La guerra civil árabe
por Thierry Meyssan
Retomando un tema que ya había
abordado, Thierry Meyssan señala que, más allá de las estrategias de los
Estados, los pueblos del mundo árabe se dividen hoy en dos bandos definidos no
por luchas de clases, ni por la resistencia frente al sionismo, ni siquiera por
guerras de religión. El enfrentamiento que está generalizándose con el
bombardeo de Arabia Saudita contra Yemen pone de relieve la existencia de una
nueva división enteramente inesperada: dos nuevos bandos han aparecido
alrededor de la cuestión de los derechos de la mujer.
Símbolo de la lucha de
Muammar el-Kadhafi contra los islamistas, el Líder libio se había rodeado de
una guardia personal femenina. Sin
embargo, después de lincharlo y enterrarlo, la OTAN se justificaba “revelando”
a la opinión pública occidental que las amazonas de Kadhafi sólo eran
prostitutas en manos de un dictador obsesionado por el sexo. En Francia, esta
propaganda dio incluso lugar a la publicación de un libro de la “periodista”
Annick Coljean, basado enteramente en un solo testimonio.
Occidente aplaude los
bombardeos de Arabia Saudita contra Yemen y la caída de la ciudad siria de
Idlib en manos de al-Qaeda, a pesar de que al-Qaeda es oficialmente una
organización terrorista antisaudita públicamente proclamada responsable de los
atentados del 11 de septiembre de 2001. ¿Qué está
pasando que ahora nos ponen nuevamente a los discípulos de Osama ben Laden en
el campo de los «freedom fighters» [“combatientes por la libertad”], como
cuando luchaban contra los soviéticos en Afganistán, porque tomaron Idlib, en
la Siria de Bachar al-Assad?
En el terreno, los hechos están
confirmando, por desgracia, lo que yo mismo escribí en este sitio web hace 2
semanas: la locura sanguinaria que se ha apoderado del mundo árabe no tiene
nada que ver con clases sociales, con tendencias ideológicas ni con creencias
religiosas. Desde hace 4 años, gran número de individuos han modificado sus
posiciones y han cambiado de bando. Poco a poco, las cosas van decantándose y
una nueva línea limítrofe va apareciendo sin que los pueblos tengan conciencia
de ello.
En los años 1950, el mundo
árabe se dividía en proestadounidenses y pro-rusos. En los años 1990, se
dividía en proisraelíes y miembros de la Resistencia. Pero el presidente
estadounidense George W. Bush y su vicepresidente Dick Cheney rompieron con la
lógica de los intereses de los Estados para favorecer los intereses de las
compañías petroleras. Y hoy estamos recogiendo los frutos de la política de Barack
Obama.
Estamos viendo una
explosión de violencia de partidarios de la poligamia contra defensores de los
derechos de la mujer. Las monarquías árabes y la Hermandad Musulmana
defienden una sociedad dominada por los hombres mientras que Irán y sus aliados
luchan por una sociedad nueva, donde hombres y mujeres son dueños de su
fecundidad y disponen de los mismos derechos. Podemos torcer y retorcer los
hechos en todos los sentidos pero la realidad es que no existe prácticamente
ninguna otra diferencia de peso entre ambos bandos.
Estamos viendo la
oposición entre dos visiones del mundo.
¿Qué tienen en común
los gobernantes árabes que han sido blanco de la hostilidad de Occidente –el
tunecino Zinedin Ben Ali, el libio Muammar el-Kadhafi, el sirio Bachar al-Assad,
el iraquí Nuri al-Maliki y el yemenita Abdul Malik al-Huthi? Nada, aparte del hecho que todos lucharon contra la
poligamia.
¿Y qué tienen en común
los aliados de Occidente en el mundo árabe –los países miembros del Consejo de
Cooperación del Golfo y la Hermandad Musulmana? Son todos favorables a la poligamia.
Esa es hoy absolutamente la
única línea divisoria que atraviesa el mundo árabe, exceptuando Irak y Egipto.
En Irak, Estados Unidos todavía no ha escogido claramente a sus socios.
Oficialmente Washington respalda a Haider al-Abadi contra el Emirato Islámico,
pero la prensa de Irán, al igual que la de Irak, ya ha demostrado que Estados
Unidos está jugando un doble juego y que ha entregado voluntariamente armas al
Emirato Islámico y matado soldados iraquíes. En cuanto a Egipto, el presidente
al-Sissi todavía sigue dudando entre su concepción personal de los derechos de
las mujeres y la de su padrino saudita, cuyo dinero le resulta indispensable
para la economía de su país, actualmente en bancarrota.
Los años de propaganda
nos han vuelto ciegos a la realidad.
Creemos, erróneamente, que los
códigos iraníes para el vestir son similares a los de Arabia Saudita. El hecho es que en Irán las mujeres se
convirtieron en dueñas de su fecundidad desde los primeros años de la
Revolución, o sea antes que las mujeres de la mayor parte de los países de
Europa. En las universidades iraníes, las
mujeres son mucho más numerosas que los hombres y llegan a ejercer las más
altas responsabilidades. Por el contrario, en Arabia Saudita las mujeres no
gozan por sí mismas de ningún derecho.
