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martes, 26 de noviembre de 2013

FRANCOIS HOLLANDE ¿PARA QUIÉN TRABAJA?



Francois Hollande, un sionista de siempre
por Thierry Meyssan

Francois Hollande ganó la elección presidencial en Francia a base de ambigüedad. Pero basta con releer sus discursos para comprobar su inquebrantable respaldo al Estado de Israel. El cambio que anunció a sus electores no se ha producido. Lo que se ha visto, por el contrario, es una continuidad con la política de su predecesor. Lo mínimo que puede decirse es que Francia ha abandonado su política de independencia para ponerse del lado de Estados Unidos y del último Estado colonial.
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El presidente francés Francois Hollande (al fondo) agasajado por el presidente israelí Shimon Peres y el primer ministro Benyamin Netanyahu el 18 de noviembre de 2013.

Algunos comentaristas han explicado la posición de Francia en las negociaciones 5+1 con Irán como el resultado de un compromiso con Arabia Saudita o incluso haciendo referencia al sionismo del ministro francés de Relaciones Exteriores Laurent Fabius. Eso equivale a ignorar el profundo cambio de la política de Francia en el Medio Oriente en los últimos 9 años.

Todo comenzó en 2004, con la ruptura entre Jacques Chirac y Bachar al-Assad. El presidente sirio había prometido a su homólogo francés que favorecería a la petrolera francesa Total en el marco de una licitación. Pero la proposición francesa que llegó a Damasco era tan desventajosa para Siria que el presidente Assad la rechazó. Furioso, Jacques Chirac rompió con Siria y presentó la resolución 1559 al Consejo de Seguridad de la ONU.

Más tarde, los franceses eligieron presidente a Nicolas Sarkozy sin saber que este personaje había crecido a la sombra de uno de los principales jefes de la CIA, Frank Wisner Jr. Además de ser un producto estadounidense, Nicolas Sarkozy se había dado cuenta de que tenía ancestros judíos y había cultivado sus relaciones israelíes. Su política exterior la dictaba Washington. Pero como en aquel entonces no había diferencias entre la política exterior de Israel y la de Estados Unidos, lo que se veía era que Nicolas Sarkozy se alineaba con ambos países.

Francois Hollande fue durante 10 años secretario general de su partido, precisamente gracias a su mediocridad. Como no dirigía ninguna corriente política ni estaba demasiado vinculado a ningún líder, podía ocuparse de la casa manteniendo un equilibrio entre los aspirantes a la presidencia. Se esmeró en no tener opiniones personales, en mantenerse lo más invisible posible. Así que durante su campaña electoral en la carrera por la presidencia de Francia, todo el mundo creyó que era un hombre moderado que sabría rodearse de personalidades con experiencia. Sus electores son los primeros engañados.

El verdadero Francois Hollande sólo pudo verse a su llegada a la presidencia de la República Francesa. Experto en cuestiones de política interna, el hombre no sabe gran cosa en materia de relaciones internacionales. Las convicciones que Hollande expresa en este último campo son las de ilustres personalidades socialistas.

Fue así como, en su investidura como presidente de Francia, invocó a Jules Ferry, teórico de la colonización. En el diario Le Figaro, su amigo el presidente israelí Shimon Peres comparó a Hollande con León Blum y con Guy Mollet –otros dos presidentes de Francia. El primero, León Blum, quiso adelantársele en 1936 al Reino Unido proponiendo la creación del Estado de Israel en el actual Líbano, territorio que entonces se hallaba bajo mandato francés. Por su parte, Guy Mollet trató de apoderarse del Canal de Suez en 1956, con ayuda del ejército israelí.

En sus 10 años a la cabeza del Partido Socialista francés, Francois Hollande limitó sus intervenciones sobre temas del Medio Oriente. Veamos algunas de ellas:
En el 2000, en momentos en que el sur del Líbano se encuentra bajo la ocupación israelí, Hollande prepara con Bertrand Delanoe –actualmente alcalde de París– el viaje del entonces primer ministro francés Lionel Jospin a Palestina. Su discurso incluye una condena contra el Hezbollah, al que presenta como una organización terrorista.
En 2001 exige la renuncia del experto en geopolítica Pascal Boniface por haber criticado en una nota interna el ciego respaldo del Partido Socialista francés a Israel.
En 2004 escribe al Consejo Superior Audiovisual para cuestionar la autorización de transmisión concedida a Al-Manar, la televisión satelital del Hezbollah. Hollande seguirá presionando a ese órgano estatal francés, que finalmente decide censurar la televisión de la Resistencia libanesa.
En 2005 se reúne a puertas cerradas con el Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia [CRIF, siglas en francés]. Según el acta de la reunión, Hollande expresa su respaldo a Ariel Sharon y critica duramente la política gaullista hacia el mundo árabe. Según el documento del CRIF, Hollande declara: «Existe desde hace mucho tiempo una tendencia, lo que se denomina como la política árabe de Francia, y no se puede permitir que una administración tenga ideología. Hay un problema de reclutamiento en el ministerio de Relaciones Exteriores y en la ENA [1] y habría que reorganizar ese reclutamiento.»
En 2006 arremete contra el presidente iraní Ahmadinejad, quien había invitado a Teherán un grupo de rabinos y de historiadores entre los que se hallan algunos negacionistas. Hollande finge ignorar el sentido real del encuentro, cuyo objetivo es mostrar que los europeos han adoptado el Holocausto como religión en lugar de su propia cultura cristiana. Hollande llega a afirmar que el presidente iraní niega a los israelíes el derecho a existir como personas y que incluso está preparando la continuación del Holocausto.
También en 2006, Hollande reclama la liberación del soldado israelí Gilad Shalit, reclamo que justifica invocando la doble nacionalidad israelo-francesa de Shalit y pasando por alto que el joven fue hecho prisionero mientras servía en las filas de un ejército de ocupación en guerra contra la Autoridad Palestina, igualmente considerada como aliada de Francia.
En 2010, Hollande publica en el diario Le Monde, con Bertrand Delanoe y Bernard-Henry Levy, una tribuna en la que se opone al boicot contra los productos israelíes, medida que califica de castigo colectivo impuesto a los israelíes que trabajan a favor de la paz con los palestinos, un razonamiento al que nunca recurrió cuando se produjo una campaña similar contra Sudáfrica, en tiempos del apartheid.

En resumen, antes del acercamiento entre Francia y Arabia Saudita, e incluso antes de ser presidente, Francois Hollande ya había expresado su respaldo al Estado colonial israelí. Y también había condenado el Eje de la Resistencia (Irán, Siria, Hezbollah). Por lo tanto, lo que en realidad se produjo fue un movimiento inverso a lo que se nos dice: con la aplicació­­­­­­­­n del Pacto del USS Quincy, fue Arabia Saudita la que se acercó a Francia debido a su política proisraelí.

La política del Partido Socialista en general y de Francois Hollande en particular tiene sus raíces en el colonialismo del siglo XIX, que tuvo en Jules Ferry un portavoz y un promotor en Theodor Herzl. Hoy en día, los sionistas del Partido Socialista francés se han reagrupado, por iniciativa del ex patrón del FMI Dominique Strauss-Kahn, en el discreto y poderoso Círculo León Blum… cuyo presidente honorario, Jean-Marc Ayrault, fue nombrado primer ministro por el presidente Hollande.

Thierry Meyssan

Fuente: Red Voltaire

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