Polonia, nueva cabeza de playa en el
plan desestabilizador de la OTAN
por Andrew Korybko
El ministro
polaco de Relaciones Exteriores, Radek Sikorski, con los tres principales
dirigentes de la oposición ucraniana, en Kiev.
Como celoso servidor de los intereses de
Estados Unidos, Polonia está desempeñando oficialmente, en su relación con
Ucrania, el papel del turco de guardia. Al igual que Turquía, utilizada como
trampolín para el envío de hombres y medios a los terroristas que operan en
Siria, Polonia está prestando el mismo tipo de apoyo en el caso de Ucrania.
El primer ministro de Polonia,
Donald Tusk, declaró el 22 de febrero de 2014 que su país ya estaba
garantizando los cuidados necesarios a los opositores heridos en Kiev y que se
había ordenado al ministerio del Interior polaco y a las fuerzas armadas que
reforzaran esa ayuda poniendo varios hospitales a la disposición de esos
elementos [1]. El ministro de Salud confirmó los
contactos entre Varsovia y los rebeldes de Kiev para «organizar los cuidados [médicos] a los heridos ucranianos».
De lo anterior se desprende que
Polonia extendió de hecho en cerca de 500 kilómetros dentro del territorio
ucraniano la zona sobre la cual pretende ejercer su influencia, tanto a través
de la acción clandestina como mediante la diplomacia. En
Ucrania, los servicios de inteligencia de Polonia no se limitan a «ayudar a los
heridos ucranianos» [de los grupos terroristas]. Razón de más para suponer que
las regiones ucranianas fronterizas con Polonia –Lvov y Volyn– están más
expuestas aún a la influencia de Varsovia. Casualmente o no, el hecho es que la
región de Lvov ya trató de declararse independiente. Al igual que Varsovia –que
lo hizo en el pasado y lo está haciendo actualmente–, Ankara ejerció su
influencia dentro del territorio sirio en el momento más álgido de la crisis
que sacude ese país árabe. No podemos olvidar que Turquía
también ha albergado y prestado ayuda médica en su propio territorio a los
combatientes (terroristas) heridos en Siria.
Para entender mejor cómo se ha
aplicado el método de intervención de «dirección desde la retaguardia», es
importante analizar aquí la similitud entre las relaciones que Polonia y
Turquía mantienen con sus respectivos vecinos –Ucrania y Siria.
En primer lugar, la estrategia de «dirección
desde la retaguardia» ha sido definida como «un apoyo
militar de Estados Unidos, que se mantiene en la sombra y deja a otros los
eslóganes y la propaganda». Es esa la
estrategia adoptada para las guerras que se libran en teatros de operaciones
donde, por diversas razones, Estados Unidos prefiere no implicarse
abiertamente. Se basa esa estrategia en el uso de aliados, de «caciques» regionales a
quienes se confía la misión de avanzar en la consecución de objetivos
geopolíticos y geoestratégicos de Estados Unidos a través de un dispositivo de
guerra asimétrica, mientras que Washington redespliega sus propias fuerzas en
Asia, donde quiere llevar a cabo ante China una disuasión de tipo convencional.
En el escenario europeo, al igual
que en el Medio Oriente, es Estados Unidos quien mueve los hilos. Polonia y
Turquía son para Washington las mejores marionetas que podía soñar, dirigidas
ambas contra sus respectivas vecinas: Ucrania y
Siria.
Los estadounidenses se encargan principalmente del entrenamiento de las bandas
de «oposición» y de la labor de inteligencia. Por su parte,
Polonia y Turquía hacen el trabajo que se les asigna aportando un respaldo
directo al despliegue de esos grupos dentro del territorio de los países
atacados.
En Ucrania, Estados Unidos ha estado
infiltrando ONGs durante más de 10 años para penetrar la plaza, asignándoles
–entre otras cosas– 5 000 millones de dólares para «ayudar el país a instaurar
instituciones democráticas» [2]. En la campaña desatada contra Kiev,
la NED (National Endowment for Democracy) [3] desempeñó un importante papel en
hacer que la opinión pública ucraniana se tragara una reedición del engañoso
video Kony 2012, utilizado como pretexto para reforzar la presencia militar de
Estados Unidos en África central [4]. En el caso de Siria, los
aterradores reportajes de «Danny» en la CNN fueron utilizados de la misma
manera, en 2012, para desacreditar al régimen de Damasco [5].
