Se cumplen 42 años desde que Allende nacionalizó y expropió la minera de los Rockefeller
Este 11 de julio se cumplieron 42 años desde la histórica
nacionalización del cobre aprobada por el Congreso durante el gobierno de
Salvador Allende, medida que encontró una fuerte resistencia internacional y
precipitó el sangriento golpe de Estado de 1973.
En 1971 Allende confiscó los yacimientos mineros de Chiquicamata, pertenecientes a la multinacional Anaconda Copper de la familia Rockefeller.
En la década de los setenta, una investigación del Comité Church del Congreso estadounidense reveló que Anaconda, en conjunto con la CIA y otras compañías norteamericanas, había inyectado cuantiosas sumas de dinero a la campaña presidencial de Jorge Alessandri para impedir la nacionalización.
La presión internacional tenía sus raíces en el Council of the Americas, una entidad que congrega a las empresas multinacionales más importantes de América Latina y cuyos eventos son financiados hasta la actualidad por Barrick Gold, Pepsi Co., Telefónica, entre otros.
Según el libro “Richard Helms: The Man Who Kept Secrets” del periodista Thomas Powers, el Council fue creado en 1963 por el empresario David Rockefeller – rostro del Chase Manhattan Bank – a recomendación del presidente John Kennedy. El objetivo inicial de la organización, que operó bajo el nombre de Business Group for Latin America, fue apoyar con inversión privada los programas sociales de Estados Unidos en el extranjero. Su co-director era Jay Parkinson, presidente de Anaconda.
Los profesores Zubenko y Tarásov establecen en su libro “La CIA contra América Latina” que una delegación de miembros del Council of the Americas, encabezados por Parkinson, visitó en abril de 1970 al entonces director de la CIA Richard Helms para instar a la Agencia a “adoptar medidas para establecer el orden” en el país.
La evidencia histórica señala que Anaconda Copper era un claro enemigo de las transformaciones que Allende y los movimientos sociales clamaban para Chile. Detrás de ella no sólo estuvieron los infames Rockefeller, barones del petróleo y la banca, sino también la familia europea de los Rothschild.
En octubre de 1895, los Rothschild franceses y británicos compraron un cuarto de Anaconda en 7.5 millones de dólares. Para finales del siglo, ostentaban el control de casi el 40% de la producción de cobre en el mundo. Su poderío se entrecruzó con la aristocrática familia chilena de los Edwards.
La novela de facto “Cara y sello de una dinastía” revela que Sonia, hermana del agente de la CIA y actual director del diario “El Mercurio”, Agustín Edwards, estuvo a punto de casarse con un barón Rothschild, pero finalmente optó por su secretario Jean Louis Berthet de Surmont, de origen francés.
Los Rothschild abandonaron la Anaconda cuando dos directores de Standard Oil, la petrolera del multimillonario John D. Rockefeller, adquirieron en masa las acciones de la minera a través de la Amalgamated Copper Mining Company en 1899. Los hombres que pasaron a controlar la compañía fueron Henry Huttleston Rogers, amigo de la familia y figura clave en el negocio de Standard, y William Rockefeller, hermano de John.
Llegado el golpe de Estado de 1973, el presidente argentino Juan Domingo Perón interpretó el arribo de Augusto Pinochet como un complot de esta misma élite financiera. Una carta enviada el 5 de octubre de 1974 al general Carlos Prats, asesinado en Buenos Aires por la Operación Cóndor, Perón señala que “este revés en el proceso revolucionario chileno servirá a los Morgan, los Rockefeller y Dupont para desencadenar una vasta ofensiva en América Latina”.
En 1971 Allende confiscó los yacimientos mineros de Chiquicamata, pertenecientes a la multinacional Anaconda Copper de la familia Rockefeller.
En la década de los setenta, una investigación del Comité Church del Congreso estadounidense reveló que Anaconda, en conjunto con la CIA y otras compañías norteamericanas, había inyectado cuantiosas sumas de dinero a la campaña presidencial de Jorge Alessandri para impedir la nacionalización.
La presión internacional tenía sus raíces en el Council of the Americas, una entidad que congrega a las empresas multinacionales más importantes de América Latina y cuyos eventos son financiados hasta la actualidad por Barrick Gold, Pepsi Co., Telefónica, entre otros.
Según el libro “Richard Helms: The Man Who Kept Secrets” del periodista Thomas Powers, el Council fue creado en 1963 por el empresario David Rockefeller – rostro del Chase Manhattan Bank – a recomendación del presidente John Kennedy. El objetivo inicial de la organización, que operó bajo el nombre de Business Group for Latin America, fue apoyar con inversión privada los programas sociales de Estados Unidos en el extranjero. Su co-director era Jay Parkinson, presidente de Anaconda.
Los profesores Zubenko y Tarásov establecen en su libro “La CIA contra América Latina” que una delegación de miembros del Council of the Americas, encabezados por Parkinson, visitó en abril de 1970 al entonces director de la CIA Richard Helms para instar a la Agencia a “adoptar medidas para establecer el orden” en el país.
La evidencia histórica señala que Anaconda Copper era un claro enemigo de las transformaciones que Allende y los movimientos sociales clamaban para Chile. Detrás de ella no sólo estuvieron los infames Rockefeller, barones del petróleo y la banca, sino también la familia europea de los Rothschild.
En octubre de 1895, los Rothschild franceses y británicos compraron un cuarto de Anaconda en 7.5 millones de dólares. Para finales del siglo, ostentaban el control de casi el 40% de la producción de cobre en el mundo. Su poderío se entrecruzó con la aristocrática familia chilena de los Edwards.
La novela de facto “Cara y sello de una dinastía” revela que Sonia, hermana del agente de la CIA y actual director del diario “El Mercurio”, Agustín Edwards, estuvo a punto de casarse con un barón Rothschild, pero finalmente optó por su secretario Jean Louis Berthet de Surmont, de origen francés.
Los Rothschild abandonaron la Anaconda cuando dos directores de Standard Oil, la petrolera del multimillonario John D. Rockefeller, adquirieron en masa las acciones de la minera a través de la Amalgamated Copper Mining Company en 1899. Los hombres que pasaron a controlar la compañía fueron Henry Huttleston Rogers, amigo de la familia y figura clave en el negocio de Standard, y William Rockefeller, hermano de John.
Llegado el golpe de Estado de 1973, el presidente argentino Juan Domingo Perón interpretó el arribo de Augusto Pinochet como un complot de esta misma élite financiera. Una carta enviada el 5 de octubre de 1974 al general Carlos Prats, asesinado en Buenos Aires por la Operación Cóndor, Perón señala que “este revés en el proceso revolucionario chileno servirá a los Morgan, los Rockefeller y Dupont para desencadenar una vasta ofensiva en América Latina”.
Fuente: http://verdadahora.cl
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