Abejas amenazadas: de
cuando el zorro (Monsanto) compró el gallinero (Beeologics)
Albert Einstein «Cuando se muera la última
abeja, cuatro años después, desaparecerá la especie humana»
Si se tratara de una novela, el público criticaría la trama por parecer
demasiado exagerada: productivas colonias de abejas desaparecen de la noche al
día sin dejar rastro, los cuerpos de las víctimas nunca se encuentran. Pero no
es ficción, es lo que está sucediendo en un tercio de las colmenas comerciales
de abejas en Estados Unidos, -más de un millón de colonias de cada año-, y en
similares proporciones en la Unión Europea. Colmenas aparentemente sanas vuelan
para no volver nunca más. La abeja reina y madre de la colmena es abandonada a
su suerte y muere de hambre.
Miles de científicos han estado investigando este caso durante los
últimos 15 años, tratando de determinar por qué las abejas del mundo están
desapareciendo en cantidades alarmantes. “Ésta es la mayor amenaza para nuestro
suministro de alimentos”, según Kevin Hackett, el líder del programa de abejas
y polinización del Departamento de Agricultura estadounidense.
Hasta hace poco, las evidencias encontradas no eran concluyentes sobre
las causas que provocan el misterioso “desorden del colapso de colonias” (CCD,
Colony Collapse Disorder en inglés y “síndrome de despoblamiento de las
colmenas”, en español), que amenaza el futuro de todo el mundo apícola. Sin
embargo, varios estudios recientes señalan con el dedo acusador a un culpable
que muchos han sospechado desde el principio: una clase de pesticidas conocidos
como neonicotinoides.
Los efectos de los
herbicidas
¿Por qué uno de los mayores proveedores de pesticidas, semillas genéticamente
modificadas y agroquímicos del mundo, como Monsanto, quiere comprar una empresa
que ha estado buscando soluciones a las crecientes amenazas sobre la población
de abejas del mundo, como Beelogics?
La portavoz de Monsanto Kelli Powers dice que es para echar una mano a
la nueva empresa, y por eso la adquirieron en septiembre de 2011. Beeologics
desarrolló un producto llamado Remembee, un agente antiviral que proclaman que
ayudará a contener la marea de CCD que ha llevado a la desaparición de millones
de abejas durante la década pasada. La raíz del problema, sin embargo, puede no
ser el virus al que apunta este producto Remembee, -un agente químico que
interfiere en el ARN, un mecanismo que bloquea la expresión de los genes de las
abejas-, sino que el causante del CCD sean los herbicidas e insecticidas
agroquímicos que empresas gigantes como Monsanto, Dow y Bayer han estado
vendiendo y promoviendo entre los agricultores de todo el mundo.
Ésta es la conclusión de cuatro estudios recientes que implican a una
clase de pesticidas neurotóxicos, llamados neonicotinoides o “neonics”, que se
han aplicado actualmente en 142 millones de hectáreas de maíz, trigo, soja y
algodón, solamente en EE.UU. Estos pesticidas también son un ingrediente común
en una amplia variedad de productos de jardinería doméstica en todo el mundo.
Según las conclusiones de la investigación que se publicó en la revista Science
en marzo de 2012 (Field Research on Bees Raises Concern About Low-Dose
Pesticides), los pesticidas neonics son absorbidos por el sistema vascular de
las plantas y contaminan el polen y el néctar que las abejas encuentran durante
sus vuelos. Los neonics son un veneno para el sistema nervioso de estos
polinizadores, desorientan a sus víctimas, y parecen dañar la habilidad de
orientación de las abejas, -lo que puede ayudar a explicar su misterioso
fracaso en conseguir regresar a la colmena.
En otro estudio realizado por entomólogos de la Universidad de Purdue y
publicado en la revista Environmental Science and Technology de la American
Chemical Society (Assessment of the environmental exposure of honeybees to
particulate matter containing neonicotinoid insecticides coming from corn
coated seeds), los científicos encontraron que el polvo que estos pesticidas
neonics liberan al aire en el momento de la siembra tuvo “efectos letales
compatibles con el fenómeno de las pérdidas de colonias observados por los
apicultores.” Observaron como las abejas en las colmenas infectadas presentaban
temblores, falta de coordinación y convulsiones; todos los síntomas de una
intoxicación aguda por este insecticida.
