Grecia, el factor OTAN
por Manlio Dinucci
Por afinidad cultural e
histórica, Grecia espera que Rusia la ayude a resolver su crisis económica.
Pero la Historia, con el golpe de Estado que la OTAN organizó en Atenas en
1967, recuerda los límites políticos de la soberanía de los Estados europeos en
general y de Grecia en particular.
El recuerdo del golpe de Estado militar
organizado por la OTAN en 1967 sigue pesando sobre la vida política griega.
¿Puede Grecia acercarse hoy a Rusia?
Alexis Tsipras se reúne con Vladimir Putin en
Moscú el 8 de abril de 2015, precisamente en momentos en que la Unión Europea,
el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional (FMI) celebran una
nueva cumbre sobre Grecia, que al día siguiente tendría que reembolsar la
primera parte de los 450 millones de euros del préstamo concedido por el FMI.
Los temas oficiales del encuentro de Moscú son
el comercio y la energía, incluyendo la posibilidad de que Grecia se convierta
en el hub europeo del nuevo gasoducto destinado a reemplazar el South Stream,
cuya construcción fue bloqueada por Bulgaria bajo la presión de Estados Unidos.
El nuevo gasoducto llevaría el gas ruso hasta las puertas de la Unión Europea.
También se abordará una posible disminución de las contra-sanciones rusas para
permitir la importación de productos agrícolas griegos.
Según sus propias declaraciones a la agencia
Tass, el 31 de marzo, el primer ministro griego Alexis Tsipras comunicó al
presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y a la responsable de la política
exterior europea, Federica Mogherini, que «no estamos de acuerdo con las
sanciones contra Rusia» [1]. Y en la primera cumbre de la Unión Europea a
la que asistió como primer ministro griego, el 19 y 20 de marzo, Tsipras
proclamó oficialmente que «la nueva arquitectura de la seguridad europea debe
incluir a Rusia».
Para confirmar esa posición, Tsipras estará
nuevamente en Moscú el próximo 9 de mayo para participar en el 70º aniversario
de la victoria sobre la Alemania nazi, celebración que la mayoría de los
líderes occidentales –comenzando por Barack Obama, Angela Merkel y David
Cameron– han decidido boicotear.
Por el contrario, también asistirá a la
celebración el presidente chino Xi Jinping y representantes de las fuerzas
armadas chinas desfilarán con los militares rusos en la Plaza Roja simbolizando
la alianza cada vez más estrecha entre Rusia y China. Por su parte, el
presidente ruso Vladimir Putin irá en septiembre a Pekín para celebrar el 70º
aniversario de la victoria sobre el Japón militarista.
Al acercarse a Rusia, la Grecia de Tsipras
también se acerca de hecho a China y a la nueva área económica euroasiática que
está naciendo alrededor del Banco de Inversiones para Infraestructura que ha
creado Pekín, al que ya se han sumado Rusia y unos 40 países más. Varios
organismos financieros, así como los del grupo BRICS (Brasil, Rusia, la India,
China y Sudáfrica) –interesados en convertirse en una alternativa al Banco
Mundial y al FMI, bajo control de Estados Unidos y de las principales potencias
occidentales– podrían aportar a Grecia los medios que necesita para escapar al
asfixiante abrazo de la Unión Europea, del Banco Central Europeo y del FMI.
Porque China también quiere hacer del Pireo un
hub de primera importancia en su red comercial. Según The Independent, «el
gobierno griego está dispuesto a nacionalizar los bancos del país y a crear una
nueva moneda», o sea que está dispuesto a abandonar el euro y, si es necesario,
salir incluso de la Unión Europea [2].
Pero aquí entra en juego otro factor. Grecia no
sólo es miembro de la Unión Europea sino también de la OTAN. «Una Grecia amiga
de Moscú podría paralizar la capacidad de reacción de la OTAN ante la agresión
rusa», advierte Zbigniew Brzezinski [3].
Palabras amenazadoras que no debemos subestimar
ya que Brzezinski fue durante mucho tiempo consejero estratégico de la Casa
Blanca, con la que aún se mantiene en estrecho contacto. Aunque el ministro de
Defensa Panos Kammenos asegura que «el nuevo gobierno griego mantiene sus
compromisos con la OTAN a pesar de sus relaciones políticas con Rusia», en
Washington y Bruselas seguramente se están preparando planes para impedir que
Grecia se convierta en un «eslabón débil» en el nuevo enfrentamiento con Rusia
y, de hecho, con China. No hay que olvidar que en 1976 el «putsch de los
coroneles griegos» se basó en el plan «Prometeo» de la OTAN [4].
Han cambiado los tiempos. Pero no han cambiado
los intereses políticos y estratégicos en los que se basa la OTAN, que además
se ha hecho aún más experta en la aplicación de métodos de desestabilización
interna.
Manlio Dinucci
Fuente
Il Manifesto (Italia)
[1] «Grecia
denuncia manipulación de la Unión Europea sobre Ucrania», Red Voltaire, 28 de
enero de 2015.
[2] “Greece considering
nationalising its banks and issuing new currency, sources claim”, Ian Johnston, The Independent,
3 de abril de 2015.
[3] «La Grèce pourrait "paralyser" l’Otan, estime
Brzezinski», AFP, 25 de
marzo de 2015.
[4] « La
guerra secreta en Grecia», por Daniele Ganser, Red Voltaire, 23 de agosto de 2013.
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