Creemos,
erróneamente, que el mundo musulmán se divide entre sunnitas y chiitas que
luchan encarnizadamente entre sí. Pero en Yemen, los hutis, a
pesar de ser ampliamente mayoritarios a nivel nacional, no habrían podido tomar
Sanaa ni Adén sin el respaldo de una poderosa fuerza sunnita, población
mayoritaria en esas dos ciudades. Y en Siria, el Ejército Árabe Sirio, que
cuenta con el respaldo de Irán en la lucha contra los takfiristas, se compone
en más del 70% de sunnitas.
Yussef al-Qaradawi,
líder de la Hermandad Musulmana y consejero espiritual del canal de
televisión qatarí Al-Jazeera, se ha convertido en un especialista de la defensa
de la poligamia y del derecho a golpear a las mujeres. En Egipto, este
personaje intervino en la campaña electoral de Mohamed Morsi predicando en la
plaza Tahrir del Cairo que la prioridad política no era luchar contra Israel sino
matar a los homosexuales. En esta imagen lo vemos como invitado de honor
en un mitin de la “oposición moderada siria”.
Es importante señalar que el
primer “logro” de la «revolución» tunecina fue –antes de adoptar cualquier
decisión legislativa– organizar el regreso de Rached Ghannouchi, líder de la
Hermandad Musulmana, quien en cuanto llegó a Túnez lo primero que hizo fue proponer
que se reinstaurase la poligamia.
Puede parecer sorprendente el
hecho que ciertos miembros del Baas sirio se hayan vuelto en contra de la
República o que algunos comunistas yemenitas se hayan puesto en contra de su
partido y ver que todos estos elementos se han pasado a las filas de al-Qaeda.
Basta un vistazo a sus familias para entender por qué se cambiaron de bando.
¿Y
qué decir de los vencedores de la guerra en Libia, que inmediatamente
anunciaron el restablecimiento de la sharia?
Estos ejemplos, que pueden
parecer sorprendentes, son frecuentes. Pero los casos de quienes se pasaron del
bando prooccidental al bando antioccidental son mucho más numerosos.
Como siempre, las potencias
coloniales se han aliado a las fuerzas que no podían triunfar sin su ayuda, que
en este caso son los partidarios de un mundo obsoleto. Pero Estados Unidos no
previó las consecuencias de esa decisión. Los estrategas estadounidenses
pensaron solamente en sus intereses imperialistas a corto plazo. Y hoy tratan
de surfear sobre la ola de violencia que ellos mismos desataron pero que ahora
los sobrepasa, al igual que abruma a los pueblos implicados.
Nadie podrá apagar el incendio
que hoy consume el mundo árabe porque este último ha cambiado demasiado rápido.
Nadie puede escapar a la cuestión de los derechos de la mujer.
En Occidente la
producción industrial de condones comenzó en 1844. Pero hubo que esperar hasta
la aparición de la epidemia de sida, siglo y medio más tarde, para que los
países occidentales autorizaran la publicidad sobre ese medio de contracepción. El diafragma
contraceptivo se inventó en 1880 y el uso del dispositivo contraceptivo
intrauterino conocido como “T de cobre” se extendió durante los años 1930. La
píldora contraceptiva apareció en los años 1950.
El control de la fecundidad
transformó profundamente la vida de las parejas heterosexuales. Los matrimonios
“pactados”, que hasta la Primera Guerra Mundial eran la norma en Occidente,
cedieron el lugar al matrimonio por amor después de la Segunda Guerra Mundial.
La sociedad occidental aceptó entonces la homosexualidad, que anteriormente
describía como una relación «contra natura», a pesar de que ya estaba
científicamente comprobado que existía entre todos los mamíferos estudiados y
en muchas otras especies [1].
En un regreso al pasado, desde
los acontecimientos que marcaron la Francia de mayo de 1968, las sociedades
occidentales influenciadas por la «sociedad de consumo» hoy generalizan los
divorcios múltiples. Ya no son solamente las mujeres sino los dos sexos quienes
son considerados como productos de consumo perfectamente desechables. Por vez
primera en la historia de la humanidad, la poligamia se convierte en un hecho
social aunque se disimula a través de su extensión en el tiempo. Dicho de otra
manera, cada cual puede tener todas las mujeres o esposos que quiera, a
condición de que no sea simultáneamente.
Al mismo tiempo, las
feministas, que antes luchaban por la liberación de la mujer, a menudo se
dedican a confinarlas nuevamente, sólo que ahora las encierran en papeles
masculinos. Afirman que, aunque son físicamente diferentes
entre sí, los dos sexos son absolutamente idénticos y niegan la existencia de
personas intersexuales (en uno de cada 700 casos existen personas con órganos
genitales femeninos que no son portadoras de cromosomas XX sino XXY, en uno de
cada 20 000 casos hay personas con órganos genitales femeninos que son
portadoras de cromosomas XY, considerado el cromosoma que identifica al sexo
masculino) [2].