Un tercer estudio de la Escuela de Salud Pública de Harvard recreó el
desorden del colapso de colonias en varias colmenas de abejas simplemente
mediante la administración de pequeñas dosis de un pesticida neonic popular, el
imidacloprid. Observaron cómo con la simple aplicación de imidacloprid en una
colonia de abejas, éstas presentaban los mismos signos que una colmena con CCD.
Este estudio seguía el camino abierto por dos estudios anteriores sobre abejas
reinas perdidas y abejas que se perdían en su camino de vuelta a la colmena.
Otro estudio publicado en la revista Nature, ofreció nuevas claves en
octubre de 2012 para entender cómo perjudican estos plaguicidas a las colonias
de polinizadores. Los abejorros mueren el doble al exponerse a una combinación
de pesticidas comunes, como neonicotinoides y piretroides, y ven mermada su
capacidad para la recoleción de alimentos, según este trabajo de la Universidad
de Londres. En muchos casos, las abejas intoxicadas mueren al regresar a la
colmena, pero en otros muchos los insecticidas provocan que la abeja se
desoriente tanto, que no sea siquiera capaz de volver.
Los estudiosanteriormente citados muestran una relación clara entre el
uso de pesticidas en el campo, -en comparación con el laboratorio-, y los
grandes descensos en el número de abejas en las colmenas. Al igual que muchos
productos químicos, sólo porque los plaguicidas neonicotinoides no matan a las
abejas inmediatamente en el laboratorio de ensayos, no significa que no tengan
un impacto desastroso. Estos estudios plantean preguntas a los actuales
procedimientos de autorización de productos plaguicidas. Hasta el momento, sólo
se exige a los fabricantes que aseguren que las dosis encontradas en el campo
no matan a las abejas, pero ignoran las consecuencias de las dosis que no las
mata, pero que les puede causar problemas de conducta.
Además, cuando se usan, los pesticidas neonicotinoides se vuelven
omnipresentes en el ambiente y pueden persistir durante meses o años. Estos
pesticidas sistémicos se transfieren a todos los tejidos a medida que las
plantas crecen y, eventualmente, contaminan el néctar y el polen. No solo las
abejas libando miel están expuestas directamente, sino también el resto de la
colmena que, al regresar estos individuos intercambian material contaminado.
Otros causantes del
colapso de colonias de abejas
Aunque estos estudios sugieren que los herbicidas son culpables, los
científicos advierten que el síndrome de despoblamiento de colmenas es un
fenómeno complejo con múltiples causas. Éstas van desde la pérdida de hábitats
de abejas silvestres, hasta el debilitamiento de los sistemas inmunitarios de
las abejas, como resultado de la mala alimentación (las abejas comerciales son
frecuentemente alimentadas con jarabe de maíz rico en fructosa y con
pesticidas, en lugar de su propia miel), y también debido a las técnicas de la
apicultura moderna, que incluyen la inseminación artificial de reinas, y la
consiguiente pérdida de la diversidad genética en la población de abejas. Las
abejas comerciales también se espolvorean con venenos químicos para controlar
los ácaros y otros agentes patógenos que han florecido en las colonias
comerciales debido al hacinamiento.
Algunos científicos también han señalado con el dedo al maíz Roundup
Ready modificado genéticamente que ingieren las abejas, y que contiene un
potente insecticida dentro de su estructura genética. Las semillas de Roundup
son fabricados por Monsanto, y actualmente están plantadas en amplias franjas
de Estados Unidos y en otros campos del mundo.
La estrategia de
Monsanto
Así que, con los productos de Monsanto entre los principales sospechosos
en el síndrome del despoblamiento de colmenas, uno se podría preguntar: ¿por qué
la multinacional compró una empresa que ha sido un actor clave en la
investigación de este trastorno, así como del virus israelí de la parálisis
aguda, otro flagelo de las abejas?
