En los próximos 8 días, es posible
lograr la paz en Siria
por Thierry Meyssan
Desde la desaparición de la Unión Soviética,
la ONU se ha convertido en una simple cámara de resonancia de la política de
Estados Unidos, al extremo que Washington llama a sus aliados «la comunidad
internacional». Pero el mundo de George W. Bush ya no existe. En momentos en
que Estados Unidos amenaza a uno de sus miembros, las Naciones Unidas pueden
jugar nuevamente un papel al servicio de la paz. Thierry Meyssan llama a cerrar
la crisis siria de la misma manera que la crisis de Suez, llamando a una
«reunión extraordinaria urgente» de la Asamblea General.
La rebelión del Parlamento británico
contra el proyecto colonial de David Cameron y el posterior traspaso del tema
sirio al Congreso de Estados Unidos por parte de Barack Obama modifican
profundamente la correlación internacional de fuerzas, aún en caso de que el
Congreso estadounidense decidiese finalmente autorizar los bombardeos.
En la actual situación, todos los
Estados recuperan su libertad de palabra. Únicamente
Francia puede aún presionar a sus vasallos para favorecer una política
belicista. Ni el Reino Unido, ni tampoco Estados Unidos están ahora en
condiciones de hacerlo hasta el voto del Congreso.
Pero la mayoría de los Estados está
consciente de las consecuencias, en forma de cadena o de fatal secuencia, que
una intervención occidental puede provocar en el Medio Oriente. Tanto si respaldan a Siria como si
quieren acabar con las instituciones de ese país, todos los miembros de esa
mayoría de Estados no pueden hacer otra cosa que oponerse a un bombardeo, por
muy «quirúrgico» que sea, contra Siria.
Se ha abierto, por lo tanto, una
ventana de más de una semana para detener la guerra: la Asamblea General de la ONU puede tomar el asunto en sus manos y
prohibir a sus miembros que ataquen Siria, ni siquiera con el pretexto de impedir
el uso de armas de destrucción masiva a su gobierno.
A la luz del derecho, es el Consejo de Seguridad el que
debería garantizar la defensa de la paz. Sin embargo, cuando el Consejo de
Seguridad no logra ponerse de acuerdo porque sus miembros permanentes bloquean
sus decisiones, la Asamblea General de
la ONU puede tomar nota de dicha imposibilidad y decidir en su lugar. Ello implica que la Asamblea General de las Naciones Unidas puede
adoptar una resolución que prohíba atacar Siria.
Según la nota publicada por el
gobierno británico, la intervención de las grandes potencias sería legal si su
objetivo fuese única y exclusivamente garantizar la defensa de la población
civil impidiendo el uso de armas de destrucción masiva y si empleara medios que
estuviesen en justa proporción con ese objetivo. Por supuesto, al igual que en Libia, sólo se trata de justificar
la entrada en guerra para deslizarse después hacia la simple agresión. El señor
Cameron nunca tuvo en realidad intenciones de limitarse al objetivo proclamado
oficialmente.
Si el Consejo de Seguridad es
incapaz de impedir esa acción por causa de un veto occidental, la Asamblea General de las Naciones Unidas sí puede hacerlo. En
virtud de la resolución «Unión para mantener la paz» (377, V), adoptada a
pedido del secretario de Estado de Estados Unidos Dean Acheson en el momento de
la crisis de Corea, la Asamblea General de la ONU puede para ello reunirse en
«sesión extraordinaria de urgencia» convocada a pedido de la mayoría de sus
miembros.
Fue de esa manera como la Comunidad Internacional,
encabezada entonces por la Unión Soviética y Estados Unidos, obligó a Francia,
el Reino Unido e Israel a retirarse del Canal de Suez, invadido por esos
países, en 1956.
Esa decisión no impedirá que Estados
Unidos, Arabia Saudita y Turquía mantengan el flujo de armamento y de dinero
que alimenta a yihadistas y mercenarios, pero ningún Estado podrá bombardear el
territorio sirio.
Esa resolución tendría como efecto
inmediato el de precipitar la realización de la Conferencia Ginebra 2 ya que privaría
a los grupos armados de sus esperanzas de victoria militar. El tiempo estaría
del lado de la Siria que se enfrenta a quienes la agreden.
Ya en este momento, Cuba ha señalado
esa opción en una declaración de su ministro de Relaciones Exteriores, Bruno
Rodríguez Parrilla. Cuba subraya en esa declaración que
el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, está en el deber moral de recoger
él mismo las firmas necesarias para concretar la realización de la reunión
extraordinaria de urgencia de la Asamblea General. Sería para el señor Ban Ki-moon una excelente ocasión de
demostrarle a quienes lo ven como un peón de Estados Unidos que están
equivocados. No obstante, sería probablemente más seguro poner esa tarea en
manos del embajador Bashar Jaafari, en aras de desbloquear la situación.
La paz está al alcance de la mano.
Fuente: Red voltaire
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