a pesar de las advertencias de la prensa internacional y de la acumulación de señales negativas, Thierry Meyssan está siendo ingenuo. Aquí va su respuesta, como siempre, ampliamente argumentada.
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Dos semanas después de su investidura, la prensa atlantista prosigue su labor de desinformación y agitación en contra del nuevo presidente de Estados Unidos. Este último y sus primeros colaboradores multiplican, por su parte, declaraciones y gestos aparentemente contradictorios, de manera que parece difícil entender lo que sucede en Washington.

La campaña anti-Trump

La mala fe de la prensa atlantista se hace évidente en cada uno de sus 4 temas principales

1. Sobre el inicio del desmantelamiento del Obamacare (20 de enero)

La realidad muestra que –al contrario de lo que afirma la prensa atlantista– las clases desfavorecidas que debían beneficiarse con el Obamacare lo han despreciado en masa. Esa forma de «seguridad social» ha resultado tan costosa y dirigista que no seduce a la gente. Las únicas que ven con satisfacción ese sistema son las compañías privadas que lo manejan.

2. Sobre la prolongación del muro en la frontera con México (del 23 al 25 de enero)

Es una medida que nada tiene de xenófoba: la Secure Fence Act fue firmada por el presidente republicano George W. Bush, quien inició la construcción de esa forma de separación física entre los territorios de Estados Unidos y México. Y el presidente demócrata Barack Obama prosiguió su construcción… con el respaldo del gobierno de México.
Más allá de la retórica, hoy de moda, sobre la construcción de «muros» o «puentes», los dispositivos tendientes a reforzar una frontera funcionan sólo cuando las autoridades de ambas partes los apoyan y se ponen de acuerdo para que den resultado. Y siempre fracasan cuando una de las partes se opone. El interés de Estados Unidos es controlar la entrada de migrantes mientras que el interés de México es impedir la entrada de armas provenientes de Estados Unidos. Ambos intereses se mantienen.
Sin embargo, con la aplicación del TLCAN [1], muchas transnacionales estadounidenses optaron por “deslocalizar” sus industrias, trasladando a México no sólo empleos de baja o ninguna calificación –conforme a la regla marxista que describe la «tendencia a la caída de la tasa de ganancia» [2]– sino también empleos calificados que ponen en manos de una fuerza de trabajo más barata que la estadounidense, siguiendo la tendencia conocida como «dumping social»).
En México, la aparición de esos empleos dio un lugar a un importante éxodo rural, que ha desestructurado la sociedad mexicana, como sucedió en la Europa del siglo XIX. Las transnacionales redujeron entonces los salarios, sumiendo así en la pobreza a una parte de la población mexicana, la que ahora sólo sueña con obtener salarios decentes… en Estados Unidos.
Al anunciar Donald Trump su intención de sacar a Estados Unidos del TLCAN, las cosas deberían volver a la normalidad en los próximos años, lo cual podría satisfacer simultáneamente a los trabajadores mexicanos y a los estadounidenses [3].

3. Sobre la interrupción voluntaria del embarazo (23 de enero)

El presidente Trump prohibió la entrega de subvenciones federales a las asociaciones especializadas que reciben fondos del extranjero. Así obliga a esas asociaciones a escoger entre su razón de ser (ayudar a las mujeres con dificultades) en la sociedad estadounidense o seguir recibiendo el dinero de George Soros para sacar manifestantes a la calle en contra de su administración –como sucedió el 21 de enero. Ese decreto no tiene nada que ver con el aborto y es una medida tendiente a evitar una «revolución de color» en Estados Unidos.

4. Sobre los decretos contra la inmigración (del 25 al 27 de enero)

Donald Trump anunció que aplicará la ley –heredada del presidente Obama– que implicaría la expulsión de los 11 millones de extranjeros en situación irregular. Suspendió además las ayudas federales a las ciudades que anunciaron que se niegan a aplicar esa ley (¿Cómo encontrar sirvientas a bajo sueldo si hay que declararlas legalmente?).
Trump anunció que comenzará expulsando a los 800 000 criminales ya anteriormente condenados legalmente en Estados Unidos, en México o en cualquier otro país.
Además, para evitar la entrada de terroristas, suspendió todas las autorizaciones de migrar a Estados Unidos y prohibió por 3 meses la entrada de personas originarias de países donde es imposible verificar la identidad de esas personas y su situación.
No fue Trump quien hizo la lista de países incluidos en esa medida sino que se remitió a un texto anterior… del presidente Obama. Por ejemplo, en Siria no hay actualmente ni embajada, ni consulado estadounidenses. Desde un punto de vista de policía administrativa, es por consiguiente lógico poner a los sirios en esa lista. Y en todo caso, esa medida sólo afecta a una cantidad mínima de personas. En 2015, la famosa «tarjeta verde» estadounidense fue concedida sólo a 145 sirios. Consciente del gran número de casos particulares que podrían aparecer, el decreto presidencial de Trump deja al Departamento de Estado y al Departamento de Seguridad de la Patria (Homeland Security) en libertad de conceder dispensas.
El hecho que funcionarios contrarios al presidente Trump hayan saboteado la medida aplicándola de forma brutal no convierte al nuevo presidente en racista o islamófobo.

