Elecciones en Grecia
El poder de la imagen
por Jean-Claude Paye
La experiencia griega es digna de estudio.
Estados Unidos, que impuso su política simultáneamente a Bruselas, Berlín y
Atenas, puso a prueba en Grecia la manera de paralizar una oposición popular
masiva recurriendo al uso del «pensamiento doble». Ahora falta propagar en el
resto de Europa la sensación de impotencia así obtenida para posibilitar la
incorporación de la eurozona a la zona donde rige el dólar estadounidense
mediante la creación de un gran mercado único transatlántico.
Red Voltaire
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Alexis Tsipras, ídolo de la izquierda «antiimperialista» europea |
A pesar de los sondeos que predecían un
resultado equilibrado con los de Nueva Democracia, Alexis Tsipras acaba de
ganar sus segundas elecciones legislativas con un 35,46% de los votos contra un
28,10% para este último partido. Tsipras decidió de inmediato reinstaurar la
antigua mayoría gubernamental aliándose con el partido de los Griegos
Independientes, representantes de la derecha nacionalista. Algunos
observadores, como Romaric Godin, estiman que «los griegos saben premiar a quien lucha, aunque al final salga
derrotado» [1]. Para Godin, «este espíritu de lucha» devolvió la
dignidad al pueblo griego.
Primeramente, es importante señalar que el
apoyo está lejos de ser masivo, si se tiene en cuenta que hubo un 45% de
abstención, o sea, un 10% más que en las elecciones de enero. Si agregamos a
eso las boletas en blanco o anuladas (2,5% contra un 0,5% en enero), resulta
que cerca de la mitad de los electores manifestaron su descontento hacia la
política del gobierno. La abstención, el voto en blanco así como la incapacidad
de los disidentes de Syriza –la Unidad Popular– para constituir una fuerza
política reconocida por los electores revelan la existencia de un alto grado de
desconfianza hacia el conjunto de la clase política y, sobre todo, la
existencia de un sentimiento de impotencia. ¿Para qué ir a votar si de todas
formas no sirve de nada?
La total sumisión de Tsipras al dictado de los
acreedores, después de haber organizado un referéndum en el que los electores
se opusieron masivamente a esa capitulación, ha destruido todo deseo de oponer
resistencia. Aunque la victoria de la derecha habría sido una derrota, la lucha
contra las reformas hubiese podido continuar por otros medios. Pero la victoria
de Tsipras, por el contrario, hunde al pueblo en una situación en la que ya ni
siquiera tiene las palabras necesarias para seguir luchando. La derrota se
convierte en “victoria” y a la
colaboración se le llama “resistencia”.
La “Troika”
ya no es el adversario del gobierno griego, ahora se convierte en su aliado en
su «lucha contra la oligarquía y el
fraude fiscal». Las reformas iniciadas por el gobierno
supuestamente serían más eficientes con la ayuda de las instituciones europeas,
que se presentan así como importantes instrumentos de lucha contra el capital
financiero.
Sin embargo, a pesar de su carácter
paradójico, la mayoría que Syriza acaba de obtener y su relativa victoria en las urnas
indican algo muy real: la actual
supremacía de la imagen por encima de los hechos.
Una imagen de resistencia
Vemos, en efecto, que la capitulación del
primer ministro Tsipras no afectó su imagen. Tsipras pudo darse el lujo de
declarar: «No se me puede reprochar no
haber luchado. Yo luché hasta donde nadie ha luchado» [2]. Con ello sale de una problemática de
enfrentamiento para ponerse en posición de víctima. La iconografía
que resulta de esta posición de víctima fusiona dos aspectos: proyecta la imagen del héroe que ha luchado más que
nadie antes que él al mismo tiempo que la imagen de la víctima que no tuvo otra
opción que firmar los acuerdos bajo la amenaza «del revólver en la sien».
Así se consagra la imagen de la «izquierda radical». La madre de Alexis
Tsipras, de 73 años, cuenta al semanario popular Parapolitika (Παραπολιτικά): «Últimamente Alexis no come ni duerme.
Pero no tiene opción, tiene una deuda con el pueblo que confió en él» [3]. Su esposa agrega: «Sólo lo veo muy raramente. Vive entre el aeropuerto y el Parlamento.
No tiene tiempo de ver ni a sus hijos. ¿Cómo tendría tiempo para verme a mí?»
