Nuevos
datos para entender que la hiperactividad es una enfermedad diseñada para
un medicamento
Se ha publicado en el último número del
Boletín de Información Terapéutica
(BIT) de Navarra un demoledor informe sobre el Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH). Este
trabajo independiente ofrece datos contundentes sobre el sobrediagnóstico y la sobremedicación de niños que está
produciéndose… y sobre sus consecuencias.
El trabajo publicado se titula Atentos al déficit de atención (TDAH). Entre la naturaleza
incierta y la prescripción hiperactiva.
Su objetivo es analizar críticamente la
evolución del diagnóstico y tratamiento del TDAH, revisando la perspectiva
histórica, los aspectos de eficacia y seguridad de los medicamentos
utilizados en su tratamiento, alternativas de abordaje y el enfoque desde las
ciencias sociales.
Comenzando por el final. Conclusiones:
El TDAH se nos revela
como un fenómeno de prevalencia variable y creciente, con etiología desconocida, sin marcadores biológicos consistentes e
hipótesis a favor del origen orgánico muy discutibles. Sus criterios diagnósticos han fluctuado enormemente a lo largo del tiempo,
basados en escalas de síntomas insuficientemente correlacionadas con la
disfunción social, familiar o académica.
Los tratamientos no farmacológicos
precisan de una mayor investigación, destacando la terapia
conductual en su potencial utilidad.
Con respecto a los
medicamentos se aprecia cierta eficacia en síntomas a corto
plazo sin continuidad clara en las variables
relevantes, por lo que deberían considerarse un recurso de uso excepcional. Destacan los efectos
adversos cardiovasculares, psiquiátricos y endocrinos (algunos raros y muy graves, otros frecuentes con repercusiones
ignoradas).
Su relación con el abuso
de sustancias permanece debatida y preocupa la actual tendencia a
iniciar tratamientos en población adulta, máxime cuando la
pluralidad de intereses alrededor de este diagnóstico complica la formación de
un juicio prudente”.
El BIT se plantea de
inicio varios interrogantes. El primero si el TDAH es una ENFERMEDAD y si es
así ¿existe
sobremedicación o inframedicación de los niños? Nos saca de dudas pronto. En
España el despegue de la hiperactividad en los niños como “enfermedad” se produjo en 2004 coincidiendo con la comercialización del metilfenidato en liberación prolongada, el fármaco “estrella” ad hoc.
Hoy nos encontramos
entre los mayores consumidores mundiales
de esta droga y en crecimiento exponencial (mirad el gráfico del BIT).
Las causas de esta supuesta
enfermedad no se conocen. El discurso mayoritario
alude a la raíz neurobiológica del problema
(desequilibrio químico de neurotransmisores) y el componente
genético, enemigos bastante cómodos, por cierto. Ello facilita la “solución”
medicamentosa. No se trata de negar la falta de atención en los niños (yo era
el primer desatento de la clase) pero sí explicar que ello ha degenerado en un
concepto abstracto, la hiperactividad, base para la
medicalización de la infancia.
Llama la atención este
estudio que mientras que con los demás medicamentos primero se estudia la
enfermedad a tratar y luego se busca el fármaco, con el metilfenidato se ha hecho
a la inversa; primero se introduce en
el mercado la píldora y luego se busca la posible causa de la patología. Paradójico e ilustrativo.
La publicación navarra critica la “curiosa” evolución del Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales,
el ya criticado
por lo mismo en estas páginas, DSM. Ved también la gráfica y
cómo gracias a esta herramienta se pasa de un supuesto enfermo mental por cada
480 persona en 1952 a uno por cada 50 hoy. ¿Estamos locos, tontos o
es que hay algunos listillos haciendo negocio con la salud?
También cuestiona las guías de práctica clínica que son los documentos
por los que se rigen muchos médicos a la hora de diagnosticar y medicar el
TDAH; están plagadas de conflictos de
intereses. Es decir, la mayor parte
de quienes las hacen trabajan o han trabajado para los laboratorios que fabrican los medicamentos para el TDAH.
Escrito esto, podemos
concluir que la hiperactividad es una enfermedad fabricada en torno a
un medicamento, de escasa eficacia y con
destacados peligros. Los psicoestimulantes están asociados con efectos cardiovasculares y se han descrito casos
de muerte súbita en niños.
También efectos sobre el crecimiento; menos talla y peso en niños que lo toman mucho tiempo. Y daños graves
en el sistema nervioso y endocrino. La dependencia y el abuso se incluyen entre los factores causados por estos fármacos.
Incluso se relaciona la
medicación con ideación suicida y trastorno bipolar.
Quedaos con una frase:
La opción farmacológica
debería ser el último recurso y empleada durante el menor tiempo posible”.
Por Miguel Jara
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