Enfrentamiento en Bilderberg 2017
Cuando el presidente Trump parece haber resuelto, más o
menos, sus problemas de autoridad interna, el conflicto se desplaza al seno de
la OTAN. Washington quiere que se abandone la manipulación del terrorismo pero
Londres no tiene intenciones de renunciar al instrumento que tan eficaz le ha
resultado para imponer su influencia. Inicialmente organizado como caja de
resonancia de la alianza atlántica, el Grupo de Bilderberg acaba de ser escenario
de un enconado debate entre partidarios y adversarios del uso imperialista del
terrorismo islamista en el Medio Oriente.
No existen fotos de la reunión
del Grupo de Bilderberg, cuyos trabajos tienen carácter confidencial. La
policía del Estado de Virginia y el FBI no estuvieron vinculados a la
protección del encuentro, que estuvo en manos de una milicia armada privada y
de la OTAN.
El Grupo de Bilderberg fue creado en 1954, por la CIA y el
MI6, para respaldar a la OTAN. ¿Objetivo? Crear un marco para el encuentro de
personalidades del mundo económico y del mundo mediático con responsables
políticos y militares para alertar a la sociedad civil sobre la gravedad del
«peligro rojo». Lejos de ser un foro de toma de decisiones, este restringido
club ha sido históricamente un lugar de encuentro donde los “veteranos” tenían
que rivalizar en fidelidad a Londres y a Washington y los “jóvenes” estaban
llamados a demostrar que se podía confiar en ellos para enfrentar a los
soviéticos [1].
Fue en la reunión de 1979 donde Bernard Lewis reveló a los
participantes del Grupo de Bilderberg el papel de la Hermandad Musulmana en la
lucha contra el gobierno comunista afgano. Este islamólogo
anglo-israelo-estadounidense propuso en aquel encuentro extender la «guerra por
la Libertad» (sic) a toda el Asia central.
Fue en la reunión de 2008 del Grupo de Bilderberg –o sea, 2
años antes de que comenzaran los desórdenes– que la señora Basma Kodmani
(futura portavoz de la oposición siria) y el alemán Volker Perthes (futuro
consejero del estadounidense Jeffrey Feltman en la elaboración del documento
para la capitulación total e incondicional de Siria [2])
explicaron por qué resultaba de interés respaldar a la Hermandad Musulmana para
dominar el Medio Oriente. El dúo Kodmani/Perthes subrayaba entonces ante el
Grupo de Bilderberg la «moderación» de la Hermandad Musulmana ante Occidente,
en contraste con el soberanismo «extremista» de Irán y Siria [3].
Fue también ante el Grupo de Bilderberg, en la reunión de
2013, que el jefe de la asociación de los patrones alemanes, Ulrich Grillo, se
pronunció por la organización de la migración masiva de 800 000 trabajadores
sirios hacia las fábricas alemanas [4].
Bilderberg 2017
Ahora, el Grupo de Bilderberg acaba de realizar su reunión de
2017, del 1º al 4 de junio y en Estados Unidos. Lo excepcional de este
encuentro es que, de los 130 participantes, no todos defendieron el mismo
proyecto. En realidad pasó todo lo contrario a lo habitual: ante las
intervenciones de Donald Trump en la cumbre arabo-islamo-estadounidense y en la
cumbre de la OTAN [5], la CIA y el MI6
organizaron el primer día un debate entre partidarios y adversarios de la lucha
contra el islamismo. Por supuesto, se trataba de obtener un compromiso entre
ambos bandos o definir claramente las disensiones existentes y no permitir que
estas destruyan el objetivo inicial de la alianza atlántica, que es la lucha
contra Rusia [6].
Del lado del anti-islamismo (que no apunta contra la religión
musulmana sino contra el islam político al estilo de Sayyid Qutb), estaban el
general H. R. McMaster (consejero de seguridad nacional del presidente Trump) y
la experta Nadia Schadlow. El general McMaster es un reconocido estratega cuyas
teorías se han visto verificadas en el campo de batalla. Nadia Schadlow ha
trabajado sobre todo en cómo convertir las victorias militares en éxitos
políticos, se ha interesado mucho en la reestructuración de los movimientos
políticos en los países derrotados y está a punto de publicar un nuevo libro
sobre la lucha contra el radicalismo islámico.