Todo se reduce al sufrimiento del político fiel pero herido. La supremacía de la imagen suprime toda separación entre los
ciudadanos y el poder. La crítica se convierte entonces en una herejía ya que
negaría el sacrificio que está haciendo el dirigente.
De esa manera se desplaza el verdadero motivo
del enfrentamiento desde la oposición objetiva entre fuerzas sociales hacia el
conflicto interno del primer ministro y su estado de ánimo. Se despoja a la
gente del carácter material de sus propias luchas para tratar de proteger la
imagen de Tsipras. El resultado de las elecciones reafirma a un primer
ministro que renunció al cumplimiento de sus promesas electorales y que
invirtió con su acción los resultados del referéndum que él mismo había
organizado. Su éxito [electoral] prueba la eficacia de un procedimiento
que exige a los pueblos dejar en suspenso sus propios intereses para mantener
intacta la imagen de resistencia de su dirigente.
Supremacía de la imagen
La imagen exhibe lo invisible: la lucha desigual de
Tsipras. Revela lo que se esconde detrás de los hechos, detrás de su
capitulación ante la Unión Europea. El resultado de las elecciones convierte la
mirada de Tsipras sobre sí mismo en algo “objetivo” y es eso lo que se pone en
lugar de la realidad. La imagen se hace así más real que la realidad y escapa a
la contradicción. La fusión que se
instaura así entre los ciudadanos y su dirigente hace que su «resistencia» no
puede ser cuestionada ni objeto de crítica.
La imagen siempre ha sido un tema central
para el gobierno griego. Por ejemplo, la simple modificación en la manera de
designar a sus interlocutores –la «Troika»
se convirtió en «las Instituciones»– también
fue presentada como una victoria.
Sin embargo, el gobierno griego se plegó por completo a las exigencias de los acreedores
y aceptó el endurecimiento de sus exigencias. Por cierto, las exigencias
de la «Troika» no han terminado aún.
La nueva degradación económica del país permitirá a las «Instituciones» exigir más restricciones y nuevas privatizaciones.
Debido a la situación de urgencia, estas privatizaciones tendrán realizarse
vendiendo a precio de ganga. Debido a la capitulación, el gobierno griego no
podrá hacer otra cosa que participar en el descuartizamiento del país. A pesar
de ello, gracias a la manipulación de la imagen, el abandono de los principios
iniciales es designado como «lucha».
Borrando la diferencia entre una
cosa y lo contrario
La imagen «es la cosa
sin serlo», establece una equivalencia entre lo que existe y lo que no
existe. De esa
manera, se hace posible presentar la capitulación como una victoria. Es así
como, al comparecer ante el Parlamento griego para llamar los diputados a
acelerar el proceso de aplicación del acuerdo firmado con las «Instituciones» europeas, Tsipras
declara: «Es crucial no perder ni un
milímetro del terreno que ganamos al firmar el acuerdo.» [4]
Ese proceso de eliminación de la diferencia
entre una cosa y lo contrario es una constante en la política de ese gobierno. El primer
ministro llamó a sus conciudadanos a pronunciarse, a través de un referéndum,
en contra de las propuestas de la Unión Europea, propuestas que finalmente
fueron rechazadas por el 61% de los votantes. Pero, después de eso, Tsipras acepta un acuerdo aún más desfavorable para
la población griega. Y mientras se somete al dictado de la Unión
Europea, Tsipras declara: «No creo en ese acuerdo. Es un acuerdo malo
para Grecia y para Europa pero he tenido que firmarlo para evitar una
catástrofe.» [5].
Pensamiento doble
Panos Kammenos, ministro de Defensa y
presidente de los Griegos Independientes –el partido nacionalista miembro de la
coalición gubernamental–, también declaró que la aceptación del acuerdo del 13
de julio era una «capitulación»
resultado de un «chantaje» y de un
verdadero «golpe de Estado», y
agregó: «Grecia capitula pero no se
rinde.» [6], antes de pedir a los
diputados de la mayoría que votaran a favor del acuerdo.
Tsipras y Kammenos desarrollan aquí
un sistema de pensamiento doble que consiste en anular algo enunciado en el
momento mismo en que se enuncia, aunque se mantiene lo que se había dado a
entender anteriormente. De esa manera, el diputado y el ciudadano a quienes se dirigen tales
discursos deben ser capaces de aceptar simultáneamente elementos que se oponen,
sin resaltar por ello la contradicción existente. Se conjugan así, en las
mentes, dos visiones incompatibles.
