Siria ha cambiado
por Thierry
Meyssan
La cobertura mediática de la guerra en Siria
sólo aborda las acciones militares, humanitarias o diplomáticas. Pero nunca
menciona la profunda transformación que se ha producido en el país. Los medios
internacionales prefieren ignorar el hecho que es imposible sobrevivir en este
océano de violencia sin experimentar profundos cambios. Desde Damasco, donde
vive desde hace 2 años, Thierry Meyssan describe esta evolución.
Damasco, la ciudad habitada más
antigua del mundo
De paso en Damasco, el enviado especial de
los secretarios generales de la Liga Árabe y de la ONU, Lakhdar Brahimi, presentó “su” proyecto de conferencia de paz, Ginebra 2. Una conferencia que tendría
como objetivo poner fin a la «guerra civil». Esta terminología retoma el
análisis de un bando en contra del otro bando, es el análisis de quienes
afirman que este conflicto es la continuación lógica de la «primavera árabe» en
contra de los que señalan que se trata de un conflicto fabricado, alimentado y
manipulado desde el exterior.
La guerra, según la oposición armada
Para los occidentales y para la mayoría de la
Coalición Nacional, Siria está viviendo una revolución. Su pueblo se ha
sublevado contra una dictadura y aspira a vivir en una democracia similar a
Estados Unidos. Pero esta visión se enfrenta al desmentido que le oponen el
Consejo de Cooperación del Golfo, el Consejo Nacional Sirio y el Ejército Sirio
Libre. Para estos últimos, el problema no es una ausencia de libertad sino la
personalidad de Bachar al-Assad. Esas fuerzas se conformarían con mantener las
actuales instituciones si el actual presidente de Siria aceptara ceder su lugar
a uno de sus vicepresidentes. Pero esta otra visión se ve desmentida a su vez
por los combatientes que se mueven en el terreno, quienes estiman que el
problema no es la personalidad del presidente sino la tolerancia que este
último representa. El objetivo de estos combatientes es la instauración de un
régimen de tipo wahabita, donde las minorías religiosas tendrían que someterse
o ser destruidas y la Constitución sería reemplazada por la charia.
La libertad de expresión
Al principio, cuando alguien caía bajo las
balas de francotiradores, nos decían que eran francotiradores del régimen que
querían imponer el terror. Cuando estallaban coches-bomba, nos decían que eran
atentados montados por los servicios secretos del régimen. Cuando se produjo un
gigantesco atentado que costó la vida a varios miembros del Consejo de
Seguridad de Siria, también se acusó a Bachar al-Assad de haber eliminado así a
sus rivales. Hoy por hoy, las dudas han desaparecido: aquellos crímenes fueron
obra de los yihadistas, que aún hoy siguen cometiendo nuevas fechorías.
Al inicio, había una ley de urgencia. Las
manifestaciones estaban prohibidas desde 1963. La entrada de periodistas
extranjeros estaba muy restringida y sus movimientos eran objeto de una
estrecha vigilancia. Hoy en día, se ha levantado la ley de urgencia y las
manifestaciones siguen siendo poco numerosas pero es por temor a los atentados
terroristas. Hay numerosos periodistas extranjeros en Damasco, donde ahora se
mueven libremente y sin ser vigilados, pero la mayoría siguen contando que el
país vive bajo una horrible dictadura. Pese a ello, se les permite que hagan lo
que quieran con la esperanza de que se cansen de mentir cuando sus países dejen
de predicar el «cambio de régimen».
Al principio, los sirios no miraban los canales
de televisión nacionales. Consideraban que estos sólo transmitían propaganda,
así que preferían informarse con Al-Jazeera. Así seguían en vivo las hazañas de
los «revolucionarios» y los crímenes de la «dictadura». Pero poco a poco los
sirios han tenido que enfrentarse directamente a los acontecimientos. Han visto
con sus propios ojos las atrocidades de los seudorevolucionarios y, a menudo,
han tenido que agradecer su propia salvación al ejército nacional. Hoy en día,
los sirios miran mucho más las televisiones nacionales, que se han hecho más
numerosas, y también están prestando cada vez más atención a un canal de
televisión líbano-iraquí –Al-Mayadeen. Este último medio, con puntos vistas
caracterizados por un nacionalismo abierto, incluso ha sabido captar gran parte
de la teleaudiencia que anteriormente seguía las transmisiones de Al-Jazeera en
todo el mundo árabe.
La libertad de conciencia
Al principio, la oposición armada decía ser
pluriconfesional. La respaldaban personas provenientes de minorías religiosas.
Pero empezaron a aparecer los tribunales islámicos que condenaban a muerte y
degollaban a los «malos» sunnitas que «traicionaban» a su comunidad, mientras
que los alauitas y los chiitas comenzaron a ser torturados en público y los
cristianos eran expulsados de sus casas. Hoy en día, cada cual ha comprendido
que a los ojos de los «puros» –los takfiristas– todos los demás son herejes.
