¿Hacia una «primavera latina»?
por
Thierry Meyssan
Va en ascenso la inquietud en Latinoamérica, donde Estados
Unidos y el Reino Unido están implementando una «primavera» al estilo de las
«primaveras árabes». Por supuesto, como prácticamente todos los
latinoamericanos son cristianos, no se tratará en este caso de sembrar la
guerra enemistando a los pueblos con argumentos religiosos. Se buscará más bien
la manera de recurrir a ciertos aspectos de las identidades locales. Pero el
objetivo seguirá siendo el mismo: no se trata de reemplazar un gobierno por otro
sino de destruir los Estados para eliminar así toda posibilidad de resistencia
nacional frente al imperialismo.
Con el tiempo, numerosos líderes políticos del mundo entero
han reinterpretado las «primaveras árabes». Lo que al principio parecía ser una
serie de revoluciones espontáneas contra gobiernos autoritarios se ve hoy en
día como lo que realmente es: un plan anglosajón de desestabilización de toda
una región del mundo para poner en el poder a la Hermandad Musulmana. El
recuerdo de la «revuelta árabe de 1916», durante la cual Lawrence de Arabia
sublevó la región en contra del Imperio Otomano haciendo que los pueblos
soñaran con la libertad para acabar sometiéndolos al Imperio Británico, está
ahí para demostrarnos que Londres dispone de la experiencia necesaria para
ello.
Los anglosajones están preparando al parecer una nueva ola de
seudo revoluciones en Latinoamérica. Todo comenzó con un decreto del entonces
presidente Barack Obama, emitido el 9 de marzo de 2015, que declaraba un estado
de emergencia ante la extraordinaria amenaza que la situación en Venezuela
supuestamente representaba para Estados Unidos. Ese documento suscitó en todo
el continente una ola de indignación que obligó al presidente estadounidense a
presentar excusas durante una cumbre regional. Obama se excusó… pero no anuló
el decreto y los preparativos para una nueva guerra siguieron adelante.
Es importante observar que el texto de Obama sobre Venezuela
no es una ley, como la Syrian Accountabilty Act adoptada bajo la administración
de George W. Bush, en 2003, sino un decreto presidencial. Eso implica que el
poder ejecutivo no está obligado a rendir cuentas al legislativo sobre los
preparativos que lleva a cabo al respecto.
En el mundo árabe en general, y en el caso de Siria en
particular, los anglosajones necesitaron 8 años para iniciar las acciones. Pero
numerosos elementos hacen pensar que necesitarán menos tiempo para emprender un
programa de destrucción en Latinoamérica.
En Brasil, justo antes de los Juegos Olímpicos, estalló una
serie de desórdenes contra el gobierno de la presidente Dilma Rousseff. Esta
última fue destituida como resultado de un procedimiento parlamentario, legal
pero totalmente en contradicción con el espíritu de la Constitución.
El golpe parlamentario contra Dilma Rousseff fue
implementado, bajo el control del Banco Central –cuyo segundo al mando tiene
doble nacionalidad brasileña e israelí–, por un grupo de diputados hoy metidos
hasta el cuello en graves escándalos de corrupción. Los servicios de seguridad
brasileños se mantuvieron extrañamente pasivos durante el golpe. ¿Cómo se
explica eso? Con vista a los Juegos Olímpicos, se hallaban bajo la supervisión
de expertos israelíes. Actualmente, el nuevo presidente, Michel Temer –quien
tiene doble nacionalidad brasileña y libanesa–, es objeto del más amplio
rechazo popular.
La situación no es mucho mejor en México, país ya de hecho
dividido en cuatro. El norte exhibe un fuerte crecimiento mientras que el sur
está en plena recesión. Los dirigentes políticos mexicanos han vendido Pemex,
la empresa petrolera nacional, y todas sus reservas a Estados Unidos, que por consiguiente
ya no necesita el petróleo del Medio Oriente. Sólo el ejército parece creer aún
en el concepto de patria.
En Venezuela, la oposición ha logrado capitalizar algunos
errores económicos del gobierno para realizar unas pocas grandes manifestaciones
pacíficas. Pero también organiza simultáneamente minúsculas concentraciones
extremadamente violentas durante las cuales han sido asesinados tanto policías
como manifestantes. Creando la confusión, las agencias de prensa
internacionales dan la impresión de que ha comenzado una revolución contra los
chavistas, lo cual no tiene absolutamente nada que ver con la realidad.
O sea, los tres principales Estados latinoamericanos están
siendo desestabilizados al mismo tiempo. Tal parece como si los neoconservadores
estadounidenses, previendo un posible restablecimiento de la paz en Siria,
estuviesen acelerando la aplicación de sus planes en Latinoamérica.
El viernes, en una alocución transmitida por televisión, el
presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, puso en guardia al pueblo sobre el
proyecto anglosajón de «primavera latina». El presidente Maduro citó amplia y
repetidamente los precedentes de Libia y Siria ante una audiencia de
intelectuales latinoamericanos, a quienes tuve la oportunidad de unirme, como
sirio de corazón.
Thierry
Meyssan
Fuente
Al-Watan (Siria)
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