Enunciar simultáneamente una cosa
y lo contrario provoca una desintegración de la conciencia. La negación de
la oposición existente entre las dos proposiciones impide toda representación.
Se hace entonces imposible percibir la realidad y analizarla. Al vernos
en la incapacidad de distanciarnos de la emoción, no podemos hacer otra cosa
que sufrir la realidad y someternos a ella en vez de pensarla y organizarla.
Un principio del sometimiento
El individuo se ve entonces en posesión de dos visiones
incompatibles y carentes de todo vínculo. La negación de la oposición entre
esos dos elementos suprime la
conflictualidad ya que hace coexistir en el seno del yo dos afirmaciones
opuestas que se yuxtaponen sin influenciarse entre sí. Este
procedimiento, que el sicoanálisis denomina como «clivaje», impide todo juicio y provoca una indiferenciación de los
elementos de la realidad. La deconstrucción de la facultad de simbolizar impide
la formación de una memoria y se opone así a la constitución de un «nosotros». Convirtiéndonos en mónadas, el discurso tiene
entonces un efecto de petrificación ante la omnipotencia de las instituciones
europeas y nos encierra en la sicosis: no hay otra política posible.
En su novela 1984, George Orwell ya describía
el «pensamiento doble» [7] que consiste en «sostener dos opiniones contradictorias simultáneamente, dos creencias
contrarias albergadas a la vez en la mente» [8].
George Orwell ya había identificado esos «principios del sometimiento» que privan
al individuo de toda capacidad de resistencia y cuya función es borrar en el
sujeto «todo recuerdo de la existencia de
un deseo posible de resistencia» [9].
La política que tiende a borrar el «deseo mismo de resistencia» está
presente en el pedido del fiscal general del Tribunal Supremo al Parlamento
griego
para que este último examinara dos denuncias presentadas contra el ex ministro
de Finanzas, Yanis Varoufakis, en relación con la elaboración de un plan –que
no llegó a ser aplicado– para la creación de una moneda paralela. Como escribe
Courrier International: «Sus reflexiones
secretas pudieran tener importantes consecuencias para el jefe de las Finanzas
griegas» [10]. El sólo hecho de pensar
en resistir podría ser convertido en delito.
Fortalecer la integración a la
estructura imperial
El proceso de pensamiento doble no se limita a la política
económica y financiera del gobierno sino que también está presente en su
política exterior. El rabino Mordechai Frizis, ex gran rabino de Salónica, había
expresado inquietud ante la victoria electoral de Syriza declarando que el «partido Syriza es un partido antisionista
que está en contra de Israel» [11]. El supuesto antisionismo del gobierno
griego se tradujo recientemente en la firma de un importante acuerdo militar
con Israel [12].
Este pacto es similar al que existe entre Israel y Estados Unidos. No hay otro
equivalente. Garantiza inmunidad legal a todo el personal militar durante un
entrenamiento en el territorio del otro país [13].
Ese acuerdo
estipula que la marina de guerra de Israel puede intervenir en aguas chipriotas
y en el Mediterráneo oriental para neutralizar todo ataque islamista contra
intereses griegos o los del Estado hebreo. De ser necesario, unidades de
élite de las fuerzas armadas de Israel también podrían desplegarse en las
plataformas de extracción de gas de Chipre o instalarse en bases militares
griegas [14].
Quien firmó ese acuerdo en nombre del gobierno griego fue
Panagiotis Kammenos, ministro de Defensa griego y miembro de los Griegos
Independientes [ANEL], el partido nacionalista miembro de la mayoría
gubernamental. Pero ese acuerdo no
hubiese sido posible sin la aprobación de Syriza. El 6 de
julio de 2015, esa opción fue confirmada por el viaje del ministro de Relaciones
Exteriores nombrado por Syriza, Nikos Kotzias, a Jerusalén para conversar con
el primer ministro israelí Benyamin Netanyahu con el fin de «fortalecer los vínculos bilaterales entre
los dos países».
Además, a pedido de las
autoridades estadounidenses, el gobierno de Tsipras acaba de prohibir que los
aviones rusos que vuelen a Siria pasen por el espacio aéreo griego, decisión
tomada poco antes del inicio del traslado del material, militar y no militar,
«destinado a la lucha contra los
mercenarios del Estado Islámico».
