¿Dónde se han metido los «revolucionarios» sirios?
por Thierry Meyssan
Se acerca el momento de la conferencia Ginebra 2 y
los organizadores estadounidenses ya no tienen ninguna marioneta
disponible para hacer el papel de revolucionarios sirios. La brusca
desaparición del Ejército Sirio Libre demuestra a quienes creyeron en
tal cosa que aquello nunca pasó de ser una ficción.
Nunca existió la supuesta revolución popular en Siria, sino una
agresión externa orquestada a golpe de mercenarios y de miles de millones de
dólares.
El 29 de noviembre de 2011 una delegación del
Ejército Sirio Libre proclama su fidelidad al Consejo Nacional Sirio.
Teóricamente, la oposición disponía a partir de entonces de una rama
militar y de una rama política. En la vida real, tanto el Ejército Sirio Libre
como el Consejo Nacional Sirio son dos ficciones inventadas por la OTAN. Ambas
se componen únicamente de mercenarios y en realidad no tienen
existencia propia en el terreno.
Los organizadores de la
conferencia de paz Ginebra 2 están buscando con urgencia un representante para
la oposición siria armada. Según los occidentales, el
conflicto sirio se desarrolla entre una dictadura abominable y su propio
pueblo. Pero los grupos armados que están destruyendo Siria –desde el
Frente Islámico, que afirma que sus miembros son principalmente sirios, hasta
al-Qaeda– están recurriendo oficialmente al uso de combatientes extranjeros. Invitarlos a Ginebra 2 sería por lo tanto reconocer que nunca hubo en Siria
una revolución sino que se trató de una agresión externa.
Hace varias semanas
todavía nos decían que el Ejército Sirio Libre (ESL) disponía de 40 000
hombres. Pero hoy resulta que el ESL ha desaparecido. Su cuartel general histórico fue atacado por otros mercenarios, sus
arsenales fueron saqueados y su jefe histórico, el general Selim Idriss, huyó a Turquía para acabar refugiándose en Qatar.
En
el momento de su formación, el 29 de julio de 2011, el ESL decía haberse fijado
un único objetivo: el derrocamiento del presidente Bachar al-Assad.
Nunca llegó a precisar si luchaba por un régimen laico o por un régimen
islámico. Nunca tomó posiciones políticas en materia de justicia, de
educación, de cultura, de economía, de trabajo, de medio ambiente, etc. Nunca formuló
el menor esbozo de algo que se pareciera a un programa político.
Nos decían que el ESL se
componía de soldados que habían desertado del Ejército Árabe Sirio. Y es cierto
que hubo deserciones durante el segundo semestre de 2011, pero su número total
nunca fue más allá del 4%, cifra que resulta despreciable a escala de todo un
país.
El hecho es que el ESL
no necesitaba programa político porque tenía una bandera, la de la colonización
francesa. Utilizada en tiempos del
mandato de Francia sobre el territorio de la actual Siria y mantenida durante
los primeros años de supuesta independencia, la bandera de la franja verde
simbolizaba el acuerdo Sykes-Picot, documento en el que Siria era ampliamente
mutilada y dividida en Estados étnico-confesionales. Las tres estrellas de esa bandera representan un Estado druso, un
Estado alauita y un Estado cristiano. Los sirios conocen perfectamente esa
funesta bandera, que incluso puede verse en la oficina de un personaje sirio
que colabora con la ocupación francesa en una conocida novela de televisión.
El primer líder del ESL,
el coronel Riad al-Assad, desapareció en el basurero de la historia. Fue
seleccionado únicamente porque su apellido, que en árabe se escribe de otra
manera, se pronuncia en los diferentes idiomas europeos exactamente igual
que el del presidente Bachar al-Assad. La única diferencia entre los dos
hombres, desde el punto de vista de las monarquías del Golfo, consistía en que
el coronel era sunnita mientras que el presidente es alauita.
El
Ejército Sirio Libre es en realidad un invento franco-británico, como antes lo
fueron en Libia los «revolucionarios de Bengazi», quienes «escogieron»
como bandera la del rey Idriss I, colaborador de los ocupantes ingleses.
Brazo armado de la OTAN
en Siria, destinado a tomar el palacio presidencial cuando la alianza
atlántica bombardeara el país, el ESL se vio zarandeado por los planes
sucesivos y los también sucesivos fracasos de los occidentales y del
Consejo de Cooperación del Golfo. Presentado durante una segunda fase como el
brazo armado de un Consejo Político en el exilio, el ESL nunca reconoció en realidad
ningún tipo de autoridad a aquel consejo y obedeció únicamente a sus
empleadores franco-británicos. El ESL fue en realidad el brazo armado de
los servicios secretos de esos empleadores, mientras que la Coalición
Nacional Siria les servía de brazo político. En definitiva, fue únicamente
con la ayuda directa de la OTAN que el ESL pudo registrar algún que otro
éxito, fundamentalmente con el respaldo del ejército de Turquía,
que incluso lo albergaba en sus propias bases.
Creado en el marco de
una guerra de 4ª generación, el ESL no supo adaptarse a la segunda
guerra de Siria –la guerra sucia al estilo de la que Estados Unidos desató
en el pasado contra la Revolución sandinista nicaragüense.
La primera guerra (desde
el momento de la reunión de la OTAN en El Cairo, en febrero de
2011, hasta la conferencia de Ginebra realizada en junio de 2012) fue un
montaje mediático destinado a deslegitimar el gobierno sirio para que el país
cayera como una fruta madura en las manos de la OTAN. Los ejecutores de las acciones armadas eran diferentes grupúsculos
que recibían órdenes directas de la alianza atlántica. Se trataba ante
todo de dar una apariencia de realidad a las mentiras mediáticas y de crear la
impresión de que existía realmente una revuelta generalizada. Como señalan las teorías de William Lind y Martin Van Creveld, el ESL
sólo era una etiqueta utilizada para designar a todos esos diferentes
grupúsculos, pero no tenía su propia estructura jerárquica.
La
segunda guerra (desde la reunión de los «Amigos de Siria» celebrada en
París en julio de 2012 hasta la conferencia Ginebra 2, prevista para enero
de 2014) es, por el contrario, una guerra de desgaste cuyo objetivo es
desangrar el país hasta que se rinda. Para poder desempeñar su papel, el ESL habría
tenido que convertirse en un ejército de verdad, con una verdadera jerarquía y
una disciplina interna, cosas que nunca ha logrado concretar.
Sintiendo que se
aproximaba su final, a raíz del acercamiento entre Turquía e Irán, el ESL había
anunciado su posible participación en Ginebra 2, aunque ponía condiciones
completamente irrealistas. Los mercenarios a
sueldo de Arabia Saudita se han encargado en definitiva de poner fin
a aquella ficción de la OTAN. Y ahora
sale relucir la verdad en todo su esplendor: nunca hubo una
revolución en Siria.
Thierry Meyssan
Fuente: Red Voltaire
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