Pero la similitud no termina ahí.
Tanto Polonia como Turquía son
Estados situados en las fronteras de la OTAN. Polonia es presentada como «el más
importante de todos los países fronterizos de la Alianza en términos de poderío
económico, político y militar». Polonia y Turquía, comparadas con sus vecinos
–Ucrania y Siria– presentan un importante interés geoestratégico y una
aplastante superioridad en el plano demográfico. Ambos países padecen además de un
complejo de inferioridad provocado por su gloria imperial perdida (en el caso
de Polonia, pérdida de su unión con Lituania y, en el caso de Turquía, pérdida
del imperio otomano). También comparten una larga frontera terrestre con los
países que están en el colimador de «una transición democrática». Y tienen en
común importantes lazos culturales y políticos con sus vecinos, vínculos
heredados de los imperios desaparecidos, que se remontan a épocas lejanas, muy
anteriores al inicio de sus crisis respectivas. Todo lo anterior confiere a Polonia
y Turquía cartas de gran importancia para intervenir en el futuro campo de
batalla, de manera oficial o no, y para realizar operaciones de inteligencia.
En Polonia y
en Turquía existen también importantísimas instalaciones militares. La US Air Force
dispone de una gran base aérea en Incirlik (sur de Turquía) donde también
hay un importante radar del sistema de defensa antimisiles posicionado en el
este. Por su parte, Polonia puso a disposición de Estados Unidos la base aérea
de Lask y un puesto avanzado de la defensa antimisiles en el noreste
de su territorio, cerca de Kaliningrado.
Cuando se observa el desarrollo de
la campaña de los sublevados, que están cumpliendo en Ucrania una misión ya
previamente establecida, salta a la vista una evidencia extremadamente
inquietante: los métodos de los fascistas ucranianos
se parecen cada vez más a los de los yihadistas que operan en Siria. Al igual
que en Damasco, en 2011, donde francotiradores bien ubicados
(posteriormente identificados como rebeldes) disparaban al azar contra la
multitud, una lluvia de balas se abatió sobre los civiles en Kiev, donde
incluso un reportero de la televisión rusa Russia Today se vio bajo fuego.
El reclamo de independencia de Lvov
puede compararse con la declaración de autonomía de los kurdos del norte de
Siria. En ambos casos se trata de regiones colindantes con el Estado que se
inmiscuye en los asuntos internos de su vecino, por cuenta del amo
estadounidense.
Aparece también el mismo paralelismo
en la toma de control –por los rebeldes ucranianos y sirios– de los puestos
fronterizos que les garantizan el contacto con el Estado que los respalda. Para
Ankara y Varsovia, esas acciones tienen el evidente mérito de facilitar el
envío de armas, hombres y medios a los terroristas cuyo surgimiento han
estimulado. Y cuando los sublevados ya no logran
mantener el control de las zonas fronterizas, recurren al saqueo de las
instalaciones de las fuerzas gubernamentales de las que han logrado apoderarse
y roban armas, ya sea arrebatándoselas a los miembros de las fuerzas del orden
que logran capturar o asaltando edificio oficiales [6]. En el caso
de Siria, los yihadistas acostumbran a secuestrar gente que utilizan como
rehenes y a perpetrar ejecuciones sumarias. Sus émulos ucranianos van por el
mismo camino, como lo demuestra la captura de 60 policías en Kiev.
Los ejemplos mencionados demuestran
claramente que las operaciones de desestabilización emprendidas en Ucrania y
Siria siguen un plan bien establecido. Estados Unidos está al mando de
las operaciones y aplica su estrategia de «dirección desde la retaguardia». Manipula
para ello a Estados traumatizados por el derrumbe de los imperios de los que
algún día formaron parte. Apunta hacia territorios de gran
importancia para los intereses de Estados Unidos, situados allí donde
Washington prefiere no intervenir directamente, mantener en secreto su propio
papel y poder negar fácilmente su propia implicación.