De esa manera, el discurso de Syriza, presentado
como el resultado de una voluntad popular de «romper con el imperialismo»,
se acompaña en realidad con una política de fortalecimiento de la
integración a la estructura imperial. La acción del gobierno debe
olvidar el programa del partido y este último renuncia a hacer algo concreto. El antiimperialismo existe únicamente como
discurso y se hace posible aplicar paralelamente una política que va en el
sentido opuesto. Nos situamos fuera del lenguaje, discurso y realidad coexisten
de manera independiente, el primero como simple letanía, como balbuceo, o sea
como simple gozo, mientras que la segunda [la realidad]
se reduce a lo innombrable, a lo real que no podemos pensar y que, por consiguiente,
no podemos enfrentar. Lo que se dice se convierte en lo real, ambas cosas
se confunden. Y así, la separación de lo que dice el poder ya no es posible.
La austeridad como única política
posible
Alexis Tsipras repitió durante toda la
campaña electoral que respetaría sus compromisos, subrayando que no estaba de
acuerdo con la política de austeridad. El gobierno griego se comprometió a
adoptar en los 3 próximos años unas 223 nuevas medidas a cambio de un
financiamiento de 86 000 millones de euros. La aplicación del tercer memorándum
pone a Grecia bajo estrecha vigilancia. El dinero se entrega con cuentagotas y
a cambio de reformas muy precisas. El tercer memorándum no deja al gobierno
griego ningún margen de iniciativa en el sector presupuestario [15].
Al conservar la coyunda del euro, el futuro
de los bancos también depende de la buena voluntad de los acreedores ya que
estos son los únicos que pueden dar luz verde al programa de recapitalización,
que se eleva a 15 000 millones de euros [16].
Alexis Tsipras justificó su capitulación ante
el dictado de la Troika con la vaga promesa de una futura restructuración de la
deuda. El FMI declaró varias veces que esa restructuración era una necesidad y
una condición para su propia participación en el financiamiento de las
reformas. Sin embargo, debido a la oposición de Berlín, Grecia sólo podía
esperar reducciones de tasas, un reescalonamiento de los pagos y obtener plazos
más largos. Para Alemania, el objetivo era mantener la presión sobre el
gobierno griego instaurando una restructuración «progresiva» [17]. Esta
interpretación se vio confirmada en una entrevista concedida, el 1º de octubre,
al Financial Times por el director del Mecanismo Europeo de Estabilidad, Klaus
Regling. En esa entrevista Regling advirtió que, a pesar de las declaraciones
de Tsipras, Grecia no debería poner sus esperanzas en una amplia renegociación
de su deuda. El país estaría así condenado a pagar una renta perpetua a sus
acreedores y a sufrir una creciente depauperación.
Una nueva depauperación del país
Alexis
Tsipras se comprometió, «por su honor y
su conciencia», a «servir al pueblo
griego». Pero es posible que su honor y su conciencia no pesen mucho
comparados con sus compromisos con los financieros, después del
memorándum impuesto por las «Instituciones»
y aceptado por el gobierno griego. Ese documento no deja ningún espacio a la
iniciativa política y cancela la soberanía del Estado griego.
Las reformas impuestas afectan todos los
sectores de la economía, incluyendo los más importantes para la vida cotidiana.
Eso va desde el precio de la leche hasta la fecha en que se inician las rebajas
en las tiendas, pasando por el trabajo dominical –autorizado o no–, el monto de
los salarios en los sectores privado y público y las compensaciones en caso de
despido. Sin olvidar la venta de medicamentos en los supermercados, la
liberalización de los oficios considerados cerrados y las privatizaciones [18]. Los acreedores soltarán los 86 000 millones
de euros concedidos en 3 años con cuentagotas, sólo después de verificar que se
aplican las reformas y que Atenas respeta los objetivos impuestos en materia de
presupuesto. El margen de maniobra [del gobierno] es cero. Desde finales de
octubre, caerá sobre los griegos una serie de tasas y de impuestos, acompañados
de reducciones de los retiros complementarios. El gobierno también tendrá que
aumentar la edad legal para el retiro llevándola de 65 a 67 años, reducir las
posibilidades de pre-retiro, concretar las privatizaciones y liberalizar el
mercado de la energía.
En 5 años, la política de austeridad impuesta
Grecia ya redujo el PIB del país en un 25% o un 30%, la afectación ha sido aún
mayor para el nivel de vida de la gran mayoría de la población pero los altos
ingresos han sido poco afectados por las medidas adoptadas. El plan impuesto no
puede más que acentuar esta tendencia: agravación de la austeridad y aumento
relativo de la deuda.
