Petróleo,
¿un recurso para la guerra y la presión o para el bienestar?
Por Rasul
Gudarzi
Los grandes altibajos del precio mundial del
petróleo y su impacto en los ingresos de los países exportadores motivan
cambios fundamentales en su estructura económica, especialmente debido a la
inescrupulosa importación y a su dependencia de las exportaciones del oro
negro.
En el siguiente artículo, además de abordar
los efectos negativos en las economías dependientes del petróleo, estudiaremos
el comportamiento de algunos países petroleros en la escena internacional, y
cómo sería su futuro si mantienen su estrategia actual, enfocándonos además en
la política exterior de Arabia Saudí.
Desde el inicio de la década de los 80, todas
las miradas se orientaron hacia el proceso de desarrollo de aquellos países que
contaban con grandes recursos energéticos, ya que poco después de las primeras
señales de la crisis petrolera de 1973 se evidenciaron signos del profundo
subdesarrollo en estos países. Para explicar las consecuencias a las que
podrían enfrentarse los Estados dependientes de los ingresos del petróleo o
cualquier otro recurso que genere divisas, hay que explicar el concepto del síndrome
holandés, también conocido como el mal holandés.
Mal holandés
Se refiere a aquel país que descubre petróleo
y que comienza a experimentar un drástico incremento en sus exportaciones de
crudo, lo cual elevará sus ingresos gracias a una mayor entrada de divisas. Si
éstas se destinan en su totalidad a la importación, no habrá efecto directo
alguno en la masa monetaria del país ni en la demanda de bienes nacionales.
Pero en caso de que, por ejemplo, se conviertan en moneda local y se utilicen
para adquirir productos nacionales no comerciados, el resultado dependerá de si
el tipo de cambio (nominal) del país lo fija el banco central o si es flexible.
En caso de que el tipo de cambio sea fijo, la
conversión de monedas extranjeras a nacionales aumentará la masa monetaria del
país y la demanda interna presionará sobre los precios internos y al sector
petrolero en crecimiento. Estas dos transferencias provocarán a su vez la
reducción de la producción del sector tradicionalmente exportador. Estos
efectos se evidenciaron en países petroleros en la década de los 70 cuando los
precios del petróleo se dispararon y la exportación aumentó, lo que afectó su
producción agrícola y manufacturera.
Efectos negativos de las economías
dependientes de crudo
La forma en que se aprovechan los recursos
naturales en diferentes países pone de relieve que esa fortuna puede contribuir
tanto a su desarrollo como a su ruina. Por ejemplo, los dividendos originados
por la venta de crudo en países desarrollados como Noruega son como una
bendición que ha ayudado en gran medida al bienestar de su pueblo. Mientras
tanto, esta misma materia ha motivado crisis y graves problemas, tanto
económicos como políticos, en países subdesarrollados, como Nigeria, Irak y
Venezuela, entre otros.
Lo importante en este contexto, es decir en
la gestión de los recursos naturales, radica en la manera de utilizar este
ingreso, ya que de no controlar adecuadamente los beneficios obtenidos por su
venta, no solo no mejorará la economía del país, sino que la afectaría
negativamente, un ejemplo al respecto es Rusia.
Actualmente, el país euroasiático se resiente
por una economía débil (solo un 0.4 por ciento en 2014); una parte de esto se
debe a la crisis actual en Ucrania y, otra, a la repercusión de las sanciones
impuestas por Occidente. En estas circunstancias, la caída del precio mundial
del petróleo está provocando gran presión en la economía rusa. El ingreso
petrolero conforma un 45 por ciento del presupuesto de ese país, y su gobierno
ha cerrado el presupuesto de 2015 en base al precio del petróleo por encima de
100 dólares por barril, por lo que de continuar el proceso de caída del precio
del crudo, Rusia se verá obligada a recurrir a sus fondos de divisas de 74 mil
millones de dólares o a reducir sus gastos.
Los efectos negativos de esta caída del
precio del petróleo en la economía rusa podrían ser mucho más profundos, ya que
su industria petrolera y gasífera está contribuyendo a la recuperación de la
economía del país, es decir las compañías petroleras funcionan como un apoyo
para las industrias rusas, manteniendo estable la economía del país; así que
cuando estas fábricas originan problemas financieros, son las compañías
petroleras las que salen al rescate. No obstante, en la situación actual y con
la caída del precio mundial del petróleo, este sector vital para su economía
también se verá bastante afectado.
Podemos decir entonces que existe una
situación similar a la que había en la década de los 80, cuando la crisis
petrolera dio un duro golpe a la economía de la Unión Soviética.
En este contexto, también, hay que destacar
el rol de Arabia Saudí que ha desempeñado un papel importante en la reducción
del precio del crudo al aumentar su exportación de petróleo, aun cuando él se
verá afectado por esa estrategia.