“Estamos absolutamente comprometidos con el trabajo existente en Beeologics
‘”, dijo la portavoz de Monsanto Kelli Powers. Sin embargo, uno tiene que
preguntarse si ser dueño de una empresa dedicada a arrojar luz sobre el
problema de las abejas podría servir a los intereses de Monsanto para
permitirle cubrir su propia complicidad en el problema. Esperemos que Monsanto
sea tan bueno como su palabra y use esta compañía que adquirió a finales de
2011 para llegar con confianza al fondo del misterio de las abejas que
desaparecen. Pero si la historia nos sirve de guía, hay pocos motivos para el
optimismo. El organismo de vigilancia de grupos de salud “Natural Society”
calificó a Monsanto como “la peor en 2011 por su continuado trabajo en amenazar
la salud humana y el medio ambiente”.
Avances en el control de
pesticidas que afectan la polinización
En 1923, Rudolph Steiner, el fundador alemán de la agricultura
biodinámica, un precursor del movimiento orgánico moderno, predijo que dentro
de cien años las técnicas industriales utilizadas para criar abejas conduciría
a un colapso de la especie. Su profecía ha dado justo en el blanco…
Las abejas de la miel han sido comparadas con los canarios en la mina de
carbón. Su desaparición es la forma que tiene la naturaleza de decirnos que las
condiciones se han deteriorado en el mundo que nos rodea. Las abejas no
sobrevivirán mucho tiempo si no cambiamos nuestras prácticas de cría
comerciales y eliminamos las toxinas mortales de su entorno. Una muerte masiva
de estos polinizadores pondría en peligro los suministros mundiales de
alimentos y devastaría ecosistemas completos que dependen de ellos. La pérdida
de estas criaturas podría rivalizar con el cambio climático en su impacto sobre
la vida en la Tierra.
Sin embargo, esto es un desastre que no es necesario que ocurra. En
Alemania y Italia ya se ha restringido el uso de los plaguicidas que han sido
relacionados con la muerte de las abejas. Francia ha prohibido su uso, Reino
Unido asegura que no provocan daño, y en EEUU siguen estudiando la materia.
Todavía hay tiempo para salvar a las abejas, trabajando con la naturaleza y no
contra ella, según el ambientalista Bill McKibben: “Pasado un cierto punto, no
podemos hacer que la naturaleza se ajuste a nuestro modelo industrial. El
colapso de las colmenas es una advertencia, y la astucia de unos pocos apicultores
en encontrar la manera de trabajar con las abejas no como dueños, sino como
socios, muestra un camino de esperanza para muchos de nuestros problemas
ecológicos “.
La situación de las
abejas en España y Europa
Ni España, ni la Unión Europea han prohibido estos pesticidas
neurotóxicos neonicotinoides. Algunos países de Europa ya habían limitado su
uso para no perjudicar a las abejas, pero el informe que presentó en enero de
este año 2013 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA por sus siglas
en inglés) señala el camino para que la Comisión Europea actúe de algún modo
contra estos insecticidas. La EFSA se ha centrado en tres productos herbicidas
(tiametoxam, imidacloprid y clotianidina), evaluando sus efectos en
determinados puntos de contacto con las abejas, y ha recomendado que se limite
su uso en determinados cultivos, semillas y escenarios. Por ejemplo, la
autoridad europea considera inaceptable el uso de estos pesticidas sobre
cultivos donde el polen y el néctar sean atractivos para las abejas.