En el bando de los pro-islamistas estuvieron:
por
Estados Unidos, John Brennan (el último director de la CIA de la administración
Obama) y sus ex subordinados Avril Haines y David Cohen (a cargo del
financiamiento del terrorismo);
por
el Reino Unido, Sir John Sawers (ex director del MI6 y protector de larga data
de la Hermandad Musulmana) y el general Nicholas Houghton (ex jefe del estado
mayor que preparó el plan de invasión terrestre contra Siria);
por
Francia, el general Benoit Puga (ex jefe del estado mayor particular de los ex
presidentes Nicolas Sarkozy y Francois Hollande y comandante de las fuerzas
especiales francesas en Siria) y Bruno Tertrais (estratega neoconservador del
ministerio francés de Defensa);
como
representantes de las empresas privadas, los estadounidenses Henry Kravis
(director del fondo de inversiones KKR y tesorero oficioso del Emirato Islámico
[Daesh]) y el general David Petraeus (ex director de la CIA y cofundador de
Daesh).
Como si ese desequilibrio no fuese suficiente, los
organizadores incluyeron también en el debate a varios expertos en justificar
lo injustificable, como el profesor Niell Fergusson (historiador del
colonialismo británico).
Un
posible cambio radical en materia de alianzas
Habrá que esperar algún tiempo para saber lo que se dijo en
esta reunión y entender las conclusiones a las que han llegado o no los
contendientes. Pero lo que sí es ya evidente es que Londres está incitando a un
cambio de paradigma en el Medio Oriente. Si bien se abandona el modelo de la
«primavera árabe» –o sea, la reproducción de la «revuelta árabe de 1916»,
organizada por Lawrence de Arabia para sustituir el Imperio Otomano por el
Imperio Británico–, el MI6 espera crear una nueva colusión basada en el islam
político.
De hecho, mientras que Washington renovó su alianza con
Arabia Saudita y convenció ese reino de que tiene que romper con la Hermandad
Musulmana a cambio de 110 000 millones de dólares en armamento estadounidense [7], Londres está tratando de montar una alianza
entre Irán, Qatar, Turquía y la Hermandad Musulmana. Si el proyecto británico
llegara a prosperar veríamos disolverse el conflicto «sunnitas versus chiitas»
para asistir a la creación de una «media luna del islam político» Teherán-Doha-Ankara-Idlib-Beirut-Gaza.
Esa nueva situación permitiría al Reino Unido conservar su influencia en la
región.
El único punto de consenso entre los miembros de la alianza
atlántica parece ser la necesidad de abandonar el principio que estipulaba la
creación de un Estado yihadista. Todos admiten que hay que volver a meter el
demonio dentro de la botella. En otras palabras, están de acuerdo en que hay
que acabar con el Emirato Islámico (Daesh)… aunque algunos de sus miembros a
al-Qaeda puedan acabar siendo transferidos a al-Qaeda. Eso explica el hecho que
–inquieto por su supervivencia personal– el Califa autoproclamado haya hecho
llegar secretamente un ultimátum al primer ministro británico y al presidente
de Francia.
Cada cual
tendrá que definir de qué lado está
En los próximos meses veremos si es real el cambio de Arabia
Saudita. De ser verdadero, sería una buena noticia para los sirios… pero
resultaría mala para los yemenitas –cuya tragedia seguiría manteniéndose en
silencio en el mundo occidental. Con su cambio de actitud, el rey saudita
Salman se abre a sí mismo la posibilidad de hacer evolucionar el wahabismo –que
actualmente es una secta de fanáticos– para convertirlo en una religión normal.
Ya en este mismo instante, el súbito conflicto entre Riad y Doha alrededor de
Irán viene acompañado de una polémica sobre el posible parentesco entre el
fundador de la secta –Mohammed ben Abdelwahhab– y la dinastía qatarí de los
Al-Thani, pretensión que pone locos de rabia a los miembros de la dinastía
Saud.
El proyecto del «islam político» consiste en unir a los
miembros de la Hermandad Musulmana y los partidarios de Khomeiny. Ese proyecto
implica que Irán, e incluso el Hezbollah, adopte esa problemática como
reemplazo de la lucha antiimperialista. Si llegara a concretarse, Irán se
retiraría de Siria. La Casa Blanca toma muy en serio esa posibilidad y se
prepara –con gran temor– para enfrentarla. Para ello, Donald Trump ya designó a
Teherán como su nuevo enemigo en su discurso de Riad y acaba de nombrar a
Michael D’Andrea (el organizador del asesinato de Imad Mougniyeh, perpetrado en
2008, en Damasco) como responsable de la acción de la CIA relacionada con Irán [8].
