La coalición
internacional contra Daesh es un fiasco
Barack Obama y el primer
ministro británico David Cameron
A pesar de que los medios de
comunicación occidentales presentan las operaciones aéreas de Estados Unidos,
como un gran esfuerzo colectivo para derrotar a Daesh en Siria e Irak, la
realidad indica que dichas operaciones han resultado en un fiasco.
Efectivamente, la Coalición Internacional Contra Daesh (CICD)
liderada
por Estados Unidos, desde el inicio de las operaciones de bombardeo contra
Daesh en los territorios que ocupan, tanto en el noreste sirio como en el
centro y norte de Irak – que tuvo su comienzo en agosto del año 2014 - mirado
desde el punto de vista cualitativo presenta ínfimos resultados, poco
claros, con objetivos de triunfo difícil de plantear y sobre todo manifiesta,
que la política de aliados es desastrosa y con escasa visión. Esto, pues dos
países fundamentales en el área, si el eje de lucha es verdaderamente contra
Daesh, no participan de esta Coalición: Irán y Siria.
En promedio, según las propias autoridades
militares estadounidenses se ejecutan diez operaciones de bombardeo de las
posiciones terroristas por día. El 90 % de esas acciones bélicas, son
realizadas por aeronaves estadounidenses. Esto,
a pesar que la coalición cuenta con 60 miembros nominales, pero donde sólo se
involucran con aviones en acción directa, algunas naciones: Francia, Emiratos
Árabes Unidos y Jordania fundamentalmente. Todo ello a un costo
estimado de 8 millones de dólares diarios lo que visualiza, comparado con otras
intervenciones internacionales la modestia del compromiso aliado por erradicar
a Daesh de Siria e Irak.
La
eficacia de dichas operaciones aéreas también han sido minúsculas, recuperando
tan sólo 750 kilómetros cuadrados de territorios ocupados por Daesh lo que
representa menos del 1 % del total de áreas donde el grupo terrorista se ha
asentado. Únase a ello los ataques que en
lugar de tener como objetivo al grupo takfirí suelen destruir la
infraestructura económica, militar, vial y energética tanto de Siria como de
Irak. El día jueves 12 de marzo los aviones de la
Coalición liderada por Washington en lugar de apuntar sus bombas contra los
terroristas takfiríes de Daesh las lanzaron contra una unidad del Ejército
iraquí, afincada en la provincia occidental de Al-Anbar, lo que
significó la muerte de 22 soldados de ese país.
Las autoridades militares
estadounidenses negaron que sus aviones hayan realizado el bombardeo lo que fue
refutado por autoridades militares iraquíes quienes dieron a conocer que sus
aviones no operan en el área donde murieron sus hombres. Únase a lo mencionado las denuncias que dan cuenta que los bombardeos
aliados suelen destruir la
infraestructura económica del Gobierno sirio, principalmente refinerías, que se
destruyen bajo el pretexto de no permitir que sean aprovechados por las fuerzas
terroristas.
Un análisis generoso sobre
estos magros resultados, trataría de explicar dicha situación, a la luz de la
eficacia militar takfirí o al contrario,
en la poca competencia militar de las fuerzas internacionales e incluso
la consideración de lo escabroso del terreno donde se ejecutan los bombardeos o
trayendo a colación, hipotéticamente, el espíritu de gran humanidad que anima a
los pilotos de la CICD de evitar “daños
colaterales”. Sin embargo, las
cifras de muertos y heridos, conocidas hasta el momento, resultan también sospechosas y valga en esto la
consideración y advertencia, que
cualquier muerte es condenable pero, cuando se
trata de Oriente Medio las muertes se suelen contar por decenas de
miles.
Para los críticos de
las acciones de la CICD la ineficacia de sus operaciones tiene un claro
trasfondo político-estratégico: no se quiere
dañar a Daesh porque es un instrumento más del objetivo mayor en la perspectiva
de influir en la correlación de fuerza que podría acaecer tras la hipotética
caída del gobierno Sirio, el debilitamiento y cerco del gobierno de Irán como
también el tratar de concretar un plan que se fraguó ya desde los años 90 del
siglo XX cuando se invadió Irak a manos de una Coalición internacional liderada
por Estados Unidos. Esto es, básicamente, la implementación de un modelo de rediseño
geoestratégico, que implica la
balcanización o fragmentación de Irak en tres zonas (Kurda, sunnita y una zona Chiita) y el desarrollo de áreas de influencia
definidas por Estados Unidos, Francia e Inglaterra, fundamentalmente.
El Gobierno de Teherán ha
declarado que algunas potencias pretenden incitar las divergencias en la
región, con el objeto de sacar provecho y contribuir al logro de sus intereses
económicos y en ese plano de crisis es imprescindible la colaboración de todos
para establecer la paz y la seguridad permanente. Estos llamado han sido
permanentes desde Teherán y sin embargo Estados
Unidos se ha negado sistemáticamente a
desarrollar una política de acercamiento y generación de políticas de combate
conjunta contra Daesh. Ante esas constantes negativas Irán implementó una política
de apoyo a Irak. En Siria ese apoyo se vislumbra a través de Hezbolá.