El síndrome de despoblamiento de colmenas, que en España mata al 25%-30%
de las abejas cada año, es un problema multifactorial y de escala global, y no
sería responsabilidad exclusiva de los pesticidas como hemos comentado. Las
sequías, la merma de superficie verde, las especies invasoras y los patógenos,
también tienen su parte de culpa. Se calcula que las abejas realizan un trabajo
gratuito que, solo en España, genera 3.000 millones de euros anuales en favor
de la agricultura. De ahí que el Gobierno español haya lanzado un programa
piloto de estudio del estado de las colonias que comenzó en otoño de 2012 y que
pondrá la lupa sobre 200 explotaciones apícolas de todo el país. En todo caso,
la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) en España
ha pedido reiteradamente aportar documentación sobre la alta toxicidad que
sufren en España las colonias de abejas melíferas por el uso y la falta de
control de los insecticidas clotianidina, tiametoxam, fipronil y imidacloprid,
-moléculas autorizadas por la UE que se utilizan en el tratamiento de semillas
y en numerosos cultivos para combatir plagas de forma puntual.
Aunque las empresas dedicadas a la producción de estos insecticidas,
como Bayer y Syngenta, ya tenían preparadas sus respectivas notas de respuesta
para el momento en que la EFSA hiciera público su informe, estas compañías
consideran una victoria que la EFSA no haya recomendado prohibir sus productos,
e insisten en los beneficios que sus plaguicidas proporcionan para la eficiente
producción de alimentos. Calculan que la prohibición de estos pesticidas en la
UE provocaría pérdidas de 17.000 millones de euros y la desaparición de 50.000
puestos de trabajo por el daño causado a la agricultura. Consideran que los
principales responsables de la pérdida de abejas son las enfermedades que las
atacan y aseguran que el uso correcto y mesurado de sus productos no es nocivo
para las colmenas.
Con el informe de EFSA en la mano, el futuro de los neonicotinoides está
en manos de la Comisión Europea. El 15 de marzo de 2013, la propuesta destinada
a proteger las abejas de los pesticidas tóxicos en Europa no logró el apoyo de
la mayoría necesaria, -Alemania, el Reino Unido y otros gobiernos se
abstuvieron o votaron en contra. Pero la Comisión Europea llevará la decisión a
un comité de apelación y aún hay posibilidades de que pueda adoptarse.
Prohibición temporal de
los plaguicidas en Europa – [actualización Mayo 2013]
Los tres plaguicidas neonicotinoides, -imidacloprid, clotianidina y tiametoxam-,
son producidos principalmente por la alemana Bayer y la suiza Syngenta. En los
informes científicos publicados a principios de este año 2013, la Autoridad
Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) dijo que los tres neonicotinoides
plantean “riesgos agudos altos” para las abejas en determinado cultivo utiliza.
Estos informes de la EFSA desencadenaron una propuesta de la Comisión sobre la
prohibición de las tres sustancias. El 29 de abril de 2013, los representantes
de los 27 gobiernos nacionales de la UE no lograron llegar a un consenso sobre
la conveniencia o no de imponer una sanción de dos años en los neonicotinoides,
-con 15 votos a favor de la propuesta.
Aunque la mayoría de los Estados miembros de la empresa apoya la
propuesta de la Comisión, no se alcanzó la mayoría cualificada necesaria. En
consecuencia, la Comisión emitirá sólo una prohibición temporal de los
pesticidas neonicotinoides, que solo podrán comercializarse o usarse bajo
estrictas restricciones a partir de diciembre 2013.
Existe una inciativa para firmar en Change.org y otra iniciativa para
firmar en Avaaz.org para tratar que la Comisión Europea prohíba los plaguicidas
neonicotinoides.
EcoPortal.net
Información elaborada a partir de varios
artículos: The Fox (Monsanto) Buys the Chicken Coop (Beeologics) de Richard
Schiffmann en The Huffington Post, Mystery of the disappearing bees: Solved! de
Richard Schiffmann en Reuters, COAG reclama al Ministerio de Agricultura
controles específicos para comprobar la exposición real de las abejas melíferas
a los insecticidas neurotóxicos, fabricados por multinacionales como Bayer del
Gabinete de Comunicación de Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y
Ganaderos (COAG), La UE relaciona los pesticidas con la muerte masiva de las
abejas, de Javier Salas en Materia. Actualización Mayo 2013 desde
http://www.euractiv.com
Fuente: tuespacioyelmío
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