La campaña anti-Trump de la prensa atlantista es, por ende, injustificada. Decir que el presidente Trump ha abierto una guerra contra los musulmanes, hablar públicamente de su posible destitución –incluso de su asesinato– va más allá de la mala fe, es propaganda de guerra.

El objetivo de Donald Trump

Donald Trump fue la primera personalidad en todo el mundo en cuestionar la versión oficial de los atentados del 11 de septiembre de 2001, el día de los hechos y ante las cámaras de televisión. Después de recordar que los ingenieros que construyeron las Torres Gemelas ahora trabajaban para él, Trump declaró al Canal 9 de Nueva York que era imposible que ningún avión atravesara las estructuras de acero de esos edificios. Luego insistió en que era también materialmente imposible que los incendios provocaran el derrumbe de las torres y concluyó que tenía que haber otros factores desconocidos.

Desde aquella fecha, Donald Trump mantuvo su resistencia ante los realizadores de esos crímenes. En su discurso de investidura subrayó que esa ceremonia no era un simple traspaso del poder entre dos administraciones sino una restitución del poder al Pueblo estadounidense, despojado de ese poder [hace 16 años] [4].

A lo largo de su campaña electoral, después de su elección, durante el periodo de transición y desde su investidura, Trump repitió que el sistema imperial de los últimos años no ha beneficiado a los estadounidenses sino a una pequeña camarilla, cuya figura emblemática es la señora Clinton. También anunció que Estados Unidos no tratará en lo adelante de ser «el primero» sino «el mejor». Sus eslóganes son: «America great again» y «America first», o sea «Estados Unidos grande de nuevo» y «Estados Unidos primero».

Ese viraje político de 180 grados da al traste con un sistema instaurado durante los últimos 16 años y que se originó en la guerra fría, la opción que Estados Unidos adoptó en 1947. Ese sistema ha gangrenado numerosas instituciones internacionales, como la OTAN (con Jens Stoltenberg y el general estadounidense Curtis Scaparrotti), la Unión Europea (con Federica Mogherini) e incluso la ONU (con el embajador estadounidense Jeffrey Feltman [5]).

Si Donald Trump tiene éxito, lograr ese objetivo le llevará años.

Hacia el desmantelamiento pacífico del Imperio estadounidense

En 2 semanas, se han iniciado muchas cosas, a menudo con la mayor discreción. Las estruendosas declaraciones del presidente Trump y de su equipo han sembrado voluntariamente la confusión y le han permitido obtener la confirmación de las nominaciones de sus colaboradores por parte de un Congreso parcialmente hostil a su administración.

Es importante entender que en Washington ha comenzado una guerra a muerte entre dos sistemas. Dejemos pues que la prensa atlantista comente las declaraciones a menudo incoherentes y contradictorias de unos y otros mientras que nosotros nos atenemos sólo a los hechos.

Ante todo, Donald Trump se ha dedicado a garantizar su control sobre los órganos de seguridad. Sus 3 primeros nominados –el consejero de seguridad nacional Michael Flynn, el secretario de Defensa James Mattis y el secretario de Seguridad de la Patria John Kelly– son 3 generales que cuestionaron el «Gobierno de Continuidad» desde el año 2003 [6]. Después reformó el Consejo de Seguridad Nacional para excluir al jefe del Estado Mayor Conjunto y al director de la CIA [7].

Aunque se anunció que este último decreto será objeto de una enmienda, eso no ha sucedido aún. Hay que señalar de paso que nosotros habíamos anunciado que Donald Trump y el general Flynn querían eliminar el cargo de director de la Inteligencia Nacional [8]. Finalmente, ese cargo se mantiene y fue asignado al senador Dan Coats, en lo que en realidad constituye una táctica para poder argumentar que la presencia del director de la Inteligencia Nacional en el Consejo de Seguridad Nacional justifica la exclusión del director de la CIA.

Querer ser «el mejor», en vez del «primero» lleva al inicio de una asociación con Rusia y China. en vez de pretender aplastar a esos países.