Algunos intelectuales afirman que Siria ha
sido destruida y que hay que redefinirla. Pero es precisamente ahora cuando la
gente ha aprendido realmente lo que es Siria y está a menudo dispuesta a morir
por ella. Hace 10 años, cada familia se esforzaba por evitarle el servicio
militar al adolescente varón de la casa. Sólo los pobres se enrolaban en el
ejército, porque lo veían como un medio de subsistencia. Hoy en día, muchos
jóvenes sirios se enrolan en el ejército y sus mayores se incorporan a las
milicias populares. Todos defienden la Siria eterna, en la que conviven las
diferentes confesiones, y juntos veneran a su Dios, cuando lo tienen. [1]
Los sirios han evolucionado con el desarrollo
del conflicto. Al principio, la mayoría de ellos observaba los acontecimientos
manteniéndose al margen y a menudo decían no sentirse identificados con ninguna
de las partes. Después de 2 años y medio de terribles sufrimientos, cada uno de
los que han decidido quedarse en su país ha tenido que definirse. La guerra ya
no es otra cosa que una intentona de las potencias coloniales, empeñadas en
soplar la brasa del oscurantismo con la esperanza de quemar con ella la
civilización.
La libertad política
Por conocer Siria desde hace una decena de
años y por vivir en Damasco desde hace 2 años, hoy puedo ver cuánto ha cambiado
este país. Hace 10 años, los sirios contaban en voz baja los problemas que
habían tenido con los mujabarats, que se metían en todo. En este país, con el
Golán bajo la ocupación israelí, los servicios secretos habían acumulado un
poder realmente extravagante. A pesar de ello no fueron capaces de prever ni
descubrir los preparativos que ya estaban en marcha con vista a iniciar el
actual conflicto, ni los túneles, ni tampoco los envíos de armas. Hoy en día,
muchos oficiales corruptos han huido al extranjero, los mujabarats han vuelto a
concentrarse en su misión de defensa de la patria y los únicos que se quejan de
ello son los yihadistas.
Hace 10 años, el partido Baas era
constitucionalmente el líder de la nación, era la única formación política
autorizada a presentar candidatos en las elecciones, pero había dejado de ser
un partido de masas. Y las instituciones se alejaban cada vez más de la
ciudadanía. Hoy en día, hay tantos partidos que cuesta trabajo seguir su
nacimiento y desarrollo. Y todos ellos pueden presentarse a las elecciones y
ganar. La única oposición que, con tal de no perder, prefirió boicotear las
elecciones fue la oposición «democrática» que tiene sus sedes en París y
Estambul.
Hace 10 años, en los cafés no se hablaba de
política, algo que sólo se hacía en casa y con personas de confianza. Hoy en
día todo el mundo habla de política, en todas partes… en las zonas controladas
por el gobierno, pero nunca en las zonas bajo control de la oposición armada.
¿Dónde está la dictadura? ¿Dónde está la democracia?
Reacciones de clase
La guerra es también un conflicto de clase.
Los ricos, los que tienen dinero en el extranjero, se fueron cuando Damasco fue
atacada. Amaban su país, pero preferían proteger sus vidas y sus bienes.
Los burgueses estaban aterrorizados. Pagaban
el impuesto «revolucionario» cuando lo exigían los rebeldes. Y decían que
apoyaban al Estado, cuando les preguntaba el ejército. Inquietos, estaban a la
espera de la partida del presidente Assad, cosa que Al-Jazeera anunciaba como
algo inminente. No salieron de su angustia hasta que Estados Unidos renunció a
bombardear Siria. Ahora sólo piensan en redimirse financiando las asociaciones
de ayuda a las familias de los mártires.
Los de abajo –los del pueblo– sí sabían,
desde el inicio, lo que estaba en juego. Unos veían en la guerra un medio de
vengarse por su condición económica. Otros querían defender la libertad de conciencia
y la gratuidad de los servicios públicos.
Estados Unidos e Israel; Francia y Gran
Bretaña; Turquía, Qatar y Arabia Saudita, países todos que desencadenaron esta
guerra secreta, que la libraron y la perdieron, no habían previsto este
resultado: en esta lucha por sobrevivir, Siria ha liberado sus energías y ha
recobrado su libertad.
Si la conferencia Ginebra 2 llega a
concretarse, las grandes potencias no tendrán nada que decidir en ella. El
próximo gobierno sirio no será producto de un arreglo diplomático. Lo único que
podrá hacer la conferencia será proponer una solución que sólo podrá aplicarse
después de ser ratificada en un referéndum popular.
Esta guerra ha costado a Siria un altísimo
precio, se ha vertido la sangre de sus hijos, la mitad de sus ciudades y de su
infraestructura ha sido destruida en el intento de satisfacer la codicia y los
sueños de las potencias occidentales y de las monarquías del Golfo. Si algo
positivo debería surgir de Ginebra 2, es el financiamiento de la reconstrucción
por los mismos que tanto han hecho sufrir este país.
Thierry
Meyssan
Fuente: Al-Watan (Siria)
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