A pesar de que el Fondo Monetario
Internacional advirtió que, en 2015, Riad enfrentaría un déficit fiscal del 1.4
por ciento, y que en la situación actual, el país árabe está invirtiendo en
diversos proyectos infraestructurales y teniendo en cuenta su ayuda logística y
financiera a los grupos terroristas en Oriente Medio, se verá obligado a
recurrir a sus fondos de divisas.
Si el precio del crudo, en el plazo de un
año, se mantiene alrededor de los 80 dólares por barril, Arabia Saudí deberá
utilizar entre 10 y 20 mil millones de dólares de sus fondos de divisas.
Esto indica que los países que dependen de
los ingresos petroleros deben saber que existe la posibilidad de que se repita
la crisis de la década de los 80, lo que significa que deberán cambiar su
estrategia y aprovechar sus recursos para fortalecer la estructura del país,
avanzar tecnológicamente, crear fábricas y cuando se acabe el petróleo tal como
lo pronostican los expertos, en unos 70 años, puedan sobrevivir, o de lo contrario
se enfrentarán a un caos social.
Arabia Saudí y la estrategia
petrolera
El petróleo, como una gran fuente de divisas,
es algo de lo que no gozan todos los países del mundo. Para algunos, este
recurso no renovable ha propiciado una situación ideal y, para otros, ha
causado diferencias sociales, desigualdad, represión y guerras.
Al echar un solo vistazo a las guerras que se
están desatando a nivel interno y regional en el mundo árabe, teniendo al
petróleo como punto desencadenante, percibimos la creación de dos mundos
totalmente diferentes. En algunos países, las guerras permiten que un grupo se
apodere de sus recursos petroleros como Sudán del Sur y Sudán del Norte, y en
otros, son los ingresos derivados del crudo los que propician las guerras como
se puede ver en Irak y Siria, entre otros casos. En este último, el dinero de
los países árabes del Golfo Pérsico, en lugar de ayudar a mejorar la situación
del pueblo sirio, está destinado a profundizar la brecha social y la guerra por
el poder, de manera que Damasco se está enfrentando a una destrucción en
diferentes campos, como el político, el cultural, el económico y el social, lo
mismo que está sucediendo, en menor medida, en Yemen y Somalia.
Asimismo, una parte de esta gran fortuna
derivada del oro negro se destina al apoyo del radicalismo, lo que no solo está
destruyendo los países de la región, sino que se está convirtiendo en una
amenaza para la seguridad internacional.
En este contexto, se puede señalar a Arabia
Saudí como uno de estos países que con sus recursos naturales beneficia más los
intereses de EE.UU y los de sus aliados europeos que los suyos propios. Ahora y
contrariamente a sus intereses ha contribuido a la caída del precio del
petróleo vendiendo un crudo más barato en el mercado mundial, que le permita
así presionar supuestamente a Rusia e Irán.
Pretenden obligar a Rusia, que tiene una
economía petrodólar y enfrenta un cerco contra su economía mediante las
sanciones, a cambiar su política exterior, especialmente respecto a la crisis
en el este de Ucrania.
También intentan llevar adelante la misma
estrategia con Irán, es decir presionar al país cuyo presupuesto depende en
gran medida del petróleo, especialmente durante el proceso de las
negociaciones, para que su política exterior coincida con los intereses de
Occidente. No obstante, solo el segundo caso beneficia a Riad, ya que busca
debilitar a Irán, país con el que no mantiene una buena relación, además de
discrepancias ideológicas y religiosas, razón por la cual, esta sintonía con
Occidente representa más puntos negativos que positivos.
Además, Al Saud debe estar consciente de que
su dependencia de los ingresos del petróleo pueden ser una gran amenaza para su
futuro, y que debería cambiar su política exterior encaminándola hacia el
fortalecimiento de la amistad con sus vecinos, en concreto con países claves de
la región, especialmente cuando se sabe que dentro unos 70 años se acabarán
todos los recursos petroleros.
En este mismo sentido, el rotativo
estadounidense 'The
Wall Street Journal', a través de un artículo, advirtió sobre el
futuro económico del país árabe a causa de su dependencia absoluta de las
exportaciones de crudo. Dijo que el consumo de petróleo en Arabia Saudí
equivale al de Alemania, cuya población es tres veces mayor, y pronosticó que, debido
a la alta exportación y consumo interno de esa materia prima, Riad se
convertirá en un importador de petróleo en 2040.
Demás está decir que el petróleo es un arma
de doble filo que puede contribuir al bienestar social, crecimiento y la
creación de un mundo mejor, al menos para aquellos países que lo poseen, pero
también puede desatar guerras, masacres, miseria, rencores y venganzas; queda
en manos del ser humano la decisión de cómo utilizarlo.
Fuente:
hispan tv
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