Para impedir esa política, los amigos de las señoras Clinton y Nuland acaban de reiniciar la guerra del régimen de Kiev contra el Donbass. La importante cantidad de bajas humanas y de pérdidas materiales sufridas en esa región habían obligado al ejército ucraniano a replegarse y a poner las milicias paramilitares nazis en primera línea. Los nuevos ataques han causado gran cantidad de víctimas entre la población civil de la nueva República Popular. Al mismo tiempo, en el Medio Oriente, los colaboradores de la señora Clinton lograron entregar blindados a los kurdos de Siria, como había previsto la administración Obama.

En aras de resolver el conflicto ucraniano, Donald Trump está buscando cómo deshacerse del presidente Petro Porochenko. Por eso recibió en la Casa Blanca a la jefa de la oposición, Yulia Tymochenko, incluso antes de aceptar una llamada telefónica del presidente Porochenko.

En Siria e Irak, Donald Trump ya inició las acciones comunes con Rusia, aunque su vocero lo niegue. El ministerio de Defensa ruso, después revelarlo imprudentemente, suspendió de inmediato toda declaración al respecto.

En lo que concierne a Pekín, el presidente Trump puso fin a la participación estadounidense en el Acuerdo Transpacífico [9], que había sido concebido en contra de China. Durante el periodo de transición, Trump recibió a Jack Ma, el segundo hombre más rico de China –el mismo que declaró: «Nadie les ha robado empleos. Ustedes gastan demasiado en guerras.». Se sabe que las conversaciones abordaron la posible adhesión de Washington al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (Asian Infraestructure Investment Bank o AIIB). Si Estados Unidos se suma a esa institución, estaría aceptando cooperar con China –en vez de oponerse a ella– y ambos países podrían participar en el establecimiento de dos «rutas de la seda», lo cual haría inútiles las guerras del Donbass y de Siria.

En el plano financiero, el presidente Trump ya inició el desmantelamiento de la ley Dodd-Frank, que trató de resolver la crisis de 2008 evitando la quiebra abrupta de los grandes bancos estadounidenses –en aplicación de la línea política llamada «too big to fail». A pesar de algunos aspectos positivos –su texto consta de 2 300 páginas–, la ley Dodd-Frank instituye un tutelaje del Departamento del Tesoro sobre los bancos, lo cual evidentemente frena su desarrollo. Donald Trump parece disponerse también a reinstaurar la diferencia entre los bancos de depósitos y los bancos de inversiones mediante el restablecimiento de la Glass-Steagall Act.

Y también ha iniciado la limpieza en el seno de las instituciones internacionales. La nueva embajadora de Estados Unidos en la ONU, Nikki Haley, llegó exigiendo una auditoría sobre las 16 misiones de «mantenimiento de la paz» y anunció que piensa poner fin a todas las que parezcan ineficaces, lo cual es el caso de todas sin excepción, a la luz de la Carta de las Naciones Unidas. En efecto, los fundadores de la ONU nunca previeron ese tipo de despliegue militar –actualmente hay 100 000 cascos azules. La ONU fue creada para prevenir o resolver conflictos entre Estados, nunca conflictos internos. Cuando dos partes concluyen un alto al fuego, la ONU puede desplegar observadores para verificar el respeto de ese acuerdo. Las actuales operaciones de «mantenimiento de la paz» tienen como objetivo imponer el respeto de una solución impuesta por el Consejo de Seguridad de la ONU y rechazada por una de las partes en conflicto, lo cual es prolongar el colonialismo.

En la práctica, la presencia de esas fuerzas prolonga el conflicto, mientras que su ausencia no modifica el panorama.
Por ejemplo, las tropas de la FINUL (Fuerza de Interposición de Naciones Unidas en Líbano) desplegadas en la frontera israelo-libanesa –pero sólo del lado libanés– no evitan una acción militar israelí, ni una acción de la resistencia libanesa, lo cual está más que demostrado. La FINUL sólo sirve para espiar a los libaneses por cuenta de Israel, lo cual prolonga el conflicto.
Asimismo, las tropas de la FNUOS (Fuerzas de Naciones Unidas para la Observación de la Separación) desplegadas en la línea de demarcación entre el Golán ocupado y Siria fueron expulsadas de allí por los hombres de al-Qaeda, sin que ello modificara en nada el conflicto israelo-sirio.
Conclusión: Poner fin a ese sistema sería regresar al espíritu y el contenido iniciales de la Carta de la ONU, renunciar a los privilegios coloniales y pacificar el mundo.

Detrás de las polémicas mediáticas, las manifestaciones callejeras y los enfrentamientos políticos, lo cierto es que el presidente Trump mantiene su rumbo.

Thierry Meyssan

[1] El TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) también se designa a menudo bajo las siglas NAFTA –en inglés. Nota de la Red Voltaire.

[2] En inglés, «Tendency of the rate of profit ». Nota de la Red Voltaire.

