Ataque a Siria: Estados Unidos de
regreso a Vietnam sin debate
Juan
Francisco Coloane
El panel de
relaciones exteriores del senado de Estados Unidos aprobó la propuesta del
Gobierno para atacar militarmente a Siria. Con esta señal, la cámara de
representantes se apresta en esta semana a un debate que pareciera ser de mero
trámite por la presión del gobierno para que se respalde la intervención.
El periodista Chris Matthews,
conductor de un prestigioso de noticiario de MSNBC, hizo una dura crítica a la
presión del gobierno y el Partido Demócrata para que sus representantes apoyen
el ataque a Siria. “Si hubiera habido un presidente republicano en la Casa
Blanca, el voto de muchos demócratas sería diferente”, señaló en una entrevista
en el programa Morning Joe del miércoles pasado.
Unos de los rasgos más
significativos de la crisis política que generó la guerra de Vietnam, fue la
carencia de un debate. El ataque "leve" y aleccionador que plantea
Barack Obama, nunca será leve porque atacar a un país donde ya hay una guerra,
irregular y todo, es aumentar esa guerra.
Todavía peor. Si se utilizan
proyectiles con municiones portando uranio empobrecido, se agrava más la
situación humanitaria que tanto el estado como el pueblo Sirio han sabido
enfrentar con un estoicismo que hace recordar Vietnam.
Estados Unidos está de regreso al
clima de Vietnam en una guerra donde no hubo debate previo antes de la
escalada. Le sucedió a Lyndon B. Johnson cuando es forzado a escalar la guerra
con la demonización de Ho Chi Minh y el Vietcong como una expansión soviética.
Ahora es la demonización de Bashar el Assad la principal justificación para
atacar Siria. En ambos casos, Estados Unidos rechaza autonomías y opciones de
independencia en determinadas naciones, revelando la naturaleza esencial de una
cultura de supremacía sin contemplaciones.
En esta crisis, hay aristas
similares a la escalada en Vietnam, mientras se construía en Kampuchea el
régimen de Pol Pot (1975-1979) en complicidad con Estados Unidos. Si Washington
no apoya el golpe de estado de Lon Nol, que estableció una dictadura pro
estadounidense entre 1972 y 1975, Pol Pot no habría llegado al poder.
Independiente de los actores, la ecuación es parecida. Estados Unidos y sus
aliados en este ataque están estimulando la creación de un régimen sangriento
en Siria a juzgar por el protagonismo de las redes terroristas en el conflicto
y la implantación de un fundamentalismo islámico ajeno a la historia de Siria.
En Estados Unidos existe un reclamo
generalizado sobre la ausencia de un debate serio y de que el tema se percibe
como altamente politizado por variables domésticas. Por ejemplo, algunos
republicanos apoyarían el tipo de ataque que plantea Obama, -limitado y
evitando mayores consecuencias humanitarias- a cambio de una modificación
sustancial en la reforma a la salud, el acordar medidas para enfrentar la deuda
fiscal y la ley de inmigración.
Es así que el reduccionismo
conceptual de Barack Obama y sus asesores se ha convertido en una amenaza. Al
estar cercado por la maraña neoconservadora y el influyente lobby proisraelí
del Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel (AIPAC) que promueven
abiertamente el derrocamiento del gobierno Sirio, Obama y su equipo tienden a
comparaciones exageradas y fuera de contexto. Para justificar la intervención
militar en Siria, se suele usar los ejemplos de Kosovo y Ruanda como
situaciones donde se justifica la intervención inmediata sin más trámite.
En este sentido de auto proclamarse
guardián de la buena gobernanza, Barack Obama no ha sido diferente a George W.
Bush, y la comparación que ha surgido de los propios sectores favorables a su
reelección pareciera resbalarle porque en el fondo Siria no es el problema. El
problema que tiene Obama es de carácter doméstico y el derrocar al gobierno de
Bashar el Assad es un instrumento para poder gobernar un estado partido en dos,
y valga el juego de palabras, entre dos partidos, el Republicano y el
Demócrata.
Derrocándolo, Obama recupera
credibilidad y se apresta para las batallas futuras cuyo plato fuerte es Irán.
Esta es la tragedia Siria. El conflicto se le fue de las manos a Estados Unidos
como en Libia, o deliberadamente delegaron la tarea operativa de acabar con el
gobierno en Damasco a Arabia Saudita, Israel con la concurrencia de Qatar,
Turquía y Jordania.
Y así le ha ido a esta nueva alianza
para derrocar gobiernos que no concuerdan con más expansión de la Alianza
Transatlántica en tierra Árabe. El terrorismo no les ha funcionado y han debido
implantar una prueba, la de las armas químicas, para entregar una justificación
de ataque militar. Ni en este operativo han sido eficaces como lo han
demostrado las diferentes evidencias enviadas por Rusia a Naciones Unidas, de
que las armas químicas han sido utilizadas por terroristas y los llamados
rebeldes.
Barack Obama en una conferencia de
prensa el viernes en San Petersburgo hizo un pequeño desliz de la posibilidad
de suspender la intervención para que en un plazo de 45 días el gobierno Sirio
se comprometa a ciertas condiciones. Una idea surgida en el congreso de Estados
Unidos es que Siria firme la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo,
Producción, Almacenaje y Uso de Armas Químicas y sobre su destrucción.
Resulta fastidioso escuchar a los
políticos estadounidenses imponiendo condiciones a Siria cuando no han dicho
palabra alguna sobre la cantidad de atentados terroristas que ha sufrido Siria
en más de 30 meses, quizás como ninguna otra nación en la historia post Segunda
Guerra Mundial. No han dicho palabra tampoco sobre los vínculos de Al Qaeda con
los contingentes armados que se filtran por la frontera para derrocar al
gobierno sirio.
¿Quién le pone los límites y las
condiciones a Estados Unidos para que no continúe apoyando el derrocamiento de
un gobierno, esta vez el de Siria, mañana podrá ser otro, con terroristas
disfrazados de “oposición y de ejército libre”?
Fuente: Argenpress.info
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