Esta es la visión del
mundo representada en Estados Unidos por la abogada feminista Hillary Clinton,
convertida en secretaria de Estado y principal artífice de las «primaveras
árabes». Esta ideología está imponiéndose en Francia con el Partido
Socialista, actualmente en el poder, y su concepción del «matrimonio para
todos» y la «paridad»: en las últimas elecciones ningún candidato podía
presentarse solo sino que tenía que formar un «binomio» con otro ciudadano
legalmente reconocido como del sexo opuesto.
Lo que Occidente ha
vivido con enormes dificultades a lo largo de 2 siglos, el mundo árabe ha
tenido que vivirlo en una sola generación.
Si bien los partidarios de
Arabia Saudita son generalmente musulmanes sunnitas, mientras que los de Irán
pertenecen a todas las comunidades religiosas, existen numerosas excepciones
que no pueden explicarse únicamente a través de la actitud ante la
contracepción.
En el siglo XIX, las Iglesias
cristianas eran violentamente contrarias a la contracepción. En 1958, el papa
Pío XII condenaba la píldora contraceptiva. Pero en 2015, el papa Francisco
pondera la «paternidad responsable» y critica a los cristianos que «se
reproducen como conejos». Hace poco, la Iglesia católica enseñaba aún que la
homosexualidad era un pecado contrario al «plan de Dios». Hoy en día el papa
Francisco declara que no se siente en condiciones de juzgar a los homosexuales.
Pero la evolución de
la mentalidad no ha terminado aún ya que muchos cristianos siguen considerando
el aborto durante las primeras semanas del embarazo como un asesinato, aunque
Santo Tomás de Aquino demostró –desde el siglo XIII– que un feto de varias
semanas no podía ser un ser humano. El apoyo de jóvenes musulmanes occidentales al
Emirato Islámico demuestra que Europa todavía no ha ganado la batalla de la
«paternidad responsable».
Hace 4 años que vengo analizando las estrategias de
los Estados ante las «primaveras árabes». Pero hoy compruebo que los pueblos
ya no obedecen a quienes los manipulaban. Lo que mueve a la gente es otra fuerza, aún más poderosa, que se
apodera de los individuos sin que estos se den cuenta y los desencadena.
A partir de 1936, el III Reich
creó los Lebensborn,
establecimientos dependientes del ministerio de Agricultura, encargados de la
“producción y crianza” de jóvenes «arios» por cuenta de las SS.
Quizás deberíamos releer nuestra propia historia a
la luz de lo que hoy sucede en el mundo árabe. Comprobaríamos entonces con el
mismo estupor que, durante la Segunda Guerra Mundial, los Aliados (el Reino
Unido, la Francia libre, la Unión Soviética y Estados Unidos) vivieron
movimientos feministas y concedieron diversas responsabilidades a las mujeres
mientras sus hombres morían en los campos de batalla. Mientras tanto,
las potencias del Eje (Alemania, Italia, el Estado Francés que colaboraba con
los nazis y Japón) prohibían estrictamente la contracepción y se obstinaban, a
pesar de todo, en mantener a la mujer al margen de toda responsabilidad.
Fuente: red Voltaire
[1] El problema es
que durante siglos los investigadores occidentales definieron la sexualidad
animal únicamente como un comportamiento reproductivo, a pesar de que
Aristóteles ya había observado la existencia de parejas de perdices en las que
ambos individuos pertenecían al mismo sexo. Desde los años 1990 se han realizado
numerosos estudios sobre más de 1 500 especies. Y se han encontrado resultados
completamente diferentes al analizar detenidamente el ritual de cortejo sexual,
el afecto, la vida en pareja y la educación familiar. Biological Exuberance: Animal
Homosexuality and Natural Diversity, Bruce Bagemihl, St. Martin’s Press (1999).
En 2006, la universidad de Oslo organizaba una
importante exposición, Against Nature? - an exhibition on animal homosexuality, sobre ese tema. Estos trabajos dieron lugar a una nueva
discusión sobre la teoría de la evolución y científicos como Joan Roughgarden
elaboraron el concepto de «selección social» para reemplazar el de «selección
sexual». Evolution’s Rainbow: Diversity,
Gender and Sexuality in Nature and People, University of California Press
(2004).
[2] Existe una
gran cantidad de casos diferentes que van desde personas que presentan
simultáneamente características biológicas inherentes a los dos sexos sin que
pueda decirse con certeza a qué sexo pertenecen hasta, por otro lado, personas
cuyo cariotipo no corresponde a su apariencia física. Lo único claro es que
algunos individuos no son exactamente hombres ni exactamente mujeres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
REGLAS BÁSICAS PARA COMENTAR/MODERAR:
TEMÁTICA: El comentario debe estar relacionado con el post. (De este modo, evitamos los comentarios off topic que no aportan al tema de debate)
RESPETO: Se admiten las críticas constructivas. Y no se permiten comentarios que falten al respeto. (Ni del autor, ni de la página, ni al resto de comentaristas)
AUTO-BOMBO: No se admiten comentarios publicitarios o promocionales de páginas web, productos ni servicios.