[3] «Tras el Muro de los dos partidos», por Manlio Dinucci, Il Manifesto (Italia) , Red Voltaire, 29 de enero de 2017.

[4] “Discurso de investidura de Donald Trump”, por Donald Trump, Red Voltaire, 21 de enero de 2017.

[5] «Alemania y la ONU contra Siria», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria) , Red Voltaire, 28 de enero de 2016.

[6] «Trump: ¡Basta ya con el 11 de septiembre!», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 25 de enero de 2017.

[7] “Presidential Memorandum: Organization of the National Security Council and the Homeland Security Council”, por Donald Trump, Voltaire Network, 28 de enero de 2017. «Donald Trump disuelve la organización del imperialismo estadounidense», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 30 de enero de 2017.

[8] «La reforma del sistema de Inteligencia, según el general Flynn», por Thierry Meyssan, Contralínea (México), Red Voltaire, 27 de noviembre de 2016.

[9] Se trata del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica o TPP, según sus siglas en inglés. Nota de la Red Voltaire.

Fuente: red voltaire

miércoles, 14 de diciembre de 2016

PERIODISTA CANADIENSE HABLA SOBRE LA VISIÓN SESGADA DEL CONFLICTO DE SIRIO POR LOS MEDIOS OCCIDENTALES



Una periodista independiente desmantela las mentiras sobre Siria de los medios occidentales

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La periodista independiente canadiense Eva Bartlett ofreció su visión acerca del conflicto en Siria y desmontó uno por uno los mitos que propagan los medios occidentales mediante la manipulación informativa.


El 9 de diciembre, la activista por los derechos humanos participó en una conferencia de prensa organizada por la misión de Siria ante la ONU. Durante el evento, Bartlett indicó que la prensa occidental presenta la situación en Siria de manera muy sesgada. Tras esta afirmación, un periodista del periódico noruego Aftenposten le preguntó a la canadiense cuál sería el objetivo para los medios occidentales y organismos internacionales de difundir falsas historias.


 "¿Cuál es nuestra agenda? ¿Por qué mentiríamos y por qué mentirían las organizaciones internaciones? ¿Cómo podría justificar que todos fuéramos mentirosos?", preguntó.

 
Bartlett, por su parte, señaló que, a pesar de que "hay periodistas honestos entre los medios de comunicación", en el este de Alepo "no opera ninguna organización internacional". Según ella, todos los organismos en Siria "confían en el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), que tiene su base de operaciones en Coventry, en Reino Unido, y que está compuesto por una sola persona". Además, cuenta con la información y el apoyo proporcionados por los llamados Cascos Blancos —organización de voluntarios también conocida como Defensa Civil Siria (SCD, por sus siglas en inglés)—, "fundada en 2013 por un exmilitar británico y financiada con unos 100 millones de dólares por EEUU, Reino Unido, Europa y otros países".


Además, Bartlett afirmó que, aunque los Cascos Blancos pretenden ayudar a los civiles en el este de Alepo, "nadie allí ha oído hablar de ellos".

 
"Los Cascos Blancos dicen ser neutrales y, sin embargo, portan armas y se los puede ver de pie cerca de los cadáveres de los soldados sirios", apuntó la activista, que destacó que las actividades tanto de la OSDH como de otras organizaciones en Alepo no son "creíbles".

 
Respondiendo a la pregunta del periodista noruego sobre la agenda de los medios occidentales en Siria, Bartlett comentó que "es la agenda del cambio de Gobierno".


"¿Cómo pueden The New York Times o Democracy Now seguir afirmando que se trata de una guerra civil? ¿Cómo pueden decir que las protestas no fueron violentas hasta 2012? Es una mentira absoluta. ¿Cómo pueden manifestar que el Gobierno sirio ataca a los civiles cuando cada persona que sale de estas zonas ocupadas por los terroristas señala lo contrario?", continúo Bartlett.
 

Asimismo, la periodista comentó que en caso de que los medios occidentales hubieran dicho la verdad desde el principio del conflicto en Siria, "no estaríamos aquí ahora, no habríamos atestiguado tantas muertes". También añadió que "los medios rusos muestran exactamente lo que dicen tanto los medios sirios como los periodistas independientes en el país". 

Entre otros fallos de la prensa occidental, Bartlett destacó la manipulación de los medios que "fabrican historias". Mencionó que, según todos estos medios, el pasado abril, el hospital Al Quds de Alepo había sido alcanzado por un ataque aéreo de las tropas gubernamentales o las Fuerzas Aéreas de Rusia. 


"En realidad, los rusos mostraron unas imágenes de satélite según las cuales el hospital estaba en la misma forma que en octubre de 2015. No había diferencias, simplemente no había sido atacado", concluyó.

Fuente: mundo.sputniknews.com