Los propios analistas
occidentales coinciden que en este escenario donde los bombardeos ocasionan
escaso daño a Daesh, los que llevan el peso de la contienda han sido los
milicianos de Hezbolá, los Peshmergas, el Ejército sirio y las fuerzas
militares que responden al Gobierno central de Bagdad. Son ellos los que han
logrado recuperar pueblos y ciudades que estaban en manos de Daesh. El pasado 2
de marzo fuerzas iraquíes apoyadas por fuerzas voluntarias lanzaron una
operación militar de gran envergadura, que significó la movilización de 30 mil
soldados con apoyo aéreo iraquí (no de la Coalición) destinada a recuperar la
estratégica ciudad de Tikrit y el resto de la provincia de Salah al-Din.
Recobrar Tikrit permite
proyectar un objetivo mayor: la liberación de la capital de la provincia
noroccidental de Nínive: Mosul donde
Daesh se hizo fuerte a partir de junio del año 2014, zona que le permite el
control de pozos petrolíferos cuyo crudo es vendido a países de la región como
Jordania, Turquía y el régimen de Israel a un precio inferior al del mercado.
El pasado
jueves 12 de marzo, el Consejo Gubernamental de la provincia de Salah al-Din,
centro de Irak, comunicó la liberación de la ciudad de Tikrit, capital de la
citada provincia en una noticia que alienta los buenos resultados de la lucha
conjunta entre fuerzas iraquíes y voluntarios que combaten a Daesh. Para
la liberación total de la estratégica ciudad las fuerzas antiterroristas están
eliminando los últimos focos de resistencia takfiríes.
Los
iraquíes han reconocido que gracias a la ayuda de asesores iraníes se ha
logrado expulsar a Daesh de grandes extensiones de territorio en su país, en el
norte y el oeste devolviendo algo de estabilidad a zonas que hace pocas semanas
se había convertido en nido de terroristas. Los integrantes de las Fuerzas
militares de la organización Badr han sido una valiosa ayuda y ha conseguido
responder con más rapidez a la amenaza takfirí que otros grupos o el propio
Gobierno iraquí y ni hablar de la CICD que ha mostrado que sus objetivos no son
combatir el terrorismo de Daesh sino conspirar para derrocar al gobierno sirio
y fragmentar a Irak.
En un artículo anterior
mencionaba que prueba del importante papel asumido por Irán habían sido las
palabras del parlamentario iraquí Hasan Mohsen al-Saedi quien destacó, ante el
Poder Legislativo de su país los apoyos de Irán al Gobierno de Bagdad,
asegurando que la reconquista de varias zonas del país árabe que estaban bajo
control terrorista se debía a la ayuda táctica brindada por Irán. “Nosotros,
con la ayuda de asesores iraníes, expulsamos a Daesh de grandes territorios en
el norte y oeste de Irak. Agradecemos los esfuerzos que el país persa ha hecho
para devolver la estabilidad a Irak. Los integrantes de las fuerzas de la
organización Badr son una valiosa ayuda y ha conseguido responder con más
rapidez a la amenaza takfirí que otros grupos o el propio Gobierno iraquí”.
La
denominada coalición internacional dirigida desde Washington y en la cual,
nominalmente participan 60 países ha derivado en una herramienta de presión
sobre los verdaderos luchadores contra Daesh. Es una coalición
devenida en un arma de complot contra Oriente Medio, creada para difamar el
Islam de la mano de las políticas antislámicas de Inglaterra, el régimen de
Israel y Estados Unidos, que apoyados por
países como Arabia Saudí, Turquía, las monarquías árabes del Golfo Pérsico y
Jordania sirven de orquesta para esta música de terror. Daesh es lisa y
llanamente un títere menor, un instrumento de violencia para atizar el fuego del hegemonismo
occidental y de las posiciones takfirí en la zona digitadas desde Riad, donde
la casa Al Saud y su doctrina Wahabista es el sostén de gran parte de los
movimientos terroristas que suelen asolar el Magreb, Oriente Medio Y Asia Central.
La lucha contra Daesh continúa
y cada día queda más claro que los muertos para erradicar el terrorismo no los
pone Estados Unidos y sus aliados. Cifras dadas a conocer con relación a Siria
dan a conocer la magnitud del daño ocasionado a este país. Desde que estalló el
conflicto armado, según un informe de la ONU que contó con la colaboración de
la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA, sus siglas en
inglés) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) la
población siria ha tenido 220 mil muertos desde que se iniciaron las agresión
en marzo del año 2011, con 840 mil heridos. Cuatro millones de refugiados en
países vecinos. 6 millones de desplazados dentro del país.
El
informe alerta, igualmente, sobre la disminución de la esperanza de vida en la
sociedad siria, la que
se ha reducido de 75,9 años en 2010 a unos 55,7 a finales de 2014, el
equivalente a una bajada de algo más de dos décadas. El estudio resalta, de
igual manera, que la economía siria ha perdido en estos cuatro años más de 202
mil millones de dólares, a través de la fuga de capitales, la destrucción
masiva y una reducción del Producto Interno Bruto (PIB) de casi 120 mil
millones de dólares.
Cifras
que sólo son una muestra del enorme daño que la injerencia de grandes potencias
en la vida de las sociedades de Oriente Medio han ocasionado y donde los grupos
terroristas como Daesh, han servido de punta de lanza para una intervención con
objetivos mayores para los neocons: fragmentar esa zona del planeta y apoderarse
de sus riquezas energéticas y establecer una hegemonía donde Estados Unidos y
sus aliados sean los que dicten las políticas regionales, cercando a Irán e
influyendo sobre las zonas de influencia rusa en el Cáucaso y Asia Central.
Escrito por Pablo
Jofré Leal
Fuente: hispan tv
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