Existe también otra práctica que se
extiende cada vez más: la utilización de grupos extremistas
regionales fanatizados para orquestar a través de ellos un trabajo de
desestabilización a largo plazo. En el Medio Oriente se recurre a los
islamistas radicales para organizar y exportar el caos. En
Ucrania, el equivalente local de los wahabitas a los que se recluta para la
realización de ciertas operaciones parecen ser –cada vez más frecuentemente–
los grupos de extrema derecha, léase nazis. Ucrania
puede perfectamente convertirse en campo de entrenamiento para otros grupos de
la extrema derecha europea. Es de temer además que los grupos de facciosos que actualmente
operan en Ucrania decidan vender su experiencia al mejor postor en los demás
Estados europeos.
Así como Turquía amamantó a los
extremistas islámicos mediante el apoyo de Ankara a los grupos que luchan en
Siria, Polonia flirtea hoy muy peligrosamente con la extrema derecha
nacionalista ucraniana, como lo demuestran sus
declaraciones de apoyo a los grupos que recurren a la violencia y su reciente
decisión de evacuar y ayudar a los heridos de los sublevados, sin entrar a
mencionar por el momento las demás formas de respaldo que se han mantenido en
secreto y cuya importancia aún se desconoce.
Los extremistas islamistas se han
salido del control de quienes antes los manejaban, convirtiéndose ahora en un
peligro para todo el Medio Oriente. De la misma manera, los grupos
nacionalistas de extrema derecha pueden acabar haciéndose incontrolables en
Ucrania y poniendo en peligro toda la Unión Europea.
Cuando se
establece la comparación entre Polonia y Turquía y entre Ucrania y Siria, no
queda más remedio que reconocer que el concepto de «primavera árabe» se ha
extendido ahora, mucho más profundamente de lo que parece, al panorama europeo.
Fuente:
Oriental Review
Nota
de Oriental Review:
La feroz campaña anti-Assad que
Turquía ha venido orquestando durante los 3 últimos años ha provocado en ese
país un verdadero desastre político. El primer ministro turco Recep Tayyip
Erdogan se esfuerza actualmente por reequilibrar su política, evidentemente
desafortunada, hacia Siria. Está tratando de recuperar respaldo regional y de
reconquistar el favor de la opinión pública luego de la caída de su
popularidad, resultado de su calamitosa implicación en la tragedia siria. Su
más reciente visita a Teherán es una muestra del espectacular cambio de actitud
del gobierno turco, tanto en su manera de razonar como en cuanto a la manera de
abordar la cuestión siria. Todo parece indicar que Turquía ha aprendido las
amargas lecciones de su experiencia y que ha entendido lo caro que resulta
hacerle el juego a otros gobiernos cuando se trata de las relaciones con sus
propios vecinos. ¿Será Polonia capaz de reevaluar de la misma manera el papel
que está desempeñando en la terrible crisis ucraniana? Eso está por ver.
[1]
«Poland on
standby to receive Ukraine’s wounded» por Mathew Day, The Telegraph, 20 de
febrero de 2014.
[2] “Remarks by Victoria Nuland at the
U.S.-Ukraine Foundation Conference”, por Victoria Nuland, Voltaire Network, 13
de diciembre de 2013.
[3] «La NED, vitrina legal de la CIA»,
por Thierry Meyssan, Однако/Red Voltaire, 11 de octubre de 2010.
[4] Kony 2012 es un video de propaganda
de la asociación Invisible Children destinado a promover el arresto del jefe
del Ejército de Liberación del Señor, Joseph Kony. Más de 100 millones de
personas pudieron verlo a través de internet, principalmente en Estados Unidos.
Basado en afirmaciones simplificatorias y otras manipulaciones, ese video
impresionó emocionalmente a un gran público.
[5] «Danny» era el nombre de un
activista sirio, corresponsal de los canales de televisión al-Jazeera y CNN en
Baba Amro, barrio asediado de la ciudad siria de Homs. «Danny» era en realidad
un delincuente remunerado por los servicios de inteligencia de Qatar para hacer
creer que el gobierno sirio estaba bombardeando a la población de Homs. Durante
3 meses utilizó todo tipo de trucos para que los telespectadores de al-Jazeera
y CNN creyeran que estaban oyendo y viendo bombardeos que nunca existieron en
la vida real.
[6] “Rioters seize over 1500 guns in
Ukraine mayhem –security services” Russia Today, 19 de febrero de 2014.
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