Así que Grecia no podrá cumplir sus
compromisos, lo cual provocará una nueva intervención externa. Es posible que
la salida de Grecia de la eurozona sólo se haya retrasado. Además, Grecia
pierde la parte fundamental de lo que aún le quedaba de soberanía nacional ya
que tendrá que someterse a mecanismos de recortes automáticos de sus gastos y
aceptar las reformas que le impongan las instituciones europeas. ¿Cuál sería la
«catástrofe»? ¿Un nuevo y rápido debilitamiento programado del país o una
salida del euro que permitiría un «default» en el pago de la deuda al mismo
tiempo que una posibilidad de reactivación de la actividad económica?
Grecia: un objetivo que no pasa de
ser un espejismo
El plan instaurado por el ministro alemán de Economía
Wolfgang Schauble no apunta prioritariamente hacia Grecia sino que su objetivo,
a través de ella, es alcanzar a los países que presentan un importante déficit
presupuestario –como Italia y Francia– con el fin de trasladar a manos de las
instituciones europeas –o sea, de Alemania– lo que aún queda de sus
prerrogativas presupuestarias [19]. Si bien la extinción de
la eurozona mediante la formación de un conjunto transatlántico está en los
planes de las instituciones europeas, no es menos cierto que ese
desmantelamiento debe efectuarse de forma ordenada, siguiendo el modelo de «la austeridad», al estilo de Alemania,
de la potencia europea dominante alrededor de la cual Estados Unidos construyó
la Unión Europea y también alrededor de la cual está deconstruyendo ese
conjunto regional. Los pueblos empobrecidos de la Unión Europea ya no podrán
servir de destino privilegiado a las exportaciones alemanas, que tendrán que
volverse entonces hacia Estados Unidos.
En efecto, la disolución de la Unión Europea en esta nueva zona política y
económica [transatlántica] sólo puede concretarse mediante un importante
retroceso del nivel de vida y de las libertades en Europa. Los
pueblos de la Unión Europea tendrán que aceptar la pérdida de lo que habían
logrado. El
experimento griego, que lleva a crear una sensación de impotencia ante esas
políticas devastadoras, revela entonces totalmente su objetivo final.
Propagar una sensación de impotencia
entre los pueblos de la Unión Europea
En sus célebres conferencias, el historiador
Henri Guillemin, nos recordaba una citación de Maurice Barres, inspirador de la
derecha nacionalista francesa, citación que data de 1897:
«La
primera condición de la paz social es que los pobres se sientan impotentes.»
Esa sentencia arroja luz sobre el
resultado de las negociaciones de Alexis Tsipras, al tiempo que aclara el
objetivo del ataque contra los pueblos de todo el conjunto de países de la
Unión Europea.
Tsipras ha querido creer que lo que él
consideraba tabú –un «Grexit» que
supuestamente implicaría un peligro de desmantelamiento de la eurozona– lo era
también para sus interlocutores. Pero para los dirigentes de la Unión Europea,
y principalmente para Alemania, la construcción europea está destinada a
desaparecer en el futuro gran mercado transatlántico. Esa es la actitud de
Alemania que, tanto al nivel de la lucha contra el fraude fiscal como en lo
tocante a sus repetidas tergiversaciones ante los ataques contra el euro, ha
favorecido las operaciones de los «hedge
funds» estadounidenses [20].
Esta voluntad de poner la eurozona en
dificultades se confirma con la reiterada negativa a aceptar lo inevitable: la
restructuración de la deuda griega. La negación de esa evidencia crea una
inestabilidad permanente en la mayoría de los países miembros de la zona euro y
los pone a merced de la amenaza de los mercados financieros. Esta actitud es
coherente con el compromiso prioritario de este Estado europeo con la
implantación de una unión económica con Estados Unidos.
Preparar el gran mercado
transatlántico
La repercusión del forcejeo entre
las instituciones de la Unión Europea y Grecia va más allá del empobrecimiento
programado de ese país. Tiene que ver con el futuro mismo de la Unión Europea. Tenemos que
recordar que la integración de la Unión Europea al futuro mercado
transatlántico es sinónimo de una importante reducción del poder adquisitivo y
de una destrucción de las libertades de los ciudadanos europeos. La
indiferencia de los pueblos ante la proliferación de legislaciones
antiterroristas, que suprimen sus libertades individuales y públicas, es hasta
ahora tranquilizadora para los poderes europeos y nacionales. En cuanto a Chipre y Grecia, hay que decir
que son dos laboratorios donde los dirigentes de la Unión Europea pueden poner
a prueba, a escala real, la resistencia de los pueblos ante los ataques masivos
contra sus niveles de vida.