Rusia ya se había preparado para una nueva distribución de
las cartas en el Medio Oriente. Ha seguido adelante con su ambición de lograr
acceso a las «aguas cálidas», mediante su apoyo a Siria, y de poder circular a
través de los estrechos de los Dardanelos y del Bósforo (pasos obligados para
entrar en el Mediterráneo), acercándose para ello a su adversario hereditario,
que es Turquía. Pero a largo plazo, el islam político sólo puede acabar
trayéndole problemas en el Cáucaso.
Como siempre sucede cuando los jugadores se reparten
nuevamente las cartas, cada uno de ellos tiene que definir su posición. El Reino
Unido defiende su Imperio, Francia defiende a su clase dirigente y Estados
Unidos defiende a su pueblo. Algunos, en el Medio Oriente, lucharán por su
comunidad y otros por sus ideas.
Pero las cosas no siempre son tan simples: Irán podría seguir
el ideal del imam Khomeiny confundiendo el fin y los medios. Lo que comenzó
siendo una revolución antiimperialista alentada con la fuerza del islam podría
convertirse entonces en una simple afirmación del uso de esta religión para
lograr objetivos políticos.
Las consecuencias
en el resto del mundo
El MI6 y la CIA asumieron un gran riesgo al invitar a la
reunión de Bilderberg 2017 al representante de un país que no es miembro de la
OTAN. El embajador de China, Cui Tiankai, cuya intervención estaba programada
sólo para el cuarto día del seminario, tuvo por tanto tiempo de evaluar, desde
el primer día, las posiciones de cada uno de los miembros de la OTAN.
Por un lado, Pekín apuesta por la colaboración de Donald
Trump, por la apertura de Estados Unidos al Banco Asiático de Inversión para la
Infraestructura (AIIB) y por el desarrollo de todas sus rutas comerciales. Por
otro lado, espera que el Brexit se traduzca en una alianza económica y
financiera con Londres [9].
El embajador Cui, quien fue director del Centro de Investigación
Política del ministerio chino de Relaciones Exteriores, aparentemente podría
darse por satisfecho con una simple destrucción de Daesh. Pero él no ignora que
quienes orquestaron el nacimiento del Califato para cortar el paso a la «ruta
de la seda» en Irak y en Siria y organizaron después la guerra en Ucrania para
cortar también la «nueva ruta de la seda» se preparan además para abrir un
tercer frente en Filipinas y un cuarto frente en Venezuela, con los que esperan
cortar otros proyectos de comunicación.
Desde esa perspectiva, China –que al igual que Rusia tiene el
mayor interés en respaldar a Donald Trump, aunque sea para prevenir el
terrorismo en su propio suelo– no puede menos que interrogarse sobre las
posibles consecuencias a largo plazo de una hegemonía británica en la «media
luna del islam político».
Thierry
Meyssan
[1] «Lo que usted no sabe sobre el Grupo de Bilderberg», Thierry
Meyssan, Komsomolskaya Pravda/Red Voltaire, 15 de abril de 2011.
[2] «Alemania y la ONU contra Siria», por Thierry Meyssan,
Al-Watan (Siria) , Red Voltaire, 28 de enero de 2016.
[3]
Sous nos yeux. Du 11-Septembre à Donald Trump, Thierry Meyssan, Editions
Demi-lune, 2017. Una
edición en español de este libro debe aparecer en las librerías próximante.
[4] «Cómo la Unión Europea manipula a los refugiados sirios»,
por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 2 de mayo de 2016.
[5] «Trump adelanta sus peones», por Thierry Meyssan, Al-Watan
(Siria), Red Voltaire, 30 de mayo de 2017.
[6] «Grupo de Bilderberg, reunión de 2017», Red Voltaire, 2 de
junio de 2017.
[7] «Donald Trump contre le jihadisme », par Thierry Meyssan,
Al-Watan (Syrie) , Réseau Voltaire, 23 mai 2017.
[8] «La CIA prepara operaciones secretas duras contra Irán», Red
Voltaire, 3 de junio de 2017.
[9] «El Brexit redistribuye las cartas de la geopolítica
mundial», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 27 de junio de 2016.
Fuente: red voltaire