Contra Donald Trump, la propaganda
de guerra
por Thierry Meyssan
Nuestros artículos anteriores
sobre el presidente Trump han suscitado vivas reacciones entre nuestros
lectores. Algunos se preguntan si, a pesar de las advertencias de la prensa
internacional y de la acumulación de señales negativas, Thierry Meyssan está siendo
ingenuo. Aquí va su respuesta, como siempre, ampliamente argumentada.
Dos semanas después de su
investidura, la prensa atlantista prosigue su labor de desinformación y
agitación en contra del nuevo presidente de Estados Unidos. Este último y sus
primeros colaboradores multiplican, por su parte, declaraciones y gestos aparentemente
contradictorios, de manera que parece difícil entender lo que sucede en
Washington.
La campaña anti-Trump
La mala fe de la prensa
atlantista se hace évidente en cada uno de sus 4 temas principales
1.
Sobre el inicio del desmantelamiento del Obamacare (20 de enero)
La realidad muestra que –al
contrario de lo que afirma la prensa atlantista– las clases desfavorecidas que
debían beneficiarse con el Obamacare lo han despreciado en masa. Esa forma de
«seguridad social» ha resultado tan costosa y dirigista que no seduce a la
gente. Las únicas que ven con satisfacción ese sistema son las compañías
privadas que lo manejan.
2.
Sobre la prolongación del muro en la frontera con México (del 23 al 25 de
enero)
Es una medida que nada tiene de
xenófoba: la Secure Fence Act fue firmada por el presidente republicano George
W. Bush, quien inició la construcción de esa forma de separación física entre
los territorios de Estados Unidos y México. Y el presidente demócrata Barack
Obama prosiguió su construcción… con el respaldo del gobierno de México.
Más allá de la retórica, hoy de
moda, sobre la construcción de «muros» o «puentes», los dispositivos tendientes
a reforzar una frontera funcionan sólo cuando las autoridades de ambas partes
los apoyan y se ponen de acuerdo para que den resultado. Y siempre fracasan
cuando una de las partes se opone. El interés de Estados Unidos es controlar la
entrada de migrantes mientras que el interés de México es impedir la entrada de
armas provenientes de Estados Unidos. Ambos intereses se mantienen.
Sin embargo, con la aplicación
del TLCAN [1], muchas transnacionales estadounidenses optaron por
“deslocalizar” sus industrias, trasladando a México no sólo empleos de baja o
ninguna calificación –conforme a la regla marxista que describe la «tendencia a
la caída de la tasa de ganancia» [2]– sino también empleos calificados que
ponen en manos de una fuerza de trabajo más barata que la estadounidense,
siguiendo la tendencia conocida como «dumping social»).
En México, la aparición de esos
empleos dio un lugar a un importante éxodo rural, que ha desestructurado la
sociedad mexicana, como sucedió en la Europa del siglo XIX. Las transnacionales
redujeron entonces los salarios, sumiendo así en la pobreza a una parte de la
población mexicana, la que ahora sólo sueña con obtener salarios decentes… en
Estados Unidos.
Al anunciar Donald Trump su
intención de sacar a Estados Unidos del TLCAN, las cosas deberían volver a la
normalidad en los próximos años, lo cual podría satisfacer simultáneamente a
los trabajadores mexicanos y a los estadounidenses [3].
3.
Sobre la interrupción voluntaria del embarazo (23 de enero)
El presidente Trump prohibió la
entrega de subvenciones federales a las asociaciones especializadas que reciben
fondos del extranjero. Así obliga a esas asociaciones a escoger entre su razón
de ser (ayudar a las mujeres con dificultades) en la sociedad estadounidense o
seguir recibiendo el dinero de George Soros para sacar manifestantes a la calle
en contra de su administración –como sucedió el 21 de enero. Ese decreto no
tiene nada que ver con el aborto y es una medida tendiente a evitar una
«revolución de color» en Estados Unidos.
4.
Sobre los decretos contra la inmigración (del 25 al 27 de enero)
Donald Trump anunció que aplicará
la ley –heredada del presidente Obama– que implicaría la expulsión de los 11
millones de extranjeros en situación irregular. Suspendió además las ayudas
federales a las ciudades que anunciaron que se niegan a aplicar esa ley (¿Cómo
encontrar sirvientas a bajo sueldo si hay que declararlas legalmente?).
Trump anunció que comenzará
expulsando a los 800 000 criminales ya anteriormente condenados legalmente en
Estados Unidos, en México o en cualquier otro país.
Además, para evitar la entrada de
terroristas, suspendió todas las autorizaciones de migrar a Estados Unidos y
prohibió por 3 meses la entrada de personas originarias de países donde es
imposible verificar la identidad de esas personas y su situación.
No fue Trump quien hizo la lista
de países incluidos en esa medida sino que se remitió a un texto anterior… del
presidente Obama. Por ejemplo, en Siria no hay actualmente ni embajada, ni
consulado estadounidenses. Desde un punto de vista de policía administrativa,
es por consiguiente lógico poner a los sirios en esa lista. Y en todo caso, esa
medida sólo afecta a una cantidad mínima de personas. En 2015, la famosa
«tarjeta verde» estadounidense fue concedida sólo a 145 sirios. Consciente del
gran número de casos particulares que podrían aparecer, el decreto presidencial
de Trump deja al Departamento de Estado y al Departamento de Seguridad de la
Patria (Homeland Security) en libertad de conceder dispensas.
El hecho que funcionarios
contrarios al presidente Trump hayan saboteado la medida aplicándola de forma
brutal no convierte al nuevo presidente en racista o islamófobo.
La campaña anti-Trump de la
prensa atlantista es, por ende, injustificada. Decir que el presidente Trump ha
abierto una guerra contra los musulmanes, hablar públicamente de su posible
destitución –incluso de su asesinato– va más allá de la mala fe, es propaganda
de guerra.
El objetivo de Donald Trump
Donald Trump fue la primera
personalidad en todo el mundo en cuestionar la versión oficial de los atentados
del 11 de septiembre de 2001, el día de los hechos y ante las cámaras de
televisión. Después de recordar que los ingenieros que construyeron las
Torres Gemelas ahora trabajaban para él, Trump declaró al Canal 9 de Nueva York
que era imposible que ningún avión atravesara las estructuras de acero de esos
edificios. Luego insistió en que era también materialmente imposible que los
incendios provocaran el derrumbe de las torres y concluyó que tenía que haber
otros factores desconocidos.
Desde aquella fecha, Donald Trump
mantuvo su resistencia ante los realizadores de esos crímenes. En su discurso
de investidura subrayó que esa ceremonia no era un simple traspaso del poder
entre dos administraciones sino una restitución del poder al Pueblo
estadounidense, despojado de ese poder [hace 16 años] [4].
A lo largo de su campaña
electoral, después de su elección, durante el periodo de transición y desde su
investidura, Trump repitió que el sistema imperial de los últimos años no ha
beneficiado a los estadounidenses sino a una pequeña camarilla, cuya figura
emblemática es la señora Clinton. También anunció que Estados Unidos no
tratará en lo adelante de ser «el primero» sino «el mejor». Sus eslóganes son:
«America great again» y «America first», o sea «Estados Unidos grande de nuevo»
y «Estados Unidos primero».
Ese viraje político de 180 grados
da al traste con un sistema instaurado durante los últimos 16 años y que se
originó en la guerra fría, la opción que Estados Unidos adoptó en 1947. Ese
sistema ha gangrenado numerosas instituciones internacionales, como la OTAN
(con Jens Stoltenberg y el general estadounidense Curtis Scaparrotti), la Unión
Europea (con Federica Mogherini) e incluso la ONU (con el embajador
estadounidense Jeffrey Feltman [5]).
Si Donald Trump tiene éxito,
lograr ese objetivo le llevará años.
Hacia el desmantelamiento pacífico
del Imperio estadounidense
En 2 semanas, se han iniciado
muchas cosas, a menudo con la mayor discreción. Las estruendosas declaraciones
del presidente Trump y de su equipo han sembrado voluntariamente la confusión y
le han permitido obtener la confirmación de las nominaciones de sus
colaboradores por parte de un Congreso parcialmente hostil a su administración.
Es importante entender que en
Washington ha comenzado una guerra a muerte entre dos sistemas. Dejemos pues
que la prensa atlantista comente las declaraciones a menudo incoherentes y
contradictorias de unos y otros mientras que nosotros nos atenemos sólo a los
hechos.
Ante todo, Donald Trump se ha
dedicado a garantizar su control sobre los órganos de seguridad. Sus 3 primeros
nominados –el consejero de seguridad nacional Michael Flynn, el secretario de
Defensa James Mattis y el secretario de Seguridad de la Patria John Kelly– son
3 generales que cuestionaron el «Gobierno de Continuidad» desde el año 2003 [6].
Después reformó el Consejo de Seguridad Nacional para excluir al jefe del
Estado Mayor Conjunto y al director de la CIA [7].
Aunque se anunció que este último
decreto será objeto de una enmienda, eso no ha sucedido aún. Hay que señalar de
paso que nosotros habíamos anunciado que Donald Trump y el general Flynn
querían eliminar el cargo de director de la Inteligencia Nacional [8].
Finalmente, ese cargo se mantiene y fue asignado al senador Dan Coats, en lo
que en realidad constituye una táctica para poder argumentar que la presencia
del director de la Inteligencia Nacional en el Consejo de Seguridad Nacional
justifica la exclusión del director de la CIA.
Querer ser «el mejor», en vez del
«primero» lleva al inicio de una asociación con Rusia y China. en vez de
pretender aplastar a esos países.
Para impedir esa política, los
amigos de las señoras Clinton y Nuland acaban de reiniciar la guerra del
régimen de Kiev contra el Donbass. La importante cantidad de bajas humanas y de
pérdidas materiales sufridas en esa región habían obligado al ejército
ucraniano a replegarse y a poner las milicias paramilitares nazis en primera
línea. Los nuevos ataques han causado gran cantidad de víctimas entre la
población civil de la nueva República Popular. Al mismo tiempo, en el Medio
Oriente, los colaboradores de la señora Clinton lograron entregar blindados a
los kurdos de Siria, como había previsto la administración Obama.
En aras de resolver el conflicto
ucraniano, Donald Trump está buscando cómo deshacerse del presidente Petro
Porochenko. Por eso recibió en la Casa Blanca a la jefa de la oposición,
Yulia Tymochenko, incluso antes de aceptar una llamada telefónica del presidente
Porochenko.
En Siria e Irak, Donald Trump ya
inició las acciones comunes con Rusia, aunque su vocero lo niegue. El
ministerio de Defensa ruso, después revelarlo imprudentemente, suspendió de
inmediato toda declaración al respecto.
En lo que concierne a Pekín, el presidente
Trump puso fin a la participación estadounidense en el Acuerdo Transpacífico [9], que había sido
concebido en contra de China. Durante el periodo de transición, Trump
recibió a Jack Ma, el segundo hombre más rico de China –el mismo que declaró:
«Nadie les ha robado empleos. Ustedes gastan demasiado en guerras.». Se sabe
que las conversaciones abordaron la posible adhesión de Washington al Banco
Asiático de Inversión en Infraestructura (Asian Infraestructure Investment Bank
o AIIB). Si Estados Unidos se suma a esa institución, estaría aceptando
cooperar con China –en vez de oponerse a ella– y ambos países podrían
participar en el establecimiento de dos «rutas de la seda», lo cual haría
inútiles las guerras del Donbass y de Siria.
En el plano financiero, el
presidente Trump ya inició el desmantelamiento de la ley Dodd-Frank, que trató
de resolver la crisis de 2008 evitando la quiebra abrupta de los grandes bancos
estadounidenses –en aplicación de la línea política llamada «too big to fail».
A pesar de algunos aspectos positivos –su texto consta de 2 300 páginas–, la
ley Dodd-Frank instituye un tutelaje del Departamento del Tesoro sobre los
bancos, lo cual evidentemente frena su desarrollo. Donald Trump parece
disponerse también a reinstaurar la diferencia entre los bancos de depósitos y
los bancos de inversiones mediante el restablecimiento de la Glass-Steagall
Act.
Y también ha iniciado la limpieza
en el seno de las instituciones internacionales. La nueva embajadora de Estados
Unidos en la ONU, Nikki Haley, llegó exigiendo una auditoría sobre las 16
misiones de «mantenimiento de la paz» y anunció que piensa poner fin a todas
las que parezcan ineficaces, lo cual es el caso de todas sin excepción, a la
luz de la Carta de las Naciones Unidas. En efecto, los fundadores de la ONU
nunca previeron ese tipo de despliegue militar –actualmente hay 100 000 cascos
azules. La ONU fue creada para prevenir o resolver conflictos entre Estados,
nunca conflictos internos. Cuando dos partes concluyen un alto al fuego, la ONU
puede desplegar observadores para verificar el respeto de ese acuerdo. Las
actuales operaciones de «mantenimiento de la paz» tienen como objetivo imponer
el respeto de una solución impuesta por el Consejo de Seguridad de la ONU y rechazada
por una de las partes en conflicto, lo cual es prolongar el colonialismo.
En la práctica, la presencia de
esas fuerzas prolonga el conflicto, mientras que su ausencia no modifica el
panorama.
Por ejemplo, las tropas de la
FINUL (Fuerza de Interposición de Naciones Unidas en Líbano) desplegadas en la
frontera israelo-libanesa –pero sólo del lado libanés– no evitan una acción
militar israelí, ni una acción de la resistencia libanesa, lo cual está más que
demostrado. La FINUL sólo sirve para espiar a los libaneses por cuenta de
Israel, lo cual prolonga el conflicto.
Asimismo, las tropas de la FNUOS
(Fuerzas de Naciones Unidas para la Observación de la Separación) desplegadas
en la línea de demarcación entre el Golán ocupado y Siria fueron expulsadas de
allí por los hombres de al-Qaeda, sin que ello modificara en nada el conflicto
israelo-sirio.
Conclusión: Poner fin a ese
sistema sería regresar al espíritu y el contenido iniciales de la Carta de la
ONU, renunciar a los privilegios coloniales y pacificar el mundo.
Detrás de las polémicas
mediáticas, las manifestaciones callejeras y los enfrentamientos políticos, lo
cierto es que el presidente Trump mantiene su rumbo.
Thierry Meyssan
[1] El TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del
Norte) también se designa a menudo bajo las siglas NAFTA –en inglés. Nota de la
Red Voltaire.
[2] En inglés, «Tendency of the rate of profit ». Nota de
la Red Voltaire.
[3] «Tras el Muro de los dos partidos», por Manlio
Dinucci, Il Manifesto (Italia) , Red Voltaire, 29 de enero de 2017.
[4] “Discurso de investidura de Donald Trump”, por
Donald Trump, Red Voltaire, 21 de enero de 2017.
[5] «Alemania y la ONU contra Siria», por Thierry
Meyssan, Al-Watan (Siria) , Red Voltaire, 28 de enero de 2016.
[6] «Trump: ¡Basta ya con el 11 de septiembre!», por
Thierry Meyssan, Red Voltaire, 25 de enero de 2017.
[7] “Presidential
Memorandum: Organization of the National Security Council and the Homeland
Security Council”, por Donald Trump, Voltaire Network, 28 de enero de
2017. «Donald Trump
disuelve la organización del imperialismo estadounidense», por Thierry Meyssan,
Red Voltaire, 30 de enero de 2017.
[8] «La reforma del sistema de Inteligencia, según el general
Flynn», por Thierry Meyssan, Contralínea (México), Red Voltaire, 27 de
noviembre de 2016.
[9] Se trata del Acuerdo Transpacífico de Cooperación
Económica o TPP, según sus siglas en inglés. Nota de la Red Voltaire.
Fuente: red voltaire
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