La experiencia chipriota ya había mostrado
que es posible confiscar sin problemas los ahorros de la ciudadanía. Hay que
recordar que el 60% del monto de las cuentas bancarias de más de 100 000 euros
del mayor banco de Chipre –el Bank of Cyprus– fue confiscado para reequilibrar
las cuentas de esa firma [21].
Esa medida fue presentada como una
disposición adoptada contra las mafias y como una forma de luchar contra la
especulación internacional. Pero el desarrollo de los acontecimientos desmintió
aquella versión. Antes de la aplicación de la disposición ya anunciada, las
agencias bancarias chipriotas se mantuvieron cerradas mientras que las grandes
agencias británicas y rusas se mantenían abiertas, para que las mafias y los
propietarios de grandes fortunas pudieran retirar sus fondos.
En cuanto a
la experiencia griega, lo que nos muestra es que, a través del endeudamiento,
es posible despedazar un país y hundir a la gran mayoría de su población en la
miseria.
Jean-Claude
Paye
[1] «La Grèce entre en résistance», por Romaric Godin, La Tribune, 20 de
septiembre de 2015.
[2] «Le vote des Grecs dit leur dégoût de la politique», por Angélique
Kourounis, La Libre Belgique, 22 de septiembre de 2015,
[3] «Tsipras «ya ni come, ni duerme», se inquieta su madre», La Libre
Belgique) con información de la AFP, 18 de julio de 2015.
[4] «Plan d’aide à la Grèce. Tsipras veut aller vite», pr Manon Malhère, Le
Figaro, 25 de septiembre de 2015.
[5]
«Une large majorité des Grecs maintiennent leur confiance en Tsipras», por
Angélique Kourinis, La Libre Belgique, 15 de julio de 2015.
[6] in «Grèce, les conséquences de la capitulation», por Éric Toussaint,
CADTM, 21 de julio de 2015.
[7] Doublethink, designado en la versión española como “doblepensar”. Nota de
la Red Voltaire.
[8] “Doblepensar, Wikipedia.
[9] «Le Panoptique et 1984: confrontation de deux figures d’asservissement»,
por Christine Ragoucy, Psychanalyse 2010/2 (n° 18), Erès, p.85.
[10] «Grèce. Plan secret d’un “Grexit”: Varoufakis finira-t-il au tribunal?»,
por Carolin Lohrenz, Courrier International, 30 de julio de 2015.
[11] «Syriza: les juifs grecs craignent pour leur avenir», Tribune juive, 19
de enero de 2015.
[12] «Pacto militar entre Grecia e Israel», por Manlio
Dinucci, Il Manifesto (Italia), Red Voltaire, 30 de julio de 2015.
[13] El 19 de julio de 2015, Israpresse presentaba el
acuerdo en los siguientes términos:
«El jefe del aparato de defensa israelí y el ministro griego de Defensa
concluyeron un Acuerdo sobre el Estatuto de las Fuerzas (Status of forces
agreement o SOFA), o sea un arreglo jurídico mutuo que permite a las fuerzas
armadas de Israel estacionarse en Grecia y viceversa. Es el primer SOFA que
Israel concluye con un país aliado que no sea Estados Unidos.»
[14] «Grèce-Israël. Un type d’accord militaire sans précédent», por Ali
Abunimah, ver la nota 1 de la redacción, Alencontre, 9 de julio de 2015.
[15] «La Grèce s’apprête à détailler ses nouvelles mesures d’austérité», por
Adéa Guillot, Le Monde, 2 de octubre de 2015.
[16] «Grèce: pourquoi alexis Stipras veut être le bon élève de la troïka?»,
por Romaric Godin, La Tribune, 5 de octubre de 2015.
[17] «Germany pushes staggered Greek debt relief», por
Mattew Karnitsching, Politico, 2 de octubre de 2015,
[18] «Grèce: les chantiers qui attendent Tsipras sont dantesques», por
Angélique Kourounis, La libre Belgique, 22 de septiembre de 2015.
[19] «Varoufakis et le plan B», por Jacques Sapir, RussEurope, 3 de agosto de
2015.
[20] « Siguen los estragos de la crisis del euro», por Jean-Claude Paye, Red
Voltaire, 14 de enero de 2011.
[21] «Ponction massive à Chypre sur les comptes de plus de 100 000 euros», La
Tribune, 30 de marzo de 2015.