The New York Times blanquea la
Operación Cóndor y refuerza versión oficial sobre muerte de Allende
Por David
Lindorff
The New York Times tiene un historial de
referencias vagas sobre el papel de Estados Unidos en el derrocamiento de
gobiernos y el asesinato de líderes extranjeros. Pero un artículo publicado en
la edición del jueves por el reportero del Times, Simon Romero (“Latin America
Brings Up Its Dead, Seeking Truth to Help Settle the Past") supera el
límite de la censura.
En más de 1200 palabras, el artículo describe
la exhumación de los restos del poeta chileno Pablo Neruda, de los depuestos
presidentes izquierdistas de Brasil, Joao Gourlart y Juscelino Kubitschek, del
derrocado presidente Salvador Allende Gossens y de su predecesor, Eduardo Frei
Montalva, todas ellas muertes que han sido vistas con sospecha por
latinoamericanos. Romero se las arregla para mencionar sólo una vez el
"posible" papel estadounidense y luego indirectamente, cuando dice
que el presidente Gourlart fue sacado del poder en 1964 con un golpe
"apoyado por EEUU". Resultan ser las únicas referencias a Estados
Unidos en todo el artículo.
Frente a la cantidad de información que ha
sido expuesta a lo largo de los años, Romero menciona el programa de asesinatos
de la Operación Cóndor sin señalar que fue orquestado o a lo menos promovido y
facilitado por EEUU.
Los hombres del Cóndor
El Cóndor fue un vasto complot que
involucró esfuerzos cooperativos de las agencias de inteligencia de todas las
dictaduras militares de la región que, durante las décadas de 1970 y 1980,
asesinaron a un aproximado de 35 mil a 50 mil personas, principalmente líderes
de izquierda, sindicalistas y oponentes de dichas dictaduras.
Este lapsus es particularmente escandalizador
considerando que el propio New York
Times ha reportado la íntima participación de EEUU en la creación de la
Operación Cóndor.
Por ejemplo, el 6 de marzo de 2011, el periódico informó
sobre un documento "recientemente desclasificado" del Departamento de
Estado norteamericano. Reveló que Estados Unidos facilitó
las comunicaciones entre los jefes de los organismos de inteligencia del Cono
Sur que trabajaban para eliminar a grupos izquierdistas de oposición en sus
respectivos países. Parte del programa involucró la persecución de líderes
opositores que había escapado de los golpes y vivían en países vecinos de
Sudamérica.
El documento en cuestión, un cable de 1978 dirigido al
entonces Secretario de Estado de EEUU, Cyrus Vance, por el embajador de EEUU en
Paraguay, Robert E. White, fue caracterizado por el profesor J. Patrice
McSherry de la Universidad de Long Island como "otra pieza de evidencia incrementalmente dura que sugiere que el
Ejército y oficiales de inteligencia de EEUU respaldaron y colaboraron con el
Cóndor, como su socio o patrocinador secreto".
En este cable, el embajador White refiere a una
conversación que tuvo con el jefe del Ejército paraguayo, el general Alejandro
Fretes Dávalos, diciendo que le informó que los organismos de inteligencia
sudamericanos involucrados en la Operación Cóndor "se mantuvieron
comunicados unos con otros a través de una instalación de comunicaciones de
EEUU en la zona del Canal de Panamá, que cubre toda América Latina". Esa
estación de comunicaciones, escribe, era "empleada para coordinar
información de inteligencia entre los países del Cono Sur".
White, en
este memorándum a Vance, expresa sus temores de que el rol de Estados Unidos en
la Operación Cóndor pueda ser revelado durante la investigación criminal del
asesinato del ex canciller chileno Orlando Letelier y su colega estadounidense,
Ronni Moffitt, ambos muertos por un aparato explosivo instalado en su vehículo
en la ciudad de Washington. "Parece aconsejable", escribe White,
"el revisar este acuerdo para asegurar que su continuación esté en el
interés de EEUU".
Otro documento descubierto en el mismo período, esta vez un
cable de la CIA sobre el papel de la Junta brasileña en la Operación Cóndor,
refiere a "Cóndor-Tel", que se describe como una "red de comunicaciones establecida por
los países del Cóndor". También refiere a ciertas "operaciones
europeas" de los países del Cóndor, que incluyeron complots de asesinatos
contra líderes depuestos y activistas en el asilo, poco después de abandonar
sus tierras.
El tango del Times
El acercamiento completo tomado por el
periodista del Times, Romero, con la aparente cooperación o promoción de los
editores extranjeros del diario, pretende mostrar las actuales exhumaciones de
importantes cadáveres de izquierdistas (ocurridos entre 2004 y 2013), los de
Neruda, Gourlart, Kubitschek y Frei, como parte de una especie de tradición
cultural arcana de Latinoamérica. Se trata de una "fiebre de
exhumaciones", plantea, llegando al extremo de escribir que "la
práctica puede ser la continuación secularizada de las costumbres de la época
de los primeros cristianos, cuando un comercio vibrante involucraba las partes
corporales de los santos".
Ninguna de estas exhumaciones, sin embargo, tiene que ver
con la venta de partes corporales. Se
trata de buscar evidencia sobre importantes figuras políticas de izquierda,
supuestamente muertas por causas naturales u otras circunstancias extrañas, que
bien podrían haber sido asesinadas en complots ligados a Estados Unidos y su
Agencia Central de Inteligencia (CIA). Romero no dice nada de esto.
En el caso del presidente Frei Montalva, por ejemplo, quien
fuera presidente de Chile hasta la elección de Allende, su muerte en 1982 ha
sido oficialmente atribuida a complicaciones por una operación. Pero el hecho de que el demócrata cristiano
fue un crítico audaz del reinado militar de Augusto Pinochet, el general que
lideró el golpe contra Allende, ha generado sospechas de que fue asesinado. En
realidad, reporta Romero, después de que su cuerpo fuera exhumado, los expertos
forenses concluyeron que Frei había sido envenenado por dosis pequeñas de gas
mostaza y talio, un metal pesado altamente tóxico.
Lo que
Romero no dice es que en 1982, bajo la presidencia de Ronald Reagan y la
dirección de la CIA de William Casey, la Operación Cóndor estaba en su máximo
esplendor. Es improbable que Pinochet, una marioneta de Estados Unidos cuyo golpe de
1973 fue incitado por el asesor de Seguridad Nacional de Nixon, Henry
Kissinger, haya matado por sí mismo a Frei sin el permiso de EEUU (incluso
cuando Romero menciona el golpe de 1973 en Chile, omite señalar que EEUU tuvo
un rol activo en fomentarlo).
También se ha dicho oficialmente que Gourlart
murió de un ataque al corazón en 1976, cuando vivía en el exilio en Argentina.
La exhumación de su cuerpo pretende determinar si fue envenenado o no. Mientras Romero explica tal preocupación,
falla en precisar que los principales sospechosos de su eventual asesinato son
el Cóndor y, por extensión, la CIA.
Aumentando la desinformación
The New York Times ha censurado por mucho tiempo su
cobertura de Latinoamérica, en especial cuando se trata de acciones encubiertas
realizadas por Estados Unidos para socavar las democracias populares que
Washington considera su "patio trasero". Pero esta publicación en
particular lleva la censura al nivel de lo absurdo.
El periodista omite, paralelamente
al mencionar la reciente exhumación del cadáver del líder palestino Yasser
Arafat, quien murió misteriosamente por "causas naturales" en 2004,
que expertos suizos encontraron rastros de polonio, un elemento raro y
altamente tóxico, en sus prendas. Dicho hallazgo, dado a conocer en una respetada
publicación médica inglesa, el Lancet, aumenta la probabilidad de que Arafat
fuera asesinado. Sólo un limitado número de agencias de inteligencia
tienen acceso al polonio. La lista incluye a Estados Unidos, la Unión Soviética e Israel, el último de
los cuales ha expresado claramente su disgusto hacia Arafat, al punto de haber
amenazado en 2002 con bombardearlo.
No debe sorprender que Romero, un
corresponsal de larga data del Times emplazado actualmente en Brasil, escriba
un artículo tan descaradamente censurador sobre la historia de la acción
encubierta de EEUU en América Latina. Romero también escribió una absurda historia
basada en datos de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), mostrando que
Venezuela se había convertido en una amenaza militar regional pese a que la
"Fairness Accuracy in Reporting" indicó que el Ejército venezolano
era superada en ese momento por Colombia y Brasil, y que representaba 1/500 del
tamaño del Ejército estadounidense.
Para darle a Romero lo que merece, no
obstante, el problema es más grande que un reportero. Ablandar las horrendas hazañas de Estados Unidos no es algo nuevo y
no está limitado a un reportero del Times. Usar la "tradición
cultural" para explicar por qué alguien querría exhumar a figuras
populares que murieron bajo circunstancias sospechosas recuerda a un artículo
anterior del Times en el que el autor usó la pseudopsicología, incluso la
neurología, para explicar por qué ciertas personas creen en "conspiraciones".
Cuando se trata de asesinatos políticos que subyacen a la
mayoría de las exhumaciones mencionadas, no hay forma de evitar observar lo que
parece ser una omisión deliberada del potencial patrocinio estadounidense. Que
la revisión de los hechos ocurra en tiempos en que el sentimiento
anti-estadounidense aumenta en muchos países latinoamericanos que buscan
reparación y justicia no puede ser ignorado. Mientras lamentamos estas trágicas
muertes podríamos agregar otra en Estados Unidos: la lenta muerte del
periodismo honesto. Es tiempo de exhumar la verdad, en todas partes.
